
El 29 de marzo de 2017, Theresa May, primera ministra del Reino Unido, pulsó el botón que iniciaba la cuenta atrás. En un plazo de dos años desde esa fecha, Londres y Bruselas debían llegar a un acuerdo para que la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) fuese lo más ordenada posible tras más de 40 años bajo el paraguas de la legislación que los estados han ido cediendo a la UE. Un cambio importante para la UE, pero sobre todo para el Reino Unido.
Para las islas, una Brexit sin acuerdo supone un giro radical en muchas materias (comercial, jurídica...) en las que Europa iba ganando peso. Reino Unido se adhirió al bloque en 1973. Durante esos años se han aprobado sucesivos tratados cuyo propósito ha sido estrechar lazos, adoptar todo el acervo comunitario, compartir políticas e intensificar las relaciones económicas entre los países europeos. Esta tendencia se va a revertir antes o después, pero si no hay acuerdo la reversión puede será desordenada, con el riesgo que ello supone.
Cinco meses para el final
A falta de cinco meses sigue sin haber acuerdo, y ante los mensajes contradictorios que lanzan ambas partes no parece probable que se logre una salida ordenada para el 29 de marzo de 2019, fecha en la que terminan los dos años para negociar una 'retirada' ordenada. A pesar de todo, la situación se puede salvar si Reino Unido y Bruselas se ponen de acuerdo en un solo aspecto.
Lo ideal sería que ambos bloques alcanzasen un acuerdo lo más beneficioso posible para el Reino Unido y la UE que diese certidumbre a empresas y ciudadanos sobre el futuro cuanto antes. Ante la lejanía de este escenario, ayer mismo Donald Tusk (presidente del Consejo Europeo) aseguró que "no existe una base para el optimismo", gana fuerza la posibilidad de prolongar ese plazo de dos años, una posibilidad que está contemplada dentro del propio artículo 50 del Tratado de la Unión Europea (TUE).
Apartado 3 del artículo 50
El Tratado de Lisboa supuso (entró en vigor el 1 de diciembre de 2009) una modificación del TUE. Entre estas modificaciones se estableció el procedimiento por el que un Estado miembro se puede retirar de la UE en el artículo 50.
Dentro de ese mismo artículo, en el apartado 3, se especifica que "los Tratados dejarán de aplicarse al Estado de que se trate a partir de la fecha de entrada en vigor del acuerdo de retirada o, en su defecto, a los dos años de la notificación... salvo si el Consejo Europeo, de acuerdo con dicho Estado, decide por unanimidad prorrogar dicho plazo".
Si Reino Unido y Bruselas deciden prorrogar las negociaciones, estas se pueden extender todo el tiempo que ambas partes quieran. Dicha situación implicaría que hasta el momento de la retirada efectiva, el Estado miembro (Reino Unido) seguirá siendo miembro de la UE, con todos los derechos y obligaciones que ello supone. De modo que el Reino Unido tendría que mantener la libre circulación de personas y seguir aportando su granito de arena para financiar los Fondos Estructurales y Fondos de Inversión de la UE, dos de las cuestiones más conflictivas para la sociedad británica.
Theresa May se resiste
No obstante, existe otro escollo para que esta cláusula se active. Desde la Unión Europea se dice que debe ser el Estado que ha solicitado la salida del bloque el que dé el primer paso para ampliar el periodo de transición (dirigirse al Consejo Europeo), mientras que Theresa May parece negarse en rotundo a dar ese paso, que podría verse dentro de su partido como otro signo más debilidad de la premier británica.
Según desvelaban fuentes cercanas a las negociaciones consultadas por el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung, la Comisión Europea podría haber dado ya este paso y habría ofrecido a Reino Unido permanecer dentro del mercado único hasta finales de 2020 con el objetivo de garantizar una salida con acuerdo.
También se especula con que el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, se ha mostrado favorable a expandir otro año este periodo de transición. Hoy mismo se reúnen en una cena de trabajo del Consejo Europeo los dirigentes de la UE-27, que examinarán el estado de las negociaciones con el Reino Unido.
Dependiendo de los resultados de esta Reunión, "decidiremos si se dan las condiciones para convocar una cumbre extraordinaria en noviembre con objeto de concluir y formalizar el acuerdo", ha asegurado Donald Tusk, presidente de esta institución.
Mientras que no haya acuerdo, esta opción podría ir ganando fuerza a medida que se acerca la fecha que pone fin a la aplicación de los Tratados en el Reino Unido. La Comisión y el Consejo Europeo han mostrado sus intenciones, ahora habrá que esperar a que Theresa May recoja el guante.