Economía

Europa abre un frente comercial con EEUU y China para defenderse

  • Respuesta de Bruselas tras el azote arancelario de Trump
  • "Los EEUU están jugando un juego peligroso", avisa una comisaria
Cecilia Malmström, comisaria europea de Comercio. Imagen: Reuters.

Guerra es una palabra prohibida en la UE. "Somos un proyecto de paz, incluyendo en comercio", clamó este viernes la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini. Pero está claro que el bloque comunitario, con la Comisión Europea al frente, tocaron con fuerza tambores de guerra para responder al mazazo que les llegó la víspera desde EEUU. 

La Comisión no sólo confirmó su respuesta ya anunciada a los aranceles que finalmente impuso el inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, al acero y el aluminio procedente de Europa. El Ejecutivo comunitario también aprovechó para abrir un nuevo frente contra China, y sus prácticas abusivas respecto a la propiedad intelectual.

Para acceder al mercado chino, las empresas europeas son forzadas a ceder la propiedad o la utilización de su tecnología a compañías locales. "No podemos permitir que ningún país fuerce a nuestras compañías a que cedan este conocimiento cuando cruzan una frontera", protestó la comisaria de comercio, Cecilia Malmström.

Europa coincide con Washington en su malestar por la crisis del acero, provocado por la sobreproducción que subvenciona Pekín, y el robo de conocimiento tecnológico que instiga su Gobierno. Por eso, ha tendido la mano a la Administración de Trump para hacer frente común. Pero el empresario y showman no solo ha dado un portazo a los europeos, sino que además les ha pillado la mano con la imposición de aranceles del 25 y el 10 por ciento respectivamente al acero y aluminio europeos.

"Los EEUU están jugando un juego peligroso", avisó Malmström. Con gesto serio, volvió a insistir en que la medida de la Casa Blanca es "puro proteccionismo" que no se justifica con el argumento de seguridad nacional, tal y como señalan desde el otro lado del Atlántico.

Sin embargo la sueca admitió que la respuesta europea aun llevará unas semanas. Llegará en dos bloques. El primero afectará a importaciones estadounidenses por valor de unos 2.800 millones de euros, e incluirá productos como Levi's o zumo de naranja. Si la Organización Mundial del Comercio da la razón a los europeos al evaluar las restricciones de Trump, el castigo comunitario podrá extenderse hasta los 6.400 millones de euros.

Durante semanas Malmström intentó convencer a su homólogo estadounidense, Wilbur Ross, de que no dieran el paso. Por eso ayer advirtió que, por su parte, la puerta de la negociación está "por el momento, cerrada". La situación podría empeorar si Trump decide imponer aranceles a la importación de coches, tras haber lanzado una investigación al sector. La comisaria reconoció que seguían el procedimiento "con mucha ansiedad".

En Washington, Trump volvió a quejarse sobre las políticas comerciales europeas indicando que si "la UE nos cobra cinco veces más, nosotros les cobraremos cinco veces más". Trump indicó también que, dadas las circunstancias, no le importaría hacer un acuerdo comercial por separado con México y Canadá en lugar de continuar con las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. De hecho, la imposición de aranceles a sus vecinos hace pensar que la revisión del TLCAN se retrasará hasta bien entrado 2019.

El estallido de la guerra comercial global coincidió con la reunión entre la UE y China celebrada ayer en Bruselas. "Tenemos algunos problemas entre nosotros que hemos discutido con detalle a lo largo de estos años", reconoció Mogherini.

Pero a pesar de las diferencias, sobre todo el acero y la protección intelectual, ambos socios se comprometieron a expandir la cooperación en comercio, inversión o finanzas. "En el contexto de incertidumbre en el mundo, es incluso más importante para China y la UE profundizar en su asociación estratégica", argumentó el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi.

Precisamente, tras la estocada arancelaria de Washington a la UE, México y Canadá, todas las miradas vuelven a centrarse en China. El secretario de Comercio estadounidense tiene previsto sumarse a las negociaciones que desde el jueves tienen lugar en la capital del gigante asiático para pulir los detalles de un principio de acuerdo comercial que inicialmente rebajó las tensiones entre las dos economías más grandes del planeta.

Sin embargo, esta misma semana, la Casa Blanca indicó su intención de imponer gravámenes del 25 por ciento a productos chinos por valor de 50.000 millones de dólares. Los bienes afectados se darán a conocer el 15 de junio. Dos semanas más tarde, el Departamento del Tesoro publicará restricciones a las inversiones chinas en EEUU.

Visita de Ross a Pekín

De esta forma, Ross llegará a Pekín con la intención de asegurarse que China se compromete a cumplir con la promesa de comprar más productos agrícolas y energéticos estadounidenses, para reducir así su superávit comercial con EEUU. La meta de la Administración Trump es cerrar la brecha comercial con el gigante asiático en al menos 200.000 millones de dólares hasta 2020 desde los 375.000 millones de dólares registrados el año pasado.

"Nuestros objetivos básicos con China son venderles más productos, contar con menos obstáculos arancelarios y no arancelarios, y en última instancia, y lo más importante, ocuparnos de los problemas de propiedad intelectual y el conjunto de asuntos relacionado con la alta tecnología", adelantó Ross a la cadena CNBC.

China reiteró el viernes su compromiso con el comercio global, horas después de que Washington implantase nuevos aranceles a las importaciones de aliados clave. "Todos los países, especialmente las grandes economías, deberían oponerse con determinación a todas las formas proteccionismo al comercio y la inversión", determinó la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Hua Chunying, en una rueda de prensa, cuando fue consultada por la medida estadounidense.

A la espera del tono que puedan tomar las conversaciones entre China y Estados Unidos este fin de semana, el economista jefe de Moody´s Analytics, Mark Zandi, señaló que el efecto neto de los conflictos arancelarios iniciados por Trump podría costarle a la economía del país al menos 250.000 empleos y un coste mayor por familia de hasta 210 dólares. De materializarse estas proyecciones se borraría la mitad del estímulo económico proyectado como resultado de la reforma tributaria aprobada el pasado 22 de diciembre.

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