
Este lunes 7 de mayo se cumplen 365 días desde que Emmanuel Macron venciera en la vuelta de las elecciones presidenciales francesas a la extremista Marine Le Pen, líder del Frente Nacional Francés, por casi el doble de los apoyos. Ya el próximo 19 de mayo será el aniversario de la primera vez que el líder de la formación En Marcha pisase por vez primera el Palacio del Elíseo tras ser investido por la Cámara de Representantes gala.
En todo este tiempo, mucho se ha escrutado el asalto a los cielos de Macron, con un movimiento político nacido para la ocasión, y ante la decadente imagen del partido socialista francés, cuando era liderado por el anterior presidente de la República, François Hollande, y que posteriormente sería borrado del mapa electoral por este movimiento transversal, que logró los apoyos tanto en el centroderecha como entre el descontento electorado socialdemócrata.
No en vano, esta condición ha supuesto una rémora para la imagen del presidente, cada vez más mermada entre sus votantes de menor renta económica a raíz de las reformas impulsadas, muchas de ellas impopulares. Así, la confianza en el presidente se encuentra actualmente por debajo del 50%, lo que supone su nivel más bajo desde octubre de 2017, según un estudio de Ifop. Además, el 44% de los franceses aseguran estar satisfechos con el presidente francés, un 6% menos que al inicio de 2018.
Parte de este descontento se debe a los profunda transformación de la economía francesa, con el denominador común de reducir el peso del Estado en su desarrollo. Así, Macron ya ha impulsado más del 74% de estas reformas en diferentes ámbitos y con consecuencias de diverso calado. Concretamente, de las más de 30 medidas anunciadas en campaña, al menos 23 de ellas ya han sido aplicadas o activadas desde el Ejecutivo.
En este sentido, la joya de la corona es la discutida reforma laboral, la cual se cimenta sobre los ejes de una limitación de las indemnizaciones por despido improcedente, la justificación de despidos en base a la situación financiera de la empresa, una vía directa de negociación entre empresas y trabajadores que limitó el papel de los sindicatos y la instauración de la jornada de 35 horas semanales. Una medida que supuso la primera revuelta contra el Gobierno en forma de protesta sindical.
Una protesta que se reprodujo con la reforma del estatuto de los trabajadores de la Sociedad Nacional de Ferrocarriles (SNCF), que supuso el cese de la contratación de personal funcionario en este monopolio estatal -los nuevos trabajadores se regirán por el derecho laboral del resto de los franceses, perdiendo sus condiciones favorables-, además de abrir a la competencia la explotación y mantenimiento de las principales líneas. Una acción que bien le ha servido para recibir las críticas de oposición y sindicatos a cuenta de lo que denuncian se trata de un plan privatizador del Ejecutivo de Macron.
La otra reforma clave es la tributaria, dosificada mediante diferentes modificaciones. Aquí, destacan la eliminación del Impuesto sobre Grandes Fortunas, remplazado por el Impuesto sobre la Fortuna Inmobiliaria; la eliminación del Impuesto sobre la Vivienda para el 80% de los hogares en tres años; la reducción del Impuesto de Sociedades de 33 a 25%; la supresión del Régimen Social de Autónomos y la bajada de cotizaciones salariales para todos los empleados activos.
No en vano, para cerrar el capítulo de la revolución de la economía gala, a Macron aún le quedan tareas en el tintero. Así, anuncios del Gobierno como el de la bonificación a los contratos temporales, el restablecimiento de las horas extras libres de impuestos y la supresión de 120.000 puestos de funcionarios, uno de los elementos más delicados del programa reformista del presidente, y donde puede volver a encontrar la ya asidua contestación social, están por cumplirse.
La 'batalla' en Europa
El otro eje de la política de Macron está en Europa, y en su afán por reformar el entendimiento económico entre los Estados miembro de la UE. Así, y con los recelos de Angela Merkel a una mayor aportación monetaria de los países al bote comunitario, el plan del presidente galo busca la creación de un Presupuesto que sirva para afrontar choques financieros y de un ministro de Finanzas común, además de impulsar un Fondo Monetario Europeo, similar al presidido por Christine Lagarde, que acuda en ayuda de los Estados con problemas de financiación, y culminar la Unión Bancaria.
Principales medidas
Reforma laboral: Con el objetivo de flexibilizar el papel del empresario incluye la limitación de indemnizaciones por despido improcedente y la justificación del despido por cuenta de la situación financiera de la compañía.
Reforma tributaria : Cambia el Impuesto sobre Grandes Fortunas por el Impuesto sobre la Fortuna Inmobiliaria. Elimina el Impuesto sobre la Vivienda para el 80% de hogares. Reduce Sociedades del 33 al 25% y rebaja cotizaciones salariales a todos los activos.
Apertura de sectores estratégicos: Se abre el monopolio de la empresa estatal de ferrocarriles SNFC a la competencia. Se cesa la contratación de personal funcionario y se licitará la explotación y mantenimiento de las redes principales.
Reformas pendientes: Bonificación de contratos temporales, restablecer las horas extraordinarias libres de impuestos y suprimir 120.000 puestos de funcionarios.
Reforma de las instituciones europeas: Se busca la creación de un Presupuesto, la designación de un ministro de Finanzas común, impulsar un Fondo Monetario Europeo y culminar la Unión Bancaria.