
El éxito económico de los países bálticos es un hecho. En pocos años, Lituania, Letonia y Estonia han pasado de ser de los países más pobres de Europa a codearse en términos de PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo con Grecia o Portugal. Sin embargo, el futuro de estos pequeños países da miedo. Las últimas proyecciones demográficas de la ONU muestran la pérdida de cientos de miles de habitantes para los bálticos en las próximas décadas. Unas tasas de fertilidad relativamente bajas, la emigración de los jóvenes y unas fronteras que dejan salir pero no entrar, son el caldo de cultivo perfecto para la despoblación de estos países.
Los datos son escalofriantes. En 1990, Lituania tenía 3,7 millones de habitantes, mientras que Letonia sumaba 2,6 millones. Veintisiete años después, Lituania tiene menos de 3 millones de habitantes y Letonia menos de dos. El caso de Estonia parece menos grave, sobre todo porque la sangría demográfica se ha estabilizado en los últimos años, pero las proyecciones demográficas de la ONU tampoco son demasiado halagüeñas.
Esta migración ha sido constante, aunque ha tenido picos a principios de los 90 (caída de la unión soviética), en el año 2004 (adhesión de los bálticos a la UE) y en 2009 (año en el que la crisis golpeó con especial dureza a estos países), según muestran los datos del Banco Mundial. Durante el resto del periodo, la pérdida de población ha sido un goteo continuo (algo más leve en Estonia) que se prevé que continúe en las décadas venideras.
En ese mismo periodo de tiempo, el PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo se ha disparado en Letonia desde los 4.600 euros (1995) hasta los 18.400 (2016). En el caso de Lituania el cambio ha sido desde los 5.000 euros hasta los 22.000 actuales, superando a países como Grecia y rozando los niveles de Portugal. En Estonia este dato era de 5.300 euros en 1995 y de 21.600 euros en 2016. A pesar de esta convergencia con los países del sur de Europa, lo que ha sido denominado como un éxito económico por parte del Banco Central Europeo, el éxodo se ha seguido produciendo.
Según datos de la Organización Nacional para las Migraciones, estos países ya tienen fuera de sus fronteras a más del 14% de su población, mientras que en países como España, Francia o Italia esta dato se encuentra entre el 2 y 4%. Además, según datos de esta misma organización, la tasa de migración neta para los próximos años seguirá siendo negativa, lo que junto a unas tasas de fertilidad de 1,5 niños por madre supondrá un descenso pronunciado de la población si nada cambia. El éxito económico no impide que la población siga aprovechando el 'pasaporte' de la UE para establecerse en otros países del bloque.
Los tres bálticos, sobre todo Lituania, tienen un elevado porcentaje de jóvenes entre 25 y 29 años con estudios superiores (el 53% en el caso de Lituania y cerca del 40% en Estonia y Letonia, según datos de 2017 de Eurostat). Estos jóvenes con formación emigran hacia el oeste de Europa buscando unos salarios más altos que los que se ofrecen en sus países de origen.
Mihails Hazans, demógrafo letón, comenta a Bloomberg que los jóvenes con más formación están desapareciendo rápidamente, lo que puede suponer un peligro para las pensiones. Uno de cada tres letones entre 25 y 34 años con formación universitaria viven fuera del país.
Vjaceslavs Dombrovskis, exministro de Economía de Letonia, asegura en declaraciones a Bloomberg que la situación de los bálticos recuerda al éxodo que hubo en el campo con la llegada de la Revolución Industrial. Estos países corren el riesgo de convertirse en el típico pueblo que usan los habitantes de las ciudades para desconectar: "Un lugar encantador donde pasar un fin de semana con tus padres".
Hazans destaca que la salida de los jóvenes en Letonia deja una población cada vez más envejecida y que tiende a ser más conservadora. Como resultado, los partidos que gobiernan en los bálticos rechazan la llegada de emigrantes de países pobres.
El camino de Irlanda
Dombrovskis compara a Letonia con la Irlanda de los años 80, un país rural que tenía ciertos problemas económicos que habían convertido a la isla en el vecino atrasado del Reino Unido. Sin embargo, la situación cambió en pocos años con un sistema fiscal atractivo y con la inversión extranjera de grandes compañías.
En los países bálticos se están dando pasos con los cambios en materia fiscal, pero la inversión extranjera es otra cosa: "Hay que explicar a los inversores que vamos a hacer respecto a la caída de la población", señala Dombrosvskis, ahora director del think tank Certus.
Los bálticos lo tienen casi todo, un marco fiscal atractivo, facilidad para hacer negocios y una burocracia eficaz, pero los problemas con la población y las preferencias de los estudiantes impiden que se licencien suficientes expertos en Tecnologías de la Información.
El caso particular de Estonia
Un ejemplo a seguir más realista es Estonia, un país que se ha promocionado como un paraíso digital, un esfuerzo de marca que puede estar resonando en las cabezas de los inversores extranjeros. Sin embargo, las proyecciones de la ONU también prevén que este país que ahora tiene más de 1,3 millones de habitantes pierda población en las próximas décadas, incluso se muestra una caída por debajo del millón de habitantes para 2070.
El demógrafo estonio Allan Puur cree que su país se está beneficiando de una economía más fuerte que la de sus vecinos, con un salario bruto mensual medio es de 1.270 euros, mientras que en el caso de Letonia son 926 euros brutos y en Lituania unos 900 euros. La discrepancia con sus vecinos se explica en parte por el éxito de las reformas económicas de Estonia y su estrecha conexión geográfica con Helsinki, que se encuentra en las orillas del Golfo de Finlandia, en frente de Tallín, la capital de Estonia. Muchos estonios trabajan en Helsinki durante el día y viajan a casa por la noche, asegura este demógrafo.
Estonia está sabiendo vender su marca y su talento como líder de la economía digital en la UE, además el país es conocido como un lugar ideal para lanzar una nueva empresa de alta tecnología o establecer centros de investigación y desarrollo. El gobierno busca atraer inversores extranjeros con ofertas de permisos de residencia y con exenciones temporales en el Impuesto de Sociedades. Ni siquiera este tipo de políticas libran a Estonia de la despoblación, mientras que Letonia y Lituania lo tienen aún más difícil.