
España se pegó a Alemania para la recuperación económica. Con ambos pies en la tierra, Madrid también ha tirado de Berlín para transformar este retorno a la primera línea en poder institucional. El camino de los dos socios se entrelaza en una simbiótica relación.
Pero si a España le ha servido para salir de su infrarrepresentación, a Alemania le puede conducir a culminar su dominio en los puestos de influencia. El cable prestado al Gobierno español para la vicepresidencia del BCE le puede dar el gran premio: el ansiado liderazgo del BCE. El gran favorito es el actual presidente del Bundesbank (banco central) Jens Weidmann.
El gobierno alemán ha sido el principal valedor para que Luis de Guindos consiga ser el 'número dos' de Mario Draghi en el eurobanco. El todavía ministro español comparecerá en audiencia pública hoy ante los eurodiputados, antes de tomar posesión el 1 de Junio.
La principal economía del euro considera que tiene el derecho, no solo porque los principales socios de la moneda común (Francia, Italia, Holanda) ya han presidido el eurobanco, y un español será su número dos. Además porque han dejado pasar cargos y ayudado a otros, no solo a De Guindos, también al apoyar la presidencia del Eurogurpo para un socialista portugués. En Frankfurt y en Bruselas, el consenso apunta a que Weidmann ganará la carrera.
Con los mercados dando zarpazos, la cuarta economía de la eurozona se pegó a la locomotora para evitar el desangre. Escapamos de un rescate total, pero el coste no solo fue un rescate a la banca que costó a los españoles 40.000 millones de euros, casi 80.000 millones de euros en recortes, y una polémica reforma laboral. Pero las decisiones del Gobierno de Mariano Rajoy impresionaron a la canciller Angela Merkel. Mientras, De Guindos progresó hasta situarse como aliado de Schäuble en el Eurogrupo.
El camino fue accidentado. El año 2012 arrancó con la advertencia del alemán al español de que perderíamos la silla en el Consejo Ejecutivo del BCE, a la que teníamos cuasi-derecho por ser uno de los cuatro 'grandes' de la eurozona. España respondió a ese "traumático" momento, según De Guindos, con la decisión unilateral de saltarnos casi punto y medio el objetivo de déficit aquel año.
Pero un par de años después España se convirtió en el mejor alumno de Alemania en una eurozona con más de un cuarto de sus miembros rescatados. Schäuble no solo apoyó a De Guindos en su pelea por el Eurogrupo en 2015 contra quien había sido el candidato de Berlín en el pasado, Jeroen Dijsselbloem. También le aseguró que volverían al núcleo del BCE ahora que el Ejecutivo español había puesto la casa en orden.
El BCE, el gran premio
La pugna por la vicepresidencia del BCE ha abierto el gran juego de las sillas de poder de la UE. Alemania, y Weidmann, tienen los ojos clavados en el cargo de Draghi, quien abandonará la presidencia del BCE en noviembre de 2019.
Alemania quiere el control de una institución que considera que ha abierto la mano demasiado con los estados del Sur, hasta el punto de que Schäuble responsabilizó a Draghi del surgimiento del partido euroescéptico alemán AfD.
Pero la ambición alemana no termina en el BCE. En la sombra, han realizado una labor más sutil pero igual de importante colocándose al frente de las salas de máquinas de las instituciones comunitarias. Selmayr dejó de ser la mano derecha de Juncker (quien se va el año que viene) para controlar la secretaria general de la Comisión. Sus compatriotas también controlan el mismo cargo en el Parlamento Europeo y el Servicio de Acción Exterior de la UE. En Consejo, la única institución que no controlan, Alemania es el país más poderoso por su voto ponderado. Alemanes también presiden la mayoría de las instituciones financieras: Banco Europeo de Inversiones, la Junta Única de Resolución, y el Mecanismo Europeo de Estabilidad. Weidmann culminaría la tarea con el BCE. Europa hoy, como el fútbol antes, es un juego a 28 en el que Alemania (casi) siempre gana.