
El servicio de la deuda, las exportaciones y el flujo del crédito hacia la economía real, a las familias y las empresas, serán en el caso de España los principales beneficiados por la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de posponer de momento el alza de los tipos de interés en el zona euro. Con todo, el organismo presidido por Mario Draghi se encamina irremediablemente hacia un cambio en la dirección de su política monetaria. Éste llegará más pronto que tarde y la mayoría de los expertos consultados por elEconomista matizan los efectos negativos que ésta pudiera tener sobre nuestra economía, siempre que se produzca de forma escalonada.
El caso español, como el de otros países de la periferia, es el de un Estado con altamente endeudado. Nuestro pasivo rozaba en junio los 1,14 billones de euros, el equivalente al 100,03 por ciento del PIB, según datos del Banco de España. Entre 2008 y finales de este año, pagaremos más de 250.000 millones en intereses de la deuda, precisamente porque el Estado ha tenido que tirar de deuda para financiarse y para evitar la quiebra de algunas autonomías.
Según el ministro de Economía, Luis De Guindos, el impacto para la economía española por cada subida de un punto en los tipos de interés es de 3.500 millones de euros. En octubre de 2008, con el precio del dinero en el 4,25 por ciento en la zona euro, España pagaba un 4,48 por ciento por su bono a diez años. Hoy día, con los tipos al cero, la deuda de referencia se paga al 1,54 por ciento.
Éste no es el único efecto positivo del margen que nos está otorgando el BCE, tal y como señala Javier Santacruz, investigador de la Universidad de Essex, quien recuerda que los tipos bajos favorecen el crédito al consumo, la financiación para las empresas y suponen un empuje claro para el sector exterior.
A la vez y por el contrario, España que importa casi el 73 por ciento de la energía que consume -mayoritariamente en dólares- se vería beneficiada por un euro más fuerte. Santacruz hace referencia a los productos energéticos, pero también a las materias primas y los consumos intermedios. Con todo minimiza las consecuencias que tendrían para las exportaciones esa revalorización de la moneda común. "Incluso con un euro más fuerte los datos muestran mejoras en el superávit por cuenta corriente. Lo que vendemos ya no está relacionado tan estrechamente con el tipo de cambio". Esto es así porque durante la crisis, España ha ido creando una "demanda cautiva", e independientemente de lo que suceda con el euro, en el exterior siguen comprando nuestros productos. "Se han perfeccionado productos que antes se vendían a un consumidor low cost y ahora encuentran comprador en las rentas medias-altas", sostiene.
Juan Fernando Robles, profesor de Finanzas y banca, pone el punto de mira en la financiación más económica a la que en principio podrá seguir optando el sector privado, pero no solo. Desde su punto de vista la economía española presenta "una debilidad bastante significativa" aún. Ha logrado estabilizar las cifras macroeconómicas y la situación financiera del Estado, pero no se ha producido aún una recuperación total. "Sobre todo si tenemos en cuenta que nuestro país sigue estando endeudadísimo y las rentas del trabajo con las que se ha iniciado el proceso de salida de la crisis son miserables", sentencia Robles. Por ello, lo necesario ahora es estabilizar al sector privado. El profesor sostiene además que "la política monetaria se va a revertir por agotamiento, porque no ha cumplido ni el 50 por ciento de sus objetivos en lo económico".
Cambios a corto plazo
Pese a que Draghi no haya movido aún ficha, Santiago Carbó, director de Servicios Financieros de Funcas, no descarta que en su próxima reunión el organismo anuncie cuándo va a producirse el fin de su actual política monetaria. En cualquier caso, cuando se produzca, la subida de tipos apenas tendrá efectos financieros en las hipotecas y por ende en las familias, puesto que venimos de niveles históricamente bajos. Sólo habría que preocuparse si el alza fuera continua y acelerada, algo que tanto Carbó como el economista José Carlos Díez descartan de momento. A Carbó sí le preocupa, sin embargo, los efectos que puedan darse por el tipo de cambio, sobre todo teniendo en cuenta que el comercio internacional no atraviesa por su mejor momento a causa de las amenazas y políticas proteccionistas del presidente estadounidense, Donald Trump.
Así, en su opinión, sí pueden producirse efectos negativos por el encarecimiento de las exportaciones de bienes y servicios, y del turismo. "Deberíamos aumentar el comercio de bienes competitivos con el exterior, es por donde debemos crecer, y un euro caro puede afectarnos negativamente", asegura.
Díez considera que el PIB pueda frenar algo su ritmo de expansión y dejar de crecer a tasas anualizadas del 2,5 por ciento. Sin embargo y si no hay otro evento como la crisis con Corea, los efectos serán limitados.