
David E. Weinstein, experto en finanzas, macroeconomía y comercio internacional de la Columbia University, donde dirige el Departamento de Investigación sobre Economía Japonesa, forma parte de la Oficina Nacional de Investigación Económica, del Consejo de Relaciones Internacionales y del Federal Economic Statistics Advisory Committee.
Anteriormente, trabajó en la Reserva Federal y formó parte de su Consejo de Gobierno. Weinstein fue uno de los ponentes principales del European Research Workshop in Internacional Trade (Erwit) 2017, celebrado en Valencia y organizado por el Centre for Economic Policy Research y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie).
Las políticas de Trump y el 'Brexit' arrojan sombras sobre la evolución del comercio internacional. ¿Cuál puede ser el efecto real?
Las políticas proteccionistas de Trump en Estados Unidos y las derivadas del Brexit en Reino Unido van a dañar ambas economías. Los británicos van a perder acceso a mercados de la Unión Europea y Estados Unidos, a los mercados asiáticos. Una de las primeras decisiones ejecutivas de Trump fue la salida de Estados Unidos del Tratado Transpacífico (TTP). En la Unión Europea, existen muchas incertidumbres y habrá que renegociar un gran número de acuerdos internacionales. Las empresas no saben bien qué va a suceder y eso puede frenar ciertas inversiones a corto plazo. A largo plazo, habrá pérdidas asociadas a las empresas exportadoras, por las mayores dificultades de acceso a los mercados de Reino Unido y Estados Unidos y, en sentido inverso, por unas tasas más altas a la importación de productos de ambos países, que afectarán al consumidor. Además, veremos impactos negativos en el empleo.
¿Qué tipo de efectos pueden tener las políticas en el mercado laboral?
Las políticas de Trump van a afectar a la productividad. Los grandes cambios en esta materia han llegado de la mano de empresas como Apple, que se focalizan, principalmente, en la innovación. Si empezamos a proteger el sector industrial manufacturero y los profesionales dejan de ser ingenieros para volver a ser operarios de ensamblaje, empleos de menor cualificación y que no cuestan tanto, sus condiciones laborales y de vida irán a peor. El gran problema de la globalización y los avances tecnológicos es que se valoran las ganancias totales, pero no se piensa lo suficiente en cómo compensar a las personas que han perdido sus empleos.
¿Cómo puede afrontarse esta situación?
Lo que hay que hacer es apoyarlas y facilitar su transición a otros puestos de trabajo con mejores condiciones, con un mayor esfuerzo en educación y formación. La gente no quiere ayudas del Gobierno, sino buenos empleos. Siempre ha sido así. Hace 100 años, en Nueva York había dos millones de caballos; con el tiempo, la industria del automóvil se desarrolló y esa industria colapsó. Ahora vivimos en una etapa de desarrollo de las fórmulas colaborativas de uso del transporte, y muchos países, incluyendo España, están definiendo cómo van a hacer frente a ese cambio tan grande. La evolución es constante y todo cambio requiere de una adaptación.
¿Es factible para una gran economía hoy en día avanzar en sentido contrario a la globalización?
Hay mucha desinformacion y muchos malentendidos sobre la globalización. Resistirse a la globalización es como resistirse a los avances tecnológicos. Es cierto que hay algunos casos en los que la globalización se ha revertido, como, por ejemplo, Corea del Norte, pero no han tenido un resultado positivo. No creo que sea ese el camino hacia el que vamos, pero sí vamos hacia un mundo donde habrá una ralentización y algunos pasos hacia atrás en la globalización.