
De qué manera sostener las pensiones ante el crecimiento de la esperanza de vida es una de las cuestiones que se plantean la mayoría de los países de la Eurozona desde hace tiempo. Alemania, adalid de la prosperidad económica mientras otros países presentaban dificultades, es uno de los lugares donde el envejecimiento es más evidente.
Su pirámide de población ya tiene forma de rombo, con las mayores tasas en rangos de 50 a 64 años, y se espera que en el futuro se llegue a una forma invertida, lo que significaría que habría más población en torno a los 70 años que jóvenes de 30, por ejemplo.
Especialmente llamativo es el rango de los niños de 0 a 4 años, cuya barra es una décima inferior a la de los mayores de 75. Por eso, a pesar de los estímulos al nacimiento que el gobierno de Angela Merkel está introduciendo, también necesitan aumentar el presupuesto para las prestaciones a la jubilación. La partida actual contempla 91.000 millones de euros, un 28 por ciento de los presupuestos totales y el 66 por ciento de lo destinado al Ministerio de trabajo, dirigido por la socialdemócrata Andrea Nahles.
Se calcula que para 2021 se rebasarán los 103.000 millones, a pesar de que la potencia germana no deja de crear nuevos empleos, batiendo sus propios récords, y tiene un porcentaje cada vez más alto de inmigración juvenil (en la que se incluyen los refugiados que ha acogido estos dos últimos ejercicios, en su mayoría familias de menos de 45 años).
Una reforma esperada
Una profunda reforma lleva en el planteamiento de la Gran Coalición ya varios meses, pero no se ponen de acuerdo para materializarla, aunque se espera que se haga, como tarde, después de las elecciones a la cancillería del 24 de septiembre. La ministra Nahles advierte de que "tenemos grandes retos en torno a las pensiones".
"A partir de 2020 se notará el descenso de la tasa de nacimientos. La presión demográfica sobre la revalorización de las pensiones continuará y cada vez menos jóvenes tendrán que financiar las pensiones de muchos más mayores", declara en un reciente informe. Sus ideas pasan desde un complemento salarial a las pensiones más bajas y los discapacitados, como por el fomento de planes de pensiones empresariales que aseguren una vida digna en la vejez.
También planea incorporar algún tipo de protección a los trabajadores autónomos. Y lo fundamental: tender hacia el sistema mixto de pensiones, sirviéndose de las pensiones Riester. La idea es destinar 53.000 millones a las pensiones públicas, 16.500 a las Riester y 20.400 a planes empresariales.
A pesar de las iniciativas, hay incertidumbre sobre su buena praxis. El parlamentario de CDU/CSU Michael Fuchs declaró al diario alemán Frankfurter Allgemeine que "el presupuesto para pensiones del ministerio de Nahles ya es más que inestable". A su juicio "una verdadera reforma en el sistema de pensiones pasa por que el presupuesto dedicado a ello caiga", dijo, "así el mayor peso no caería en los contribuyentes". Según cifras del Ministerio de trabajo alemán, de cada 100 personas de la población activa con capacidad de trabajar, 35 alcanzarán la edad de jubilación. En 2030 la cifra subirá a 55.
Estas estimaciones también aseguran que en 2030 la curva que mide el nivel de estabilidad de las pensiones descenderá hasta el 46% y el objetivo que se marcan es paralizarlo ahí. Hoy es sólo dos puntos superior y sigue tendencia descendente.