
La crisis política en Brasil ha puesto en jaque una parte del negocio de las grandes cotizadas españolas. Si durante el primer trimestre la mejora de la moneda local y la estabilización de la economía engrosaron los ingresos en un 30 por ciento, el escándalo de corrupción y el peligro de caída de Gobierno pueden hacer desaparecer esta mejora en los próximos meses si, como se teme, acaba afectando a la leve recuperación.
En relación a sus ingresos globales, las mayores firmas del Ibex, aquellas que tienen más diversificados sus negocios, se juegan de media el 7 por ciento de la cifra.
Durante los primeros tres meses de este año, la apreciación del real brasileño -subió un en torno al 28 por ciento- afectó positivamente en las cuentas de resultados de las compañías españolas, especialmente en el caso del Santander, Telefónica, Mapfre, Dia o Abertis, entre otras, con intereses importantes en la región.
Esto, unido a la situación de estabilidad política que existía en la región latinoamericana ha permitido que las grandes cotizadas repatriaran más volumen de euros a España. Sin embargo, no en todos los casos ha afectado por igual. El buen comportamiento del real brasileño ha permitido a algunas compañías salvar sus resultados de enero a marzo, mientras que en otros casos, se ha combinado con un negocio que ya prosperaba en el país.
Uno de los mejores ejemplos de este segundo punto se encuentra en la entidad presidida por Ana Botín, que batió previsiones de los analistas durante el primer trimestre de este año gracias, en buena parte, al buen comportamiento del mercado brasileño -el beneficio atribuido del país carioca representó el 26 por ciento del total-.
El beneficio atribuido del Santander en Brasil fue de 634 millones de euros, con un aumento del 77 por ciento interanual debido en parte al fortalecimiento del real brasileño, pero también gracias a una buena evolución del negocio. Excluido el efecto del tipo de cambio, el beneficio atribuido creció un 38 por ciento.
Otro ejemplo similar es el de Mapfre, ya que Brasil se ha convertido en su segundo mercado por benefico y primas (obtuvo 1.255 millones de euros, un 20,5 por ciento del total).
Gas Natural, sin embargo, mejoró sus cifras por la relación de las dos monedas en los primeros meses del año. Así, registró un beneficio bruto de explotación (ebitda) de 1.104 millones de euros en el primer trimestre. La aportación de Brasil al beneficio bruto de explotación total representa un 32,9 por ciento. Descontando la apreciación del real, el ebitda de la compañía gasista en el país carioca se hubiera reducido un 4,2 por ciento.
Por su parte, Dia registró una ralentización en sus ventas en Brasil que la compañía atribuye a una ralentización del consumo. La previsión de que en los próximos meses se reactive esta actividad puede verse truncada si se ahonda la crisis política.
Otra de las grandes multinacionales españolas, Telefónica, recibe el 24,5 por ciento de sus ingresos totales en Brasil, donde destina recursos importantes para desarrollar la fibra óptica. En el primer trimestre, como la mayoría de empresas, experimentó una aceleración de sus ingresos, pese a sus problemas con la regulación. La evolución del real brasileño no fue ajena al incremento de su cifra de negocio, que pasó de los 2.431 millones de euros a los 3.165 millones de euros recaudados hasta marzo.
Abertis, que tiene uno de sus focos de inversión en el exterior en Brasil, ha visto como el peso de este país ha pasado del 14 por ciento en el primer trimestre del año pasado al 17 por ciento en este arranque de ejercicio.
Las cifras de estas empresas, y de otras que invierten en este mercado, se podrían ver afectadas en mayor medida en función de la gravedad de la crisis. Brasil representa, junto con México, la mayor economía del continente latinoamericano y ante una nueva crisis, según señalan los expertos, el riesgo de contagio sería alto.
Además, compañías que en principio no se verían afectadas por el riesgo de Brasil, si lo serían en esta segunda oleada, cuando se alcanzara otros países.
Por lo pronto, este es un escenario aún alejado de la realidad, pero la fragilidad política en Brasil hace que se despierten temores de deterioro en la región.