Economía

Cae la tasa de paro en Italia por el descenso de la población activa

  • El récord de trabajadores desanimados cuestiona la reforma laboral
El primer ministro italiano, Paolo Gentiloni.

"Cae el desempleo, incluso entre los jóvenes. El compromiso con las reformas da frutos y sigue adelante". El primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, celebró así en Twitter, la semana pasada los últimos datos (provisionales) difundidos por el instituto transalpino de estadística Istat. La tasa de desempleo en Italia descendió en febrero al 11,5%, un 0,3% menos que en enero y un 0,2% en tasa interanual.

Según los datos del instituto de estadística, los desempleados transalpinos en febrero llegaron a los 2.984.000, lo que supone 83.000 personas menos respecto a enero y 18.000 respecto a febrero de 2016.

No se trata de una caída impresionante, pero en un momento en el que los datos económicos son muy poco alentadores para Roma, el Gobierno de Gentiloni quiso celebrar la noticia por todo lo alto. Además, el instituto Istat indicó un descenso en el paro juvenil, una de las plagas del mercado laboral italiano, el cual cayó un 1,7% respecto al mes anterior y se situó en el 35,2%, mientras que bajó un 3,6 puntos porcentuales respecto a febrero del pasado año.

El mensaje de Gentiloni sugiere que la mejora del empleo se debe a las reformas, con referencia implícita a una de las medidas estrella del anterior Ejecutivo de Matteo Renzi, el llamado Jobs Act. Se trata de la reforma laboral que consiguió abaratar y agilizar el despido, algo que los Gobiernos conservadores de los últimos veinte años no habían logrado aprobar, y que abolió el artículo 18 del Estatuto de Trabajadores que reglamentaba el despido improcedente. Anteriormente el juez podía obligar la empresa a reincorporar el trabajador y, en todo caso, tenía la facultad de establecer la indemnización. El Jobs Act impide la reincorporación y fija la indemnización en un máximo de seis meses de sueldo.

Sin embargo, a pesar de que la abolición del artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores se ha convertido en el punto más debatido y controvertido de la reforma, toda la creación de empleo generada por el Jobs Act se debe a otra medida: las desgravaciones fiscales para las nuevas contrataciones. El problema es que cuando las desgravaciones se han detenido, las empresas han parado de contratar gente. Así, los últimos datos del instituto nacional de estadística indican que en febrero se crearon 294.000 nuevos empleos, de los cuales menos de la mitad, cerca de 102.000, son por tiempo indefinido.

"El Jobs Act no está produciendo los efectos esperados, la lógica de las desgravaciones provisionales fue equivocada. Una vez que se han acabado, ha vuelto a crecer el trabajo temporal y autónomo", comentó a la prensa Cesare Damiano, miembro del mismo partido de Renzi y presidente de la Comisión de Trabajo del Congreso de Roma.

Los italianos, "desanimados"

Además, Gentiloni parece olvidarse de otro problema estructural del mercado laboral italiano: incluso cuando el paro cae, en el país transalpino el número de trabajadores no aumenta. El espejismo se debe al hecho de que el desempleo en Italia disminuye no porque hay más puestos de trabajo, sino porque hay menos gente que busca activamente un empleo.

Es el fenómeno de los trabajadores "desanimados", en el que Roma tiene el récord europeo: en febrero 51.000 personas (un 0,4% más con respeto al mes anterior) dejaron de buscar trabajo, aumentando el número de "trabajadores inactivos", los cuales superan los 3,5 millones en Italia.

De hecho, los últimos datos del instituto nacional de estadística, los mismos que para el primer ministro italiano indican que las reformas "dan frutos", revelan que la tasa de inactividad (o sea las personas que ni trabajan, ni buscan trabajo) registrada en febrero fue de un 34,8%, lo que supone un 0,1% más respecto al mes de enero.

No hay que olvidar, además, que el dato del desempleo en Italia no incluye a los trabajadores afectados por expedientes de regulación de empleo que reciben un subsidio a la espera de que la empresa para la que trabajan se recupere, o como ocurre más a menudo, cierre de manera definitiva.

Las dinámicas problemáticas del mercado laboral italiano son incluso más evidentes cuando se mira al nivel de empleo registrado en febrero, que se mantuvo estable respecto al mes anterior, al 57,5%. La estabilidad se debe sobre todo a un aumento de las personas mayores de 50 años con empleo. Es decir, mientras caen el resto de los tramos de edad, crece el número de empleados próximos a la jubilación. Ello, no es un efecto positivo de la reforma laboral sino la consecuencia negativa de las últimas reformas de las pensiones que aplazan la edad de la jubilación.

El problema es que, pese a las reformas del mercado laboral (no solo con Renzi, sino también con el anterior Gobierno tecnócrata de Mario Monti), la tasa de actividad sigue sin subir. Los trabajadores en Italia han vuelto a niveles de 2004, tras registrar una ligera flexión en 2013 cuando la tasa llegó al 55%. Una señal que, a pesar de las celebraciones de Gentiloni y de su antecesor Renzi, el problema del país es más profundo y afecta a la economía en su conjunto.

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