
Hoy hemos conocido los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente a 2016: el paro baja en 541.700 personas en 2016, hasta niveles de 2009. La cifra lleva días provocando una comprensible expectación ya que es una oportunidad de hacer balance en datos de empleo a un año atípico marcado por una interinidad institucional que abarcó el ejercicio casi en su totalidad.
Finalmente, con los datos en la mano, cabe concluir que esa excepcionalidad apenas se notó y que la EPA del cuarto trimestre fue la que cabía esperar de una economía que siguió creciendo a un ritmo récord con fuerte contribución tanto de la demanda interna como del sector exterior.
Sólo cabe felicitarse, por tanto, de una bajada de más de 540.000 parados en en el conjunto de 2016, lo que deja la tasa de paro por debajo del 19% de la población activa, y de una creación de empleo de 414.000 nuevas afiliaciones.
Pese a lo abultado de las cifras, no debe perderse de vista que 2015 fue un año aún mejor en lo que respecta a disminución del paro, ya que fueron más de 600.000 personas las que en la encuesta del Instituto Nacional de Estadística (INE) admitieron encontrarse fuera de la situación de desempleo. Es significativo que no haya logrado batirse ese récord en un año como 2016, en el que el PIB avanzó a una tasa del 3,3%, el crecimiento del turismo fue histórico y las previsiones para la campaña navideña eran muy halagüeñas.
La EPA, por tanto, puede estar ya evidenciando un cierto agotamiento en el mercado laboral, una advertencia que debe tenerse en cuenta para que la tendencia no vaya a más en 2017. Es previsible que así ocurra en la medida en que todas las expectativas apuntan a que el PIB sufrirá una marcada desaceleración hasta el 2,5%, con el riesgo de que la ralentización vaya a más por causa de un debilitamiento del comercio exterior a escala global provocado por el resurgir del proteccionismo.
Conviene estar alerta ante ese escenario y preservar, ahora más que nunca, los efectos del que ha sido el gran dinamizador del empleo en los últimos años, la reforma laboral. El Gobierno se encuentra en situación de debilidad parlamentaria pero sería una completa equivocación prestarse a un debilitamiento de sus líneas maestras como canje para lograr acuerdos.
En paralelo, el sostenimiento de la reforma tiene que verse acompañado de un alejamiento de un camino erróneo como el ya tomado para atajar el déficit público por la vía de elevar la tributación de las empresas. Ahondar en el método de seguir elevando Sociedades y las cotizaciones sociales lastrará la creación de empleo y hará imposible una reducción rápida y contundente de una tasa de paro que aún se encuentra en niveles muy altos para los estándares europeos.