
La tasa internual de la inflación ha marcado máximos de dos años en la eurozona y se espera que siga al alza, lo que complica obtener buenas rentabilidades en inversiones conservadoras.
Winter is coming. A los miles de seguidores de Juego de Tronos esta frase les resultará de lo más familiar. Ese invierno que llega acarrea para los Siete Reinos el mundo imaginario en el que se desarrolla la serie, un peligro real, quizá el peor de todos, ya que supone la entrada en su mundo de los caminantes blancos, unos seres que amenazan con destrozar a toda la raza humana. En el mundo de la inversión, a día de hoy, la mayor amenaza, la que puede destruir toda cartera de inversión no es ni una victoria de Donald Trump en EEUU, ni las subidas de tipos en EEUU, ni lo que suceda en China. Es algo mucho menos exótico como la inflación, y el efecto que una subida como la que ya se está empezando a ver tenga en las inversiones, sobre todo en las de renta fija. Y es que no es casualidad que cuando se ha empezado a hablar de tapering en Europa -o lo que es lo mismo, a poner fecha de caducidad a las compras de deuda que está llevando a cabo el BCE-, haya coincidido con un repunte de la inflación. Y teniendo en cuenta que esas compras son lo que está detrás de las rentabilidades de la deuda de los últimos años, se puede concluir que el fin de ese rally llegará, si no antes, en cuanto el BCE decida no salir más de compras y la inversión en deuda pública con rentabilidades inferiores a las de la inflación dejen de tener sentido.
De momento, en septiembre, en la eurozona, la tasa interanual alcanzó el 0,4 por ciento, el doble que en agosto y su mayor tasa desde octubre de 2014, según el dato definitivo publicado por la oficina comunitaria de estadística, Eurostat. Un repunte que no es casual, sino causal, ya que en él mucho tiene que ver la recuperación de los precios del petróleo, que va a provocar que, según los datos de HSBC ya contribuya positivamente al IPC europeo a partir del mes de diciembre de este mismo año. "La alta inflación en la eurozona está aquí para quedarse", afirma contundente Philippe Waetcher, economista jefe de Natixis AM, y las previsiones de los gestores de fondos parecen secundar esta idea ya que, según la última encuesta a gestores elabarorada por Bank of America Merrill Lynch, el 70 por ciento de los encuestados pronostica una inflación más alta, máximo de los últimos dieciseis meses.
¿Por qué influye en la inversión?
De momento, esta tasa interanual en la eurozona se ha quedado en el 0,4 por ciento y eso implica que ese es el mínimo de cupón que hay que exigirle a cualquier bono de los que cotizan en mercado y, con datos de Bloomberg, a corto plazo (2 años) no hay ningún bono público europeo que cotice por encima de ese nivel, y a medio (5 años) sólo ofrecen cupones superiores al 0,4 por ciento países como Reino Unido o Portugal. Pero es que, además, ese 0,4 por ciento también debería ser el mínimo de rentabilidad que se debe exigir a cualquier producto de inversión, por muy conservador que sea éste. "Un inversor conservador debe tener su benchmark en la inflación, uno arriesgado en el S&P500 y uno moderado en la inflación más 1,5 ó 2 por ciento", afirma Antonio Salido, de Fidelity.
El problema es que el cliente más conservador tiene "alternativas nulas a día de hoy y lo va a tener más complicado con una inflación al alza", apunta Javier Monjardín, de Tressis. De hecho, la rentabilidad media que están dando los depósitos a un año es de apenas el 0,19 por ciento y en los fondos monetarios, los que más se asemejan a los depósitos, el 60 por ciento ya da en los últimos doce meses rentabilidades inferiores a ese 0,4 por ciento, por no mencionar que muchos están dando pérdidas. Sin embargo, quien haya optado por subir algún que otro escalón en su escala de riesgo está teniendo más suerte, ya que aumenta el porcentaje de productos que sí consiguen superar la inflación. Por ejemplo, en renta variable lo logran el 65 por ciento de los fondos de los que se venden en España y en renta fija lo consiguen el 87 por ciento gracias al rally de los últimos meses. Sin embargo, lo previsible es que este porcentaje vaya cayendo a medida que se desinfle la euforia por la inversión en deuda europea soportada por el menguante programa de compras del BCE. "En un entorno de crecimiento estable, aunque sin brillo, e inflación al alza, el BCE no tendrá que aplicar muchos más estímulos más allá de una pequeña prórroga de su programa actual de relajación cuantitativa, que a día de hoy está previsto que finalice en marzo de 2017", apunta Anna Stupnytska, economista global de Fidelity.
Pero, ¿por qué es tan importante la inflación para medir el rendimiento de una cartera? Aquí entra en juego lo que en el argot financiero se conoce como rentabilidad real, que no es otra cosa que la diferencia entre la rentabilidad que te da una inversión y la inflación. Por ejemplo, si ganas con una inversión un 3 por ciento, pero vives en un país con una tasa de inflación del 2 por ciento, la rentabilidad real sería de un 1 por ciento, ya que el resto sirve para compensar el aumento del coste de vida, por lo que no contabiliza como ganancia.
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