
Un ex senador del partido Rusia Unida, del mandatario Vladimir Putin, se dedicaba a canalizar el flujo de dinero negro de una banda mafiosa antes de ser nombrado miembro del consejo directivo y vicegobernador del Banco Central de Rusia. Esa es la demoledora conclusión de una investigación dirigida por la Guardia Civil en España, y que sitúa a Alexander Torshin en el centro de una trama criminal internacional.
Según los investigadores españoles, el actual vicegobernador del instituto emisor ruso asesoró a la poderosa y temible Taganskaya a blanquear su dinero utilizando una red financiera que se apoyaba en propiedades y cuentas bancarias radicadas en terreno español.
El nombre de Torshin se repite numerosas veces en los informes que los policías españoles elaboraron entre 2010 y 2013, y que sirvieron para meter entre rejas a Alexander Romanov, el líder de esa mafia rusa en nuestro país y que, según la Guardia Civil, estaría situado en un peldaño inferior al del político ruso.
Romanov, por cierto, reconoció los cargos que se le imputaban y cumple ahora condena de cuatro años de cárcel por realizar operaciones de lavado de dinero por valor de 1,7 millones de euros.
El actual responsable de la política monetaria en Rusia se ha defendido de estas revelaciones y afirmaba esta semana que conoció al condenado en los años 90, cuando ambos trabajaban en el Banco Central y éste era su subordinado.
La investigación recogió sin embargo varias conversaciones entre ambos entre 2012 y 2013, que junto a documentos encontrados en una propiedad de Mallorca, demostrarían una relación más que fluida, pese a que Torshin la califica como "puramente social".
Conexiones con Trump y el FSB
¿Qué hace alguien con contacto directo con la mafia en un puesto de tanta responsabilidad? ¿Cómo es posible que Putin autorizase su nombramiento en 2015? Sergey Aleksashenko, el que fuera jefe de Torshin entre 1995 y 1998, lo explica usando tres siglas: FSB.
Según Aleksashenko, que ahora trabaja para la Brookings Institution en Estados Unidos, y que fue director de la oficina de Merrill Lynch en Moscú, son los excelentes lazos del polémico político con el organismo sucesor de la KGB los que han facilitado una designación que sería impensable que Putin no hubiese sancionado.
Aunque resulta imposible confirmar esos vínculos de Torshin con el servicio secreto ruso, sí hay una conexión del político con las armas que es pública y notoria. Su rocambolesca figura ha cruzado el Atlántico, puesto que el político a la sombra de la mafia es socio de número de la Asociación Nacional del Rifle estadounidense.
El propio Torshin presume de ello y muestra, a quien quiere verlas, fotografías de una comida junto con Donald Trump Junior, el hijo del candidato a presidente de Estados Unidos a quien el financiero ruso dice también haber conocido personalmente. Trump, por cierto, no desmiente esa relación.