Economía

Putin restablece los puentes con la élite europea a pesar de las sanciones

El presidente ruso, Vladimir Putin. Reuters.

Rusia ha encontrado en el annus horribilis que está sufriendo Europa en este 2016 el mejor aliado para terminar con el ostracismo al que le tenían condenado los socios europeos y, por extensión, el capital occidental por las sanciones impuestas por EEUU y la UE.

El recrudecimiento de la amenaza terrorista y la necesidad de contar con Moscú para derrotar al autodenominado Estado Islámico en Siria; el riesgo real de fractura de la UE, por el referéndum en Gran Bretaña este jueves; o las dificultades para relanzar el crecimiento económico, también afectado por la prohibición de realizar negocios con sectores del gran vecino ruso, han provocado el acercamiento entre Bruselas y el Kremlin, escenificado durante el Foro Económico Internacional de San Petersburgo.

El evento, considerado 'el Davos ruso' y que concluyó el pasado sábado, celebró su vigésima edición con un récord de 10.000 asistentes del sector público y privado, según cifras de la organización. Más de 3.000 periodistas de todo el planeta habían solicitado acreditarse para la cita, de la que elEconomista fue el único medio asociado en español invitado al foro.

Además de conseguir atraer a una treintena de responsables de multinacionales, el presidente ruso, Vladimir Putin, buscaba normalizar relaciones con el mundo occidental en un momento en el que su economía sufre por las sanciones y la caída de los precios de la energía.

Como reconocen tanto asistentes por parte de la comunidad occidental como rusa, ambos lados se necesitan en un momento tan complicado, donde la extrema volatilidad obliga a retomar "males conocidos". Por eso, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, dijo ante un auditorio repleto con varios millares de representantes de la élite rusa que los europeos quieren construir "un nuevo puente" con Rusia.

El objetivo es superar una complicada relación, agitada mucho antes de que estallara el conflicto en Ucrania, pero definitivamente rota tras la anexión ilegal de Crimea y la intervención rusa en las provincias ucranianas orientales, que terminaron por provocar las sanciones de la UE.

Tal y como recordó Juncker, y repitió al día siguiente en el mismo foro el primer ministro italiano, Matteo Renzi, visto entre los más próximos a Rusia entre los 28, la única manera para levantar las sanciones es que Rusia cumpla totalmente con los acuerdos de Minsk, y colabore en consolidar el alto el fuego en las provincias rebeldes que apoya en Ucrania oriental.

Las sanciones, se mantienen

A pesar de que los europeos renovarán las sanciones en los próximos días, Juncker y Putin restauraron los canales de diálogo. Tras más de dos horas de reunión el pasado jueves, en un buen ambiente, ambos acordaron mantener un "contacto estrecho", según contaron fuentes de ambas partes. Según explicó el embajador ruso ante la UE,Vladímir Chizhov, se acordó retomar el diálogo a varios niveles, incluido el más alto con la posibilidad de retomar las cumbres UE-Rusia porque "estamos obligado a ello", comentó a elEconomista.

Rusos y europeos volverán a hablar sobre temas aduaneros, migratorios o de cooperación científica.

Sin embargo, Chizhov indicó que, según tiene entendido, las sanciones no formaron parte de la discusión entre ambos lados porque "no forma parte de nuestra agenda".
"Esto es un problema que se han creado los propios europeos, por lo tanto cuando lo solucionen saben donde encontrarnos", dijo.

Un problema que para los autodenominaros "amigos" de Putin en la UE, como el ex-presidente Nicolás Sarkozy, representa un obstáculo "artificial" que deben superar ambos vecinos. Pero el francés, que fue otro de los centros de atención del foro, pidió que Putin dé el primer paso levantando el embargo que impuso como represalia a los productos agrarios europeos.

En Moscú, más aún que las sanciones, preocupa el futuro del nuevo gasoducto North Stream 2, que pretende doblar la vía que lleva el gas ruso directamente hasta Alemania sorteando Ucrania. Es un proyecto que no gusta en Bruselas, dado el posible impacto medioambiental y sobre todo el nuevo incremento de la dependencia energética del gas ruso, actualmente casi un tercio del total que importa la UE, cuando Bruselas intenta precisamente lo contrario.

Sin embargo, se alinean con claridad los intereses de Gazprom y de una importante parte del mundo de los negocios a este lado, sobre todo en Alemania. Desde el gigante gasístico ruso apuntaron que precisamente este nuevo proyecto mastodóntico, en el que están involucradas firmas de media docena de socios de la UE, "tiene un enorme potencial que podría dar esperanza a la relación estratégica", según contó su número dos, Alexander Medvedev.

Mientras, el propio Putin quiso lanzar un discurso sobre las oportunidades y retos que traerá el futuro, sin atascarse en las dificultades de la relación bilateral presente. Un futuro en el que Juncker le había recordado la víspera que "una sociedad pacífica y prospera solo puede ser construida basada sobre las libertades fundamentales, la democracia, los derechos humanos y el Estado de Derecho". Pero un porvenir sobre el que las mujeres apenas pudieron opinar el foro, con una participación femenina muy reducida en los paneles.

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