
La Eurozona, EEUU, Japón y el Reino Unido tienen un serio problema con la deuda pública. No sólo por el tamaño de la misma, también por las grandes dificultades a las que se van a tener que enfrentar para reducirla. Al contrario que en otras épocas, la inflación no parece que vaya a ser un aliado de los países para reducir el valor real de la deuda. El crecimiento económico tampoco goza de la fortaleza para llevar a la deuda sobre PIB a niveles sostenibles. De modo que las alternativas son dos: agudizar los ajustes fiscales con el consecuente sufrimiento para los ciudadanos o recurrir a los impagos parciales, una decisión que también tendría importantes consecuencias.
La deuda pública de la Eurozona supera el 90% de PIB, con algunos países como Grecia, Italia, Portugal o Bélgica cuyo endeudamiento deja atrás el 100% del PIB. La nota positiva dentro del área euro la ponen Alemania e Irlanda, dos países que están consiguiendo reducir su deuda pública gracias a un crecimiento económico sólido, cierta disciplina fiscal y otros factores que han influido de forma positiva sobre el crecimiento y la creación de empleo en estos países.
Fuera del área euro, Japón cuenta con una deuda pública que es igual al 230% de su PIB, la de EEUU supera ligeramente el 100% de su producción, mientras que la del Reino Unido es del 89% sobre el PIB. Todas estas regiones están fuertemente endeudadas, los precios crecen poco o nada y se prevé que su producción o PIB tampoco lo haga a los niveles vistos antes de la última crisis.
Desde la firma de inversión Natixis, se cree que "los mercados financieros están preocupados por este elevado nivel de deuda pública, algo que se aprecia en las variaciones de los Credit Default Swap (CDS)".
La dificultad del escenario
El panorama es complejo, puesto que el camino más sencillo sería el crecimiento de la inflación doméstica como resultado de un incremento de la demanda y de los costes laborales unitarios. Sin embargo, los países están buscando inflación a cualquier precio, incluso inflación importada. Este tipo de inflación "llega por la depreciación del tipo de cambio o por un incremento de los precios de las materias primas, lo que reduce los ingresos del país e incrementa los ratios de deuda", explican desde la firma financiera francesa.
Por otro lado, el estancamiento de la productividad está lastrando el crecimiento económico en Occidente. Los incrementos de la productividad son los que permiten el crecimiento real del PIB. Por tanto, sin crecimiento real (productividad) ni crecimiento nominal (precios), la deuda pública sobre PIB parece condenada a mantenerse en niveles históricamente altos.
Ahora, la situación no parece alarmante gracias a las políticas ultra-expansivas de los bancos centrales. No obstante, "esta situación de tipos a largo plazo insólitamente bajos no puede perpetuarse... Hay un límite, los balances de los bancos centrales no pueden crecer eternamente", aseguran desde Natixis.
De modo que las opciones para reducir la deuda pública son implementar una férrea austeridad fiscal o impagos parciales. Por un lado, la austeridad puede tener efectos adversos sobre el crecimiento económico, mientras que por otro lado, la dificultad para financiarse en los mercados tras un impago de deuda termina obligando a los países a cuadrar sus cuentas. De modo que ambas soluciones desembocan en un final muy parecido.