
Hace apenas una semana el primer ministro francés, Manuel Valls, descartaba aprobar por la fuerza su controvertida reforma laboral. Sin embargo, la falta de apoyos parlamentarios y la oposición entre las propias filas socialistas, que termina de fracturar el frente de izquierdas galo, ha llevado al Gobierno a obviar al Parlamento y sacar adelante por decreto la flexibilización de las leyes de protección laboral.
Tras constatar la falta de consenso, el Ejecutivo dio el martes luz verde a Valls para recurrir al artículo 49.3 de la Constitución, que otorga al primer ministro la posibilidad de "asumir la responsabilidad del Gobierno ante la Asamblea sobre el voto de un proyecto de ley".
Valls se mostró tajante en la Asamblea Nacional al afirmar que "la reforma debe efectuarse" porque "las relaciones salariales y los derechos de los empleados deben progresar". Horas antes habían fracasado los intentos del primer ministro para conformar una coalición in extremis ofreciendo pequeñas concesiones a los diputados que se niegan a aprobar un texto que, en su opinión, facilita los despidos.
Precisamente la flexibilidad en el despido es uno de los puntos más polémicos de la reforma. Hasta ahora, las empresas debían probar ante la Justicia el cese de su actividad o la necesidad de reorganización para despedir por motivos económicos. Con la reforma, las condiciones para el despido por este motivo se limitan a cuatro trimestres consecutivos de merma en los beneficios o dos de pérdidas.
También se modifican las indemnizaciones por despido, que antes establecía un tribunal. El Ejecutivo pretendía fijar un techo para los despidos abusivos, pero la presión sindical ha suavizado este límite hasta establecer un baremo que sirva de referencia a la Justicia.
Contra las cuerdas, también, la semana laboral de 35 horas. La propuesta del Gobierno socialista no acaba con esta medida icónica de la izquierda pero introduce la posibilidad de trabajar hasta 48 horas, incluyendo un máximo de 60 "en circunstancias excepcionales y con autorización previa".
Hollande se supedita al paro
Tras dos meses de movilizaciones, Valls recurre a la cláusula 49.3 por segunda vez tras evitar al Parlamento el año pasado para aprobar la ley de liberalización económica Macron, que alude al ministro de Economía, Emmanuel Macron.
Una derrota en el Parlamento se habría traducido en un duro golpe para el ya impopular presidente François Hollande, quien ha supeditado su candidatura a la reelección el próximo año a reducir la tasa de paro, estancada por encima del 10%.
El sector socialista más rebelde ha calificado la elusión de la votación parlamentaria de "antidemocrática" y la oposición conservadora y centrista ha anunciado la presentación de una moción de censura para la que necesitan a 60 diputados de izquierdas. Por su parte, los sindicatos han convocado dos nuevas jornadas de huelgas y manifestaciones para los días 17 y 19 de mayo, que se suman a la de hoy.