
El 'helicóptero del dinero' es sin duda la política monetaria/fiscal más controvertida en la historia moderna de la economía. Hoy son muchos los economistas que defienden su uso en la Eurozona o Japón, pero también otros tantos los que la rechazan por sus posibles consecuencias. Por el momento, el BCE se ha mostrado tajante: "El helicóptero no está sobre la mesa". Parece que las experiencias de algunos países como Argentina tienen más fuerza que la 'desesperación' del BCE por lograr inflación.
En una entrevista reciente a Peter Praet en Il Sole 24 Ore, el economista jefe del BCE volvía a insistir: "Permíteme que reitere que el helicóptero del dinero es un tema que no estamos discutiendo ni considerando... Todas las herramientas convencionales y no convencionales están disponibles, pero no estamos analizándola en este momento".
Como señalan desde The Wall Street Journal, la experiencia de Argentina con el helicóptero del dinero explica por qué los bancos centrales se muestran reacios a implementar esta política. Esta herramienta que se suele utilizar para incrementar el gasto público o recortar impuestos, financia de forma permanente un incremento de la oferta de dinero. El banco incrementa la oferta de dinero sin recibir un activo a cambio. Es decir, no existen límites para 'imprimir'.
Argentina desde 2001
Esta tentadora forma de financiar el déficit se implementó en Argentina durante años. Después de que en 2001 el país incumpliese sus obligaciones financieras, el Tesoro del país tenía muy complicado emitir nueva deuda a un coste razonable para financiera el déficit público. Parece lógico que si un país impaga y hace perder millones de dólares a los tenedores de bonos, los inversores muestren ciertas reticencias a la hora de volver a prestar dinero a ese país.
De modo que Argentina tenía dos opciones: una era recortar el déficit vía subidas de impuestos y reducción del gasto público. La otra, convertir al banco central en una institución dependiente del gobierno para que financiase el déficit público emitiendo más dinero. La segunda opción fue la elegida. Alfonso Prat-Gay, gobernador del banco central entre 2002 y 2004 explica a The Wall Street Journal que "el banco central se convirtió en prestamista de primer recurso para el Tesoro".
Como era de esperar, la inflación se disparó aunque nadie sabe con exactitud hasta qué niveles, puesto que la presidenta Cristina Kirchner y el instituto de estadística manipularon datos para que el índice de precios no mostrase las tasas reales de inflación. Según el FMI y varios economistas argentinos, no sólo se cambió la metodología del índice, sino que además los datos no correspondían a la variación real de los precios.
La financiación del déficit por el banco central fue un desastre para Argentina, según el diario estadounidense. Los precios subían con fuerza y erosionaban el poder adquisitivo de los más desfavorecidos, que son a la postre los que tienen menor poder de negociación salarial. Además, como las cifras oficiales no mostraban el crecimiento real de los precios, los salarios no se actualizaban con la misma contundencia con la que subían los precios.
Más que nunca, la inflación se convirtió en el impuesto de los más pobres, que veían con impotencia como su salario 'compraba' cada mes menos bienes y servicios. Mientras tanto, el MERVAL (principal índice de la Bolsa argentina) se convertía en el único instrumento para luchar contra la inflación. Esté índice se disparó entre 2010 y 2015 un 580%, una revalorización muy útil para los que tuvieran muchas acciones.
Argentina quiere cambiar
Mauricio Macri, nuevo presidente de Argentina, y su Gobierno han trabajado duro para llegar a un acuerdo con los bonistas que sufrieron el default en 2001. Además, se va a ir restringiendo la financiación del banco central al Tesoro, pero para ello es necesario que Argentina pueda volver a los mercados con normalidad, un proceso que ya ha comenzado. El lunes 18 de abril Argentina emitió deuda por primera vez desde 2001.
El Gobierno de Argentina quiere restaurar la separación entre política monetaria y política fiscal. La separación del banco central y del gobierno obliga a los políticos que dirigen el país a aplicar cierta disciplina sobre el presupuesto y a evitar ciertos excesos fiscales que terminen siendo contraproducentes.
Hasta el día de hoy, la financiación del déficit público por incrementos de la oferta monetaria del banco central no ha tenido buenos resultados, y su puesta en marcha supondría romper la independencia existente entre el BCE y los gobiernos de la Eurozona.