
A lo largo de esta semana está previsto que conozcamos la magnitud del agujero registrado en las cuentas públicas a lo largo del último año. Algunos organismos internacionales han venido advirtiendo las últimas semanas de que el déficit español podría cerrar 2015 en el entorno del 5% -frente al 4,2% comprometido con la Unión Europea-. Sin embargo, fuentes del Ejecutivo confían en poder ajustarlo para ceñirse, en la medida de lo posible, al 4,5% anunciado por el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, el pasado mes de febrero.
El problema es que, en el caso español, llueve sobre mojado, porque desde que se inició la crisis económica en 2007, el Gobierno solo logró ceñirse al déficit estipulado por la Comisión Europea en 2014 -cuando el conjunto de las Administraciones redujeron su desequilibrio hasta el 5,69%-.
Conscientes de ello, las autoridades europeas ya dieron un nuevo toque de atención al ejecutivo de Madrid a comienzos de año, durante la presentación de sus perspectivas económicas. Entonces incidieron en que nuestro país tiene pendiente un ajuste adicional de 8.000 millones de euros este ejercicio, en el que además debería situar su déficit en el 2,8%, es decir, en un nivel que le permitiese volver a cumplir con el Pacto de Estabilidad nueve años después de la primera desviación.
El desequilibrio autonómico
España tendrá que ajustarse más el cinturón, si bien, el principal reto está en corregir el saldo negativo de las comunidades autónomas y el de la Seguridad Social, que son los que con toda probabilidad volvieron a arrastrar al conjunto del país hacia un nuevo incumplimiento de sus metas el año pasado. Solo tenemos que pensar que, con los datos publicados por el ministerio de Hacienda hasta el mes de noviembre, el conjunto de las autonomías registraba un déficit del 1,31%, frente al 0,7 al que debieran despedir 2015.
Precisamente y, al margen de la Comisión, otros organismos ya alertaron de que, al tratarse de año electoral, era bastante probable que se produjera una desviación del límite fijado. Uno de los más pesimistas fue la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), que situó ese desequilibrio en el 1,5%, esto es, en más del doble de lo exigido.
Poco halagüeñas resultan, igualmente, las perspectivas sobre cómo cerrarán el ejercicio las cuentas de la Seguridad Social.
Seguridad Social deficitaria
En su caso, los expertos tampoco descartan que pueda doblar el 0,7% de déficit comprometido y lo achacan, fundamentalmente, a tres variables: la devaluación de los salarios, la inflación negativa y medidas de bonificación como la tarifa plana. Ni tan siquiera el incremento del número de afiliados en 500.000 personas servirá para compensar el efecto de estos tres factores. Hay que tener en cuenta, además, que diciembre suele ser un mes negativo para las cuentas de la Seguridad Social
Con unas comunidades autónomas y una Seguridad Social deficitarias, los economistas no descartan que el agujero del conjunto de las Administraciones alcance el 4,7% del PIB. Es la previsión que recoge, por ejemplo, Funcas, la fundación de las cajas de ahorros, y que coincide con las últimas estimaciones dadas a conocer por la Comisión Europea el pasado mes de enero. Otros servicios de estudios privados, como el del Banco Santander, contemplan incluso un saldo negativo mayor, en el entorno del 5% del PIB.
El hecho de que sigamos manteniendo ese desequilibrio fiscal, sumado a una deuda que se encarama en el 100 por cien del PIB y a una tasa de desempleo solo superada en Europa por Grecia (se sitúa en el 20,9% de acuerdo con la última Encuesta de Población Activa, la del cuarto trimestre de 2015), complican para muchos el discurso de la flexibilización de los objetivos de déficit. Sobre todo cuando también se está revisando a la baja nuestra perspectiva de crecimiento para este año.