
La pregunta que ronda la mente de muchos es si los principales bancos centrales de todo el mundo serán capaces de evitar que la economía global acabe sufriendo una recesión o, pero aún, ser víctima de la temida deflación. "Probablemente podrán retrasar la debacle pero no indefinidamente", reconoce desde J.P. Morgan Chase, Jan Loeys. "Los bancos centrales tienen más inventiva y recursos de lo que lo que considera el mercado, aunque es cierto que su munición comienza a disminuir", añade. Desde el banco estadounidense consideran que el mercado está descontando descontando las probabilidades de una recesión a un nivel demasiado alto, cuando en estos momento existen una entre cuatro posibilidades de sufrir una contracción.
Sin embargo, a pie de parqué, existe cierto escepticismo entre los operadores sobre la capacidad de los bancos centrales de salvar un descarrilamiento de la economía pese a las evidentes señales de los distintos gobernadores y sus esfuerzos por hacer todo lo posible al respecto. La última prueba llegó el pasado viernes de manos del Banco de Japón y su decisión de llevar los tipos de interés sobre sus depósitos a terreno negativo. Una decisión que tuvo un impacto inmediato en el yen, que cayó un 2%, y en la rentabilidad de la deuda pública a 10 años, que borró 23 puntos básicos hasta situarse en los 10 puntos básicos, un récord para Japón.
Dicho esto, esta clase de operaciones se postulan como un arma de doble filo. "Muchos inversores ven estos moviemiento como una guerra de divisas, especialmente en un momento en que la Reserva Federal ha comenzado a subir tipos", explica Loeys. Aún así, tras la primera reunión de política monetaria celebrada la semana pasada por el Comité de Mercados Abiertos de la Fed (FOMC, por sus siglas en inglés), el banco central estadounidense dejó caer que seguirá dependiendo de los datos económicos entrantes. Es decir, su política monetaria no se encuentra en piloto automático, como ha podido ocurrire en otros ciclos alcistas. Básicamente, el mercado considera que no habrá subidas de tipos, por lo menos hasta finales de año. Los más pesimistas, como Ray Dalio, capitán del fondo de cobertura Bridgewater Associates, consideran que Janet Yellen y sus chicos podrían verse obligados a implantar una nueva ronda de compra de activos o más flexibilización cuantitativa.
En estos momentos, los posibles shocks sobre las economías avanzadas son limitados, aunque los bancos centrales como el Banco Central Europeo o el Banco de Japón reducen sus balas en la recámara. Por su parte, los presiones a la baja crecen entre las economías emergentes. "Vemos una recesión económica a dos años en el horizonte", matiza el experto de J.P. Morgan Chase. Desde Bank of America Merrill Lynch, su estratega jefe de divisas, John Shin, estima que "la debilidad en China y la caída de los precios del petróleo continúan generando ansiedad en los mercados y entorpeciendo la agenda de la Fed". "Nuestras previsiones siguen siendo las mismas, pero los riesgos sobre nuestras proyecciones son elevadas", advierte. En este sentido observa que el dólar tocará los 6,90 yuanes, el barril de crudo rondará una media de los 40 dólares este año y la rentabilidad del bono del Tesoro de EEUU a diez años se situará en los 2,65%.