Si existe la víctima perfecta del abaratamiento del precio del crudo a lo largo del último año y medio, esa es Venezuela. La producción y exportación de petróleo supone más del 23% de su economía, por lo que la depreciación del barril ha terminado hundiendo su PIB, algo a lo que también ha contribuido la errática y aislacionista política económica del Gobierno de Nicolás Maduro.
Javier Santacruz, investigador de la Universidad de Essex, explica que el FMI calcula que una caída del precio del barril de crudo de 10 dólares supone un descenso del PIB del 0,1 por ciento a nivel global. ?Pero claro, para países eminentemente productores y exportadores el impacto es muchísimo mayor?, explica.
En concreto, y según datos del FMI, la economía venezolana se va a contraer cerca del 10 por ciento solo este año, y un 7 por ciento adicional el próximo. El país, cerca de la quiebra, sufre el desabastecimiento de los productos más básicos y acaba de vivir un terremoto electoral con la victoria de la oposición, que ha tumbado al chavismo por primera vez en diecisiete años al obtener 112 de los 167 asientos de la Asamblea Nacional venezolana.
Ese impacto sobre Venezuela se traslada a dos de sus socios del llamado eje bolivariano, Cuba y Bolivia. Ninguna de las dos depende del petróleo, pero conocidas son las inversiones del chavismo en ambos países -especialmente en la isla- así como los intercambios comerciales con el Gobierno de Maduro.
El efecto del desplome del crudo también se está dejando notar en Argentina, cuyas exportaciones de esta materia prima equivalen casi al 2,5 por ciento de su PIB. Este factor, junto al de la galopante inflación y al excesivo proteccionismo propiciado por los poderes públicos han llevado al país al estancamiento (crece a un ritmo del 0,4 por ciento) y han terminado provocando un terremoto político: el adiós de Cristina Kirchner y el triunfo en las urnas de Mauricio Macri, empresario, ex jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires y que se define como liberal.
El crudo tampoco está ayudando a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. Este país se incorporó recientemente a la lista de grandes exportadores, y la caída de precios de las materias primas ha contribuido a que padezca la peor recesión que se recuerda en décadas. Su PIB caerá cerca del 3 por ciento este año y su deuda soberana acaba de recibir el peor castigo: ha sido catalogada como bono basura por la agencia Fitch.
Por último, otras economías como Ecuador, Colombia o México también saldrán perjudicadas por su alta dependencia de las materias primas. ?Están ingresando menos por la caída de precios, algo que está provocando una menor capacidad de amortización de su deuda. Mientras, el nominal de su pasivo y los intereses del mismo no paran de aumentar por la depreciación de sus divisas frente al dólar?, advierte Francisco Esteban, de Alphaplus.
Efectos mucho más allá
?El mayor golpe se lo está llevando y se lo va a llevar Rusia?, asegura Miguel Ángel Bernal, profesor del IEB, recordando que más del 60 por ciento de las exportaciones del país gobernado por Vladimir Putin ?son de petróleo y de gas, cuyo precio también ha bajado considerablemente?.
Bernal apunta también al Golfo Pérsico, donde no es fácil encontrar datos sobre la evolución económica de los países, ?pero donde se están empezando a apreciar dificultades?, especialmente en algunos Emiratos. Las economías de Arabia Saudí, Kuwait o Catar penden ahora de un hilo.