
Los esfuerzos de los estados occidentales para acabar con Estado Islámico parecen no haber dado sus frutos, después de varios años de combates en los que EEUU ha llegado incluso a regalar misiles a los combatientes sirios, y pese a los bombardeos de cazas norteamericanos y franceses.
La enorme resistencia del grupo fundamentalista tiene que ver desde luego con la situación estratégica del territorio que ocupan y con la motivación de sus fanáticos soldados, pero también es el resultado de una estructura de ingresos tan diversificada que pocas compañías multinacionales podrían emularla.
Este es el listado de las principales maneras que Estado Islámico tiene de engrasar la maquinaria bélica.
Vendiendo crudo. Aunque es relativamente fácil para las grandes potencias evitar el tráfico a gran escala de petróleo crudo (que se debe exportar fundamentalmente por oleoductos y hasta puertos que no están bajo control de los terroristas), cosa distinta es el menudeo de petrólo.
Al parecer los milicianos de Estado Islámico refinan su propio crudo y después lo envían a través de la frontera con Turquía, que forma parte de la OTAN.
Subastando antiguedades. Hacer estallar joyas de la antiguedad en el creciente fértil parece un enfermizo pasatiempo, y de hecho Estado Islámico sólo lo hace como parte de su elaborada campaña de propaganda.
La mayor parte del tiempo, los esfuerzos de los terroristas pasan por despiezar las ruinas y enviarlas a los salones de millonarios de todo el planeta. Ingresan así grandes cantidades de efectivo, pero lejos de contribuir a la conservación del patrimonio, colaboran en su desmantelamiento.
Con impuestos. Puesto que Estado Islámico controla un territorio de forma relativamente estable, sus habitantes no sólo deben cumplir a rajatabla con los preceptos religiosos que les vengan impuestos.
También deben hacer frente a tributos sobre todo tipo de bienes y servicios: al consumo, al agua, la electricidad, retiradas de efectivo de los bancos... Se calcula que ingresa 360 millones de dólares cada año gracias al sistema fiscal terrorista.
Secuestros. Es una fuente más irregular que la tributaria, pero tampoco es despreciable. Capturando a ciudadanos de otros países, los terroristas de Estado Islámico consiguen en ocasiones el pago de un rescate por parte de sus respectivos gobiernos.
El dinero así obtenido es quizá uno de los más rentables, puesto que sale de una acción criminal prácticamente gratuita y permite multiplicar el número de nuevas acciones, entre ellos más secuestros.
Se aceptan donaciones. Y no sólo de los combatientes o peregrinos que acuden desde Occidente para pasar a engrosar las filas de los combatientes, sino sobre todo de millonarios árabes.
Entre la lista de solidarios con la causa medieval de Estado Islámico son mayoría los que lo hacen como forma de contrarrestar a Irán. Se cuentan así entre ellos ciudadanos notables de Arabia Saudí, Catar, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos.
El botín iraquí. En sus incursiones, algunas de ellas de muchas semanas de duración, en territorio iraquí, los milicianos terroristas de Estado Islámico consiguieron hacerse con dinero contante y sonante de la caja de los bancos.
El canto de cisne de los atracos de Estado Islámico fue el ataque a Mosul, donde consiguieron unos 1.500 millones de dólares en dinero.
Privatizaciones. Es también una de las fuentes más rentables de ingresos para Estado Islámico. Conforme capturan territorio y activos militares, el patrimonio neto de Estado Islámico se incrementa poco a poco.
Cuando hace falta liquidez, a los terroristas les basta con alquilar o vender las propiedades confiscadas por doquier. Y eso no sólo incluye inmuebles: se sabe que Estado Islámico vende incluso el armamento excedentario a otros grupos de combatientes.