Economía

Arabia Saudí sólo tiene 'depósito' para seguir moviéndose cinco años más

  • Sus reservas de activos financieros se secarán en un lustro
  • Cerrará este 2015 con un déficit público superior al 20%
  • La deuda se disparará del 2% al 17% del PIB en dos años

El reino feudal con las mayores reservas de crudo del planeta pasa por serios apuros. Como cualquier empresa viable atrapada en una trampa de liquidez, a Arabia Saudí le sobraría stock para mantenerse a flote si no fuese porque la situación del mercado la ha dejado sin tesorería con la que pagar a empleados públicos y proveedores.

Con un balance (todavía) perfectamente saneado, Riad sólo tiene que ir al mercado mundial y comenzar a vender siquiera parte de sus gigantescos activos financieros para engrasar su maquinaria.

Licuando ya parte de ese inmovilizado, la posición neta de Arabia Saudí en el mercado internacional está cambiando de hecho muy rápido, y cayó en agosto por séptimo mes consecutivo hasta los 654.000 millones de dólares.

Pero esta estrategia tiene un límite, según el Fondo Monetario Interancional: cinco años. Ese es el tiempo que el organismo con sede en Washington calcula que tardará en agotarse las reservas -en este caso financieras- que atesora con puño de hierro la familia Saud.

Al menos, si se mantiene la actual situación de ingresos famélicos por la caída del precio del crudo (fuente del ocho de cada diez dólares que recibe) y un gasto desbocado por las elevadas prestaciones sociales -instrumento por cierto de pacificación política- la explosión de nuevas infraestructuras -como el AVE a La Meca- y la actividad militar -en Yemen o Siria, fruto de su nueva obsesión como potencia regional-.

Los recortes o la nada

Sin previsiones de que el mercado del crudo se vaya a dar la vuelta pronto, el FMI deja claro que a Arabia Saudí no le queda más remedio que aplicar recortes, y además rápido. Esta semana se confirmaba que el reino ha comenzado a demorar los pagos a sus proveedores, y a vender bonos por primera vez desde 2007, pero para muchos analistas el cambio fiscal está siendo demasiado tímido.

La decisión del rey Salman de celebrar su coronación con una paga extra a los empleados públicos el pasado mes de enero sería vista ahora por cualquier interventor como un error monumental: el déficit del país podría cerrar el año por encima de los 20 puntos porcentuales, y en 2016 apenas se rebajaría al 19%.

Riad se ha lanzado por fin a toda prisa a emitir deuda por valor de 14.700 millones de dólares, y se espera que esta y otras operaciones similares contribuyan a multiplicar la deuda pública hasta el 17% del PIB a finales de 2016, cuando al cierre de 2014 apenas superaba el 2%.

Con el crudo en niveles de precios similares a los registrados -entonces de forma apenas instantánea- tras el estallido de la crisis sub-prime en 2008, si el reino feudal se resiste a aplicar recortes de gasto aún más severos (sorprendentemente acaba de confirmar la compra a Estados Unidos de cuatro navíos militares de última generación por 12.000 millones de dólares), la apuesta de Arabia Saudí se vuelve más y más arriesgada con cada mes que pasa.

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