Se espera que durante el día de hoy, el primer ministro griego Alexis Tsipras deshoje la margarita de su futuro político. Tras la aprobación del paquete de rescate en el Parlamento Griego, anunció una moción de confianza prevista para el mismo día 20 tras los pagos al BCE. La prensa griega ha especulado estos días sobre un posible fracaso de esta moción de confianza que conllevaría la convocatoria de elecciones anticipadas, lo que pondría en peligro la puesta en marcha de las medidas que le exigen los acreedores. Tsipras ha conseguido, hasta ahora con éxito, aplacar la rebelión interna y posponer un Congreso extraordinario del partido hasta el mes de septiembre. La Eurozona autoriza un primer tramo de 26.000 millones del rescate a Grecia
Pero la inestabilidad no termina aquí. Los griegos apoyan a Tsipras, pero la situación de su partido resulta tan frágil que incluso un primer apoyo se podría traducir a medio plazo, según la prensa helena, en unos nuevos comicios a finales de octubre o principios de noviembre. Un nuevo escenario que tampoco resulta tranquilizador: es precisamente en otoño cuándo se tomará una decisión política sobre el posible alivio de la deuda y el Fondo Monetario Internacional anunciará su participación económica y no sólo técnica si todo va por el buen camino y Atenas emprende reformas.
Grecia debe hacer muchos deberes en el nuevo curso escolar. Sus acreedores le exigen posibles nuevas medidas presupuestarias para hacer frente a la consolidación fiscal en el país y la puesta en marcha de muchas de las medidas aprobadas como, por ejemplo, el fin de las subvenciones a los agricultores en la compra de carburante. Además, el gobierno de Syriza deberá anunciar finales de octubre como muy tarde, la fecha vinculante de las subastas previstas para el puerto de Pireo de Tesalónica y la línea de ferrocarriles.
