
Hace un año, en víspera de las elecciones europeas, Matteo Renzi presentaba una rebaja fiscal de 80 euros dirigida a los trabajadores de clase media. La medida premió al primer ministro italiano con un rotundo 41 por ciento en los comicios. Ahora el líder progresista transalpino intenta repetir el milagro. Esta vez, sin embargo, lo tiene más difícil: la recuperación va más despacio de lo que su Gobierno había esperado y su ambiciosa agenda de reformas sigue afectada por continuos enfrentamientos con la minoría socialdemócrata de su partido y con los sindicatos. Además, una reciente sentencia del Constitucional le ha obligado a anular los recortes de las pensiones aprobados por el tecnócrata Mario Monti a finales de 2011.
Tener que reformar las pensiones siempre ha sido una pesadilla para los Ejecutivos italianos; por esto las grandes reformas de las últimas décadas han sido llevadas a cabo por gabinetes tecnócratas. Renzi intenta salir del atolladero dando una de cal y otra de arena: para evitar un desbarajuste de las cuentas públicas no devolverá a los pensionistas todos los atrasos que estos se esperaban tras las sentencia del Constitucional; la subida de las pensiones será parcial y esto amenaza con crear descontento en una parte importante de los electores de centroizquierda.
El primer ministro, sin embargo, tiene una solución para limitar los daños: su Ejecutivo promete modificar la reforma de Monti, volviendo a bajar la edad de jubilación para quien esté dispuesto a recibir una pensión menos generosa. Se trata de una propuesta bastante popular que responde al miedo de muchos trabajadores que ven peligrar el puesto de trabajo a pocos años de la pensión, con el riesgo de quedar durante un periodo sin ningún tipo de ingreso.
Nada más que un borrador
Como es habitual en Renzi, el primer ministro ha anunciado la reforma sin tener nada más que un borrador. Para él lo que importa en este momento es que sus promesas se transformen en votos durante los comicios del 31 de mayo, cuando se renovará el Gobierno de siete de las veinte regiones italianas. La incertidumbre sobre el resultado es bastante elevada y el Ejecutivo italiano va subrayando que este voto no pone a prueba su popularidad.
Sin embargo, el resultado sí tendrá efectos sobre la agenda de reformas de Renzi. El Partido Demócrata (PD) del primer ministro ya gobierna en cinco de las siete regiones que renovarán su junta: el objetivo del líder transalpino es quitar a la derecha la autonomía más en vilo, Campania (la región de Nápoles), confirmándose en todas las capitales autonómicas que ya controla. Cualquier resultado por debajo de este umbral daría nuevo empuje a todos los opositores de la minoría socialdemócrata del PD que critican al primer ministro por su estilo poco conciliador y por su alejamiento de la tradición socialista y postcomunista.
De hecho, el resultado de las próximas autonómicas italianas depende de la confrontación interna al centroizquierda transalpino. Mientras tanto, el frente conservador, liderado por Silvio Berlusconi, ha estallado en una miríada de pequeños partidos. Algunos han subido al carro ganador de Renzi (cuyo partido sigue teniendo el mayor porcentaje de consensos en las encuestas, alrededor del 37 por ciento). Otros se han juntado con la xenófoba Liga Norte, que promete confirmar su presidente en el Véneto -tradicional bastión electoral del partido- mientras intenta lanzar a nivel nacional una coalición de derecha inspirada al Frente Nacional de Marine Le Pen. Lo que queda del partido berlusconiano Forza Italia sobrevive alrededor del 10 por ciento y donde tiene más posibilidades de ganar, en Liguria (la región de Génova), es porque allí el centroizquierda se presenta dividido.
Fuera de los bandos políticos tradicionales está el Movimiento 5 Estrellas (M5S) del cómico Beppe Grillo. Sin embargo, tras el inesperado 25 por ciento cosechado en las generales de 2013 con una agenda antipartidos y antiausteridad, el M5S ha perdido su brillo y en los sondeos se sitúa alrededor del 20 por ciento. En el Parlamento, los partidarios de Grillo han decidido hacer oposición dura al Gobierno pero han perdido varios de sus diputados y senadores por roces internos; es que durante el último año y medio el M5S han desvelado la excesiva heterogeneidad de su agenda que mezcla instancias de izquierdas y de derechas. El verdadero competidor de Grillo ahora es la Liga Norte, que está ganando consenso y ha llegado al 15 por ciento, coronándose como primer partido de la derecha italiana.
En estos comicios, el M5S y la Liga Norte medirán fuerzas para ver quien consigue beneficiarse más del descontento de los electores con la situación política y económica del país. El éxito del uno o del otro dependerá sin embargo de cuántos votos pierda Matteo Renzi.
Italia capea la reforma de las pensiones
Matteo Renzi intenta cumplir con la sentencia del Tribunal Constitucional que le impone eliminar los recortes a las pensiones aprobados por el anterior Ejecutivo conservador del tecnócrata Mario Monti. Sin embargo, los reembolsos serán parciales: en vez de los casi 18.000 millones estimados en caso de bonificación total de los atrasos de los últimos años, el Gobierno pagará a los pensionistas poco más de 2.000 millones de euros, con un reembolso del 40 por ciento para los que cobran menos, y que disminuirá hasta el 10 por ciento para las pensiones de mayor cuantía.