
Cuando la Reserva Federal de Estados Unidos pasó el testigo de la política extra acomodaticia a sus homólogos en Japón y más recientemente en Europa, era evidente que el despertar del dólar sería una sintomatología inmediata del camino hacia la normalización monetaria. Sin embargo, pocos esperaban que el efecto de la flexibilización monetaria de Mario Draghi y el Banco Central Europeo fuera a devaluar tan rápido a la divisa del Viejo Continente, que en los últimos 11 meses ha borrado cerca del 24% de su valor.
De hecho, esta semana, tanto Bank of America Merrill Lynch como Goldman Sachs se vieron obligados a adelantar el momento en que el euro tocará la paridad con el dólar. Para David Woo, estratega de la primera entidad, el euro y el dólar bailarán a la par en el cuarto trimestre de este año.
"Nuestras proyecciones indican que ambas divisas se mantendrán en la paridad en 2016, aunque ello dependerá de si el BCE anuncia una segunda ronda de compras en septiembre de 2016", advierte Woo. Desde la entidad capitaneada por Lloyd Blankfein, eran aún más pesimistas, igualando el valor de ambas divisas el próximo septiembre y situando a la moneda única en los 80 centavos de dólar en 2017.
Un contexto que también se ha trasladado a otras divisas. En Brasil, el dólar se cambiaba a 3 reales, en Japón, el yen ha tocado mínimos de los últimos ocho años mientras el índicador que mide el cambio de la divisa estadounidense frente a otras seis monedas sobrepasa máximos de 12 años. "Estamos viendo ya un impacto negativo en la balanza comercial y en las multinacionales estadounidenses" advertía a este periódico Myles Clouston, director de Nasdaq Advisory Services. Un hecho que ya ha llevado a varios economistas a reducir sus previsiones de crecimiento para el PIB.
Menor IPC y crecimiento
Con el consenso estimando una expansión del 2% en los tres primeros meses del año, algunos análisis estiman que una continuada apreciación del dólar de alrededor del 5% podría borrar sólo hasta 0,2 puntos porcentuales del PIB a finales de 2015. "Para EEUU, el fortalecimiento de su divisa implica menos inflación y menos crecimiento", señala David Hensley, economista de JP Morgan Chase. Dadas las circunstancias, la continua apreciación en el dólar podría generar dudas sobre la recuperación económica y retrasar los planes de la Fed de comenzar a subir los tipos tan pronto como el próximo mes de junio.
El dilema está servido ya que un incremento en las tasas llegará acompañado de una revalorización en el dólar, en un momento en que los fundamentos económicos de EEUU deben demostrar que son los suficientemente sólidos para enfrentar esta situación.
"La rápida apreciación el dólar podría obligar a la Fed a rebajar sus previsiones de consumo personal", aventura Joseph LaVorgna, economista de Deutsche Bank.
Por ello, aunque la Fed podría comenzar a atisbar cambios en su vocabulario, retirando la palabra paciencia en su próxima reunión de política monetaria, del 17 de marzo, Janet Yellen podría esperar a septiembre antes de pisar el acelerador en sus tipos.