
Ayer, el ministro de Economía, Luis de Guindos, anticipaba mayores sacrificios ante un agravamiento de la recesión. Expertos consultados por elEconomista coinciden en que, a falta de nuevos ajustes presupuestarios, el déficit de 2012 llegaría al 7% del PIB a cierre de este ejercicio, frente al tope del 5,3% que marcan los designios de Bruselas.
Son las "medidas difíciles" que ha anunciado recientemente el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, enmarcadas dentro del nuevo esquema europeo de lucha contra la crisis soberana y el riesgo de contagio periférico. El reciente acuerdo comunitario depara un sonoro ajuste en España que se adoptará a la mayor brevedad, en este mes de julio y mejor en la primera quincena que en la segunda. Ya se barajan candidatos en la imposición indirecta, con todos las miradas puestas en el IVA, y el Gobierno ha reconocido que estudia la exacción del céntimo verde y la retirada, de nuevo, de la deducción por adquisición de vivienda en el IRPF.
No serán las únicas medidas. De hecho, harán falta ajustes por el lado del gasto. En este sentido se pronuncia el profesor de Economía de la Universidad Complutense de Madrid Fernando Méndez Ibisate. El experto indica que si se sigue actuando sobre los ingresos en esta delicada coyuntura, va a ser complicado ajustar el saldo negativo sin reducir mucho el gasto, algo en lo que aún hay margen, puntualiza.
Méndez Ibisate señala a los gastos superfluos y recuerda que no ha habido una austeridad verdadera en las medidas hasta ahora aplicadas. Por tanto, mira directamente a la reducción de la plantilla pública como una iniciativa ineludible y recuerda que el Gobierno de Rajoy ha ignorado posibles vías de saneamiento de las cuentas como la elaboración de un Presupuesto Base Cero, mientras que sigue sin abordar una reforma integral de las Administraciones Públicas, que conlleve una seria y visible reducción de organismos.
En cualquier caso, advierte el profesor Ibisate que a día de hoy, reina demasiada incertidumbre para poder predecir sobre el déficit. Pese a la dificultad de aventurar una cifra negativa para fin de año, coincide con otros analistas en que los temores del Gobierno y los mercados se sitúan en la banda que va del 6 al 7% del PIB. El profesor argumenta que, en cualquier caso, la ayuda europea a la banca española obliga a aceptar recortes impuestos y no deja al Ejecutivo otro remedio que adoptar nuevas actuaciones.
Desafíos múltiples
No en vano, el Gobierno se enfrenta a múltiples desafíos. Ha de abordar el mayor ajuste con unos Presupuestos aprobados con más retraso que nunca, a finales de junio. Y además, la reducción del saldo negativo que se le pide resulta hercúlea, amén de acarrear serios costes en términos de crecimiento -mejor dicho, decrecimiento- del PIB, por el impacto negativo que los recortes y las subidas de impuestos suponene en un contexto recesivo.
Aparte de eso, es difícil convencer a los mercados de que el saldo negativo del 3,41% del PIB hasta mayo se debe a transferencias adelantadas a la Seguridad Social y las comunidades autónomas, entre otras, pues los mercados son muy proclives a quedarse con los guarismos que les afilan el colmillo. El objetivo para el déficit de todo el año que incumbe al Estado es del 3,5%, y suena muy cercano al saldo de mayo, pese a que en términos homogéneos éste sea sólo del 2,38%. Dichas transferencias adelantadas para todo el año se han efectuado ya a estas alturas de 2012, mientras que un año antes estaban aún pendientes.
Además, según ha indicado el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, también se han efectuado desembolsos adelantados relacionados con el IVA antes de mayo, lo cual distorsiona aún más el saldo negativo acumulado hasta el último dato de ejecución presupuestaria en comparativa interanual.
Pero no puede dejar de suscitar temores, y de ahí las preocupaciones de los analistas, el hecho de que en mayo de 2011 el saldo negativo de las cuentas públicas en ejecución suponía un -2,59% del PIB y al final se alcanzó ese -8,9% que hoy acarrea unos ajustes ingentes. A la espera de la última vuelta de tuerca en los recortes y subidas, como recuerda Ibisate, la incertidumbre es colosal.