
Una vez que España confirmó que iba a pedir ayuda a la UE para rescatar a su sector financiero, todas las miradas se dirigieron a Italia. Muchos daban por descontado que el país transalpino podía ser el próximo en caer. Al final ha sido Chipre. Pero tras él, y por muy sorprendente que parezca, algunos fijan ahora su mirada en Francia. Si nada cambia, ¿podría ser el siguiente el lanzar un SOS a Europa?
Con un déficit público superior al 5% y un nivel sin precedentes de deuda pública (85,8% en 2011, según datos de Eurostat), la segunda economía más grande de la Eurozona quiere asegurarse de que no formará parte de una lista cada vez más amplia de países que han necesitado ayuda de la UE para seguir adelante. Por eso, París presiona para apuntalar los bancos europeos.
Eso explica por qué Francia es uno de los más firmes defensores de que la unión bancaria en Europa sea una realidad. Con el ojo puesto en la exposición de sus propios bancos a los países más débiles de la Eurozona, lucha para que el fondo de rescate de la UE pueda recapitalizar directamente a las entidades financieras con problemas.
El gobierno de Hollande ha dado su apoyo a la creación de una unión bancaria Europea, con una autoridad central de supervisión y un fondo de garantía de depósitos a nivel europeo. Además, el pasado viernes, acordó junto a los gobiernos español, italiano y alemán, un plan de crecimiento por valor de 130.000 millones.
"Creo que los franceses están presionando por una razón muy simple. Saben que podrían ser los siguientes, o ir tras Italia", señala en declaraciones que recoge Reuters Nicholas Sprio, director de Spiro Sovereign Strategy.
Grecia, Irlanda y Portugal ya han solicitado rescates internacionales. España ha pedido ayuda para su sector bancario y hoy mismo Chipre ha remitido una solicitud de rescate a la Unión Europea.
Ansionso por detener esta bola de nieve, el presidente de Francia, François Hollande, ha defendido recientemente una batería de medidas para frenar un efecto contagio en la Eurozona, entre ellos un plan para mutualizar la deuda. Algunas de ellas le han llevado a enfrentarse directamente con la canciller alemana, Angela Merkel.
Los inversores están dando actualmente a Francia en beneficio de la duda, manteniendo el rendimiento de sus bonos en niveles históricamente bajos. Sin embargo, las finanzas de Francia no son ni de lejos tan saludables como las de Alemania, y sus bancos tienen una fuerte exposición a Grecia e Italia, algo que ha condicionado su respuesta a la crisis, señala Reuters.
"Está claro que la presión de la crisis de la deuda llegará a Francia y otros países con calificación 'AAA' si no hay progresos significativos en la mutualización de la deuda ", señala Michel Martínez, economista jefe de Societe Generale en Francia.
Las agencias de calificación han dicho en repetidas ocasiones que el hecho de que Francia se vea obligada a apuntalar sus bancos es un factor que podría pesar contra la calificación de su deuda. Ya en enero, Standard & Poor's rebajó el rating galo, arrebatándole la Triple A.
Además, Moody's ha recortado recientemente la nota a entidades francesas como BNP Paribas, Société Général y Credit Agricole, junto con otros bancos internacionales, tras apuntar que no estaba claro hasa qué punto el gobierno estaba dispuesto a respaldar a sus bancos.
"Francia no estará fuera de peligro durante al menos un largo tiempo", sentencia Spiro.