
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, ha calificado hoy de "insuficiente" el acuerdo alcanzado por los estados miembros de la Unión Europea (UE) sobre la reforma de las normas de disciplina presupuestaria.
Los ministros de Economía de la UE han alcanzado un acuerdo político sobre un nuevo sistema de sanciones de hasta el 0,2% del PIB, que en el caso de España supondrían 2.000 millones de euros, para los países de la Eurozona con déficit o desequilibrios excesivos.
En cualquier caso, las multas no serán automáticas como defendía Bruselas, sino que se deja más tiempo a los países incumplidores para corregir sus problemas. En este sentido, Trichet asegurado que los desequilibrios presupuestarios no estarán "plenamente corregidos" con las medidas aprobadas hoy en Bruselas por los ministros de Finanzas de la UE.
El BCE cree que la automaticidad de las sanciones contemplada en la reforma es insuficiente y considera que hay que dejar menos margen de maniobra a los países para que puedan echar atrás un castigo.
Desde el inicio de las negociaciones, el responsable del BCE ha considerado demasiado débiles las medidas y ha instado al Parlamento Europeo a promover un endurecimiento de las mismas durante la negociación parlamentaria, que comenzará ahora.
No obstante, el capítulo de hoy es uno más del enfrentamiento que mantiene Trichet con la Unión Europea sobre la gestión y salida de la crisis. El presidente del BCE considera que los gobiernos dependen demasiado de la institución para apuntalar la economía de la Eurozona.
La subida de tipos, para presionar
Muchos analistas consideran que el anuncio del BCE sobre una posible subida de tipos en abril sugiere que Trichet ha perdido la paciencia, por lo que el mensaje se realizó para presionar a los líderes de la UE a tomar medidas encaminadas a recuperar la confianza en la moneda única y en los países con graves problemas de deuda de una vez por todas. El BCE cree que los gobiernos no pueden seguir dependiendo de que la institución monetaria les alivie la tensión del mercado de deuda.
Trichet considera una medida positiva que se haya ampliado la capacidad del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF), el fondo de rescate del euro, hasta los 440.000 millones. Antes la necesidad de mantener la calificación crediticia triple A sólo permitía usar 225.000 millones.
No obstante, existe un punto de desacuerdo entre el BCE y la UE en otra de las cuestiones aprobadas. La compra de bonos. Los líderes europeos han acordado que el EFSF pueda comprar directamente deuda a los países más castigados por los mercados. Eso sí, a cambio de un programa de ajustes.
La cuestión es que se podrán dedicar estos fondos a la compra directa de la deuda soberana de los respectivos gobiernos en el mercado primario, pero no en el mercado secundario, en el que los bonos se encuentran en manos de los inversores. Esta última función es la que lleva a cabo el BCE desde hace meses, y la institución monetaria esperaba que el fondo de rescate asumiera esta tarea llegado el momento oportuno.
La decisión de comprar bonos en los mercados primarios parece ser una alternativa a la provisión de liquidez, en lugar de asumir la función de apoyo que el BCE ha estado realizando en el mercado secundario, explica David Mackie, economista de JPMorgan Chase. "Parece que el BCE ha fracasado en su intento de que el EFSF se haga cargo de esta tarea".
Desde el pasado mes de mayo, la entidad ha comprado 77.000 millones en bonos de los países periféricos y en diciembre extendió las medidas de liquidez hasta el primer trimestre de este año.
"El Banco Central Europeo y otros bancos centrales en el mundo están interviniendo en el mercado secundario, pero nosotros no hemos contemplado la posibilidad de que el mecanismo intervenga en el mercado secundario. No había necesidad", aseguran los líderes de la UE.