
El sector agrícola y ganadero son uno de los grandes damnificados por la ola de calor y los incendios que asolan el país desde hace varias semanas. La voz de alarma la lanza ya la organización Asaja. Su director gerente, Agustín Miranda, señala a elEconomista.es que las zonas de cultivo que más sufren las temperaturas extremas y, sobre todo, los incendios son los viñedos y olivares. No en vano su terreno, desde que se ocasiona un incendio, tarda entre cuatro y cinco años en volver a ser útil para su cultivo, mientras el del cereal puede volver a utilizarse al año siguiente.
Además, las fuertes olas de calor pueden tener consecuencias directas en el calendario de la cosecha, que podría verse modificado en los próximos años, ya que Miranda asegura que "el ciclo biológico de las plantas va cambiando, lo que hace que maduren antes y las campañas tengan que adelantarse". Así, el portavoz de COAG Javier Fatás también afirma que las épocas de lluvias torrenciales como las vividas en primavera provocan que la maleza crezca de manera desmesurada y haya más "hierba de este tipo en los montes "que cuando se seca actúa de pólvora para los incendios".
Asimismo, el director gerente de Asaja señala que el cambio de calendario es una tendencia que se viene observando desde hace 30 años, ya que se ha ido anticipando unos días durante un largo periodo de tiempo. Y es que, las altas temperaturas tienen consecuencias directas en la cuantía y calidad a la hora de recoger la aceituna, ya que el fruto no puede engordar lo suficiente por las altas temperaturas. Esto hace que el sector tema que este año la oliva tenga calibres más pequeños, y que la campaña que se pensaba que iba a ser superior a la de 2024, ahora puede quedar "por debajo" en producción de aceite, aseguran los expertos de las asociaciones agrícolas.
Situación similar ocurre con el viñedo, ya que el calor excesivo puede dar lugar a que las vides logren un estado más avanzado de la maduración de la uva por la pérdida de agua, lo que puede dar lugar a una caída de la cosecha y a un empeoramiento de la calidad de la uva. Así, Miranda señala que en regiones como Castilla-La Mancha, en la que se esperaba que la cosecha alcanzaría los 25 millones de hectolitros, las expectativas ya se están rebajando a los 22 o 23, lo que se verá repercutido en los ingresos individuales de estos agricultores.
En este sentido, Ignacio Huertas, secretario de Agricultura de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), incide en que "el cambio climático con las olas de calor, las sequías o las lluvias torrenciales están condicionando claramente los cultivos y vamos a tener que modificarlos para que se adapten mejor a estas situaciones y tener variedades más resistentes a estos problemas".
Algunas regiones como Castilla-La Mancha permiten cosechar en zonas de alto riesgo de incendio, aunque con restricciones horarias para evitar las horas con mayor exposición al sol. Se trata de una medida que, Huertas señala "se está regulando en más comunidades autónomas y se tiene que equilibrar para la elaboración de trabajos de campo de temporada, pero teniendo en cuenta los tiempos y procesos por los que tienen que pasar los cultivos".
Si bien es cierto que Miranda, asegura que las pérdidas económicas se moderarán "porque la cosecha del cereal –que es uno de los grandes afectados-– ya ha terminado", señala que es la ganadería la que más daños pueden registrar por los incendios "ya que hay dos maneras en las que les afecta: de manera directa incendiando todo y ocasionando la muerte de los animales, y de manera indirecta, que se ocasiona cuando los incendios se producen cerca de las granjas y generan un estrés a los animales llegando a alterar su estado de ánimo o incluso terminando con su vida", asegura Miranda.
Fatás también puntualiza que la ganadería extensiva se verá afectada "porque la alimentación del ganado que hasta el momento se encontraba en los montes tendrá que importarse de otras zonas". A pesar de ello, ambos inciden en que hay otras pérdidas, como las sentimentales y humanas, que tienen un valor incalculable.