
La Junta de Andalucía ha aprobado el Plan de Gestión frente al alga asiática, Rugulopterix okamurae, documento estratégico busca afrontar los efectos devastadores en el ecosistema, la pesca y el turismo de una invasión detectada en el Estrecho hace una década, y que está ya extendida desde el Cabo de Gata, en Almería, hasta Puerto Sherry, en la provincia de Cádiz. El Plan contempla la monitorización, vigilancia y cartografiado de la invasión, los protocolos y requisitos administrativos para el manejo de la biomasa y cómo puede ser utilizada. Porque los expertos han dejado claro que el alga asiática ha llegado para quedarse. Lo que se busca ahora es cómo minimizar daños y cómo rentabilizar su eliminación. Fertilizantes, energía y hasta envases están entre los posibles usos.
El plan prevé expresamente el uso del alga para compostaje y fertilizantes. La consejera de Sostenibilidad y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, Catalina García, anunció hace días la puesta en marcha de un proyecto que permitirá la recogida científica de arribazones (acumulaciones de materia orgánica en la costa) para su estudio como fertilizante y bioestimulante agrícola sostenible, con el fin de reducir su impacto ecológico y explorar usos beneficiosos. El primero que se autoriza desde la aprobación en 2023 de la Estrategia Nacional.
La Junta explica que este proyecto piloto, respaldado por el Instituto Andaluz de Biotecnología y Desarrollo Azul de la Universidad de Málaga, se desarrollará "bajo estrictas condiciones de seguridad biológica y control ecológico". El alga deberá ser transportada en envases herméticos hasta una finca de fermentación en Castellar de la Frontera, donde será procesada hasta quedar totalmente inactivada, impidiendo su reproducción y expansión. Asimismo, la recolección se limitará exclusivamente a arribazones ya desprendidos, sin afectar al alga viva ni al ecosistema marino o a especies protegidas.
En los estudios previos, liderados por el profesor Antonio Vergara, se han conseguido resultados prometedores en fertilizantes aplicados al aguacate.
El Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (Ifapa) ya ha detectado posibles aplicaciones del alga asiática como biomasa, compostaje, biofertilizantes, fungicidas o bioestimulante. También ha demostrado que el erizo común puede ser un controlador natural.
Ifapa y Valoriza firmaron una alianza para probar la incorporación del alga asiática invasora al proceso industrial de compostaje de lodos de depuradoras. Desde noviembre pasado se está trabajando a escala semi-industrial en Jerez de la Frontera para obtener un producto testable en cultivos.
Más usos
A nivel local se han hecho ensayos para usar el alga en cosmética o plantillas para el calzado y suelas de zapato.
En Tarifa levantaron una enorme montaña de 40.000 toneladas de alga asiática recogida de las playas y trasladada junto a la estación depuradora de aguas residuales del municipio. Las apilaron porque no sabían qué hacer con ellas ni cómo eliminarlas. La empresa valenciana Poplac les ha ofrecido una solución: un biorreactor que utiliza la materia orgánica para convertirla en metano.
Hummel y la marca de tejidos Pyratex llegaron a extraer del alga fibras vegetales aptas para usarse en tejidos, con las que fabricaron unas camisetas que llegó a usar el Betis en un partido de Primera División.
La startup Futuralga ha desarrollado un producto de embalaje obtenido a base de ribazos de algas, que está a la espera de permisos administrativos para pasar a la fase de comercialización.
Qué aporta el plan
Cuando solicitaron autorizaciones para su comercialización, explican en esa empresa, la respuesta del Ministerio fue que no era posible porque Andalucía no contaba con un Plan de Gestión. Ahora ya lo hay.
El Plan de Gestión prevé permisos para recoger el alga para investigación, producción con fines científicos o para uso medicinal, y también "por motivos imperiosos de interés público, incluidos los de naturaleza social o económica", según ha explicado la Junta de Andalucía.
"Este documento permitirá que el Ministerio evalúe y autorice solicitudes que antes habían sido rechazadas. La recolección de algas vivas y su inactivación son clave para desbloquear autorizaciones: primero, la recogida en vivo facilita el proceso de autorización para empresas; y segundo, cuando los ayuntamientos inactivan el alga, se permite su comercialización. Aunque el plan abre oportunidades, en algunos casos depende del Ministerio y no se pueden garantizar autorizaciones automáticas, ya que cada caso será evaluado individualmente", han explicado desde la Consejería de Medio Ambiente y Sostenibilidad.
El aprovechamiento del alga como materia prima en procesos industriales es clave para otra de las partes afectadas gravemente por el problema, más allá de los pescadores y la industria turística: los municipios. Los Ayuntamientos llevan varios años -dependiendo de cuándo comenzó a afectarles la invasión- destinando importantes recursos para mantener limpias sus playas. Un caso paradigmático es Estepona, que dedica a este capítulo más de un millón de euros al año. Cuando el turismo es vital para ese municipio es una inversión: con las playas llenas de alga no hay veraneantes.
El interés de empresas por el aprovechamiento del alga muerta que llega a las playas puede servir de ayuda para financiar las tareas de limpieza.
Proceso
Desde 2020 el alga está en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras. En 2022, la UE la calificó como especie exótica invasora de preocupación para todo el continente, impulsando la necesidad de establecer planes de gestión por parte de las comunidades autónomas. "En respuesta a este marco normativo, y en coherencia con la Estrategia Andaluza de Economía Azul Sostenible Horizonte 2028, la Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente ha desarrollado un Plan de Gestión que permitirá afrontar el problema con criterios científicos, coordinación institucional y vocación de permanencia", explica ahora la Junta.
Uno de los ejes fundamentales del plan es el seguimiento continuo de la evolución de la especie en el litoral andaluz. Se contempla para ello un sistema de monitorización, vigilancia y cartografiado actualizado, que permitirá conocer con precisión el alcance de la invasión, los acúmulos de biomasa y su impacto en el entorno.
En paralelo, el plan impulsa la investigación científica, fomentando proyectos que permitan avanzar en el conocimiento de la biología, ecología y comportamiento del alga. Esta línea de trabajo se considera clave para mejorar la capacidad de respuesta ante los efectos ecológicos y socioeconómicos provocados por la presencia de Rugulopterix okamurae.
Asimismo, se recogen medidas dirigidas a minimizar el impacto de esta especie sobre la biodiversidad marina y los servicios ecosistémicos que proporciona el litoral. La protección de especies autóctonas, hábitats amenazados y espacios protegidos constituye un objetivo central del documento.
Manejo y valorización
Otro de los aspectos esenciales del plan es el desarrollo de protocolos específicos para la retirada, el manejo y la inactivación de la biomasa del alga invasora. Se trata de evitar que, durante las labores de limpieza o eliminación, se produzcan nuevas dispersiones o afectaciones derivadas de una gestión incorrecta.
El plan también contempla la posible valorización de los restos, es decir, su aprovechamiento como materia prima para nuevos usos, como el compostaje o la producción de fertilizantes. Esta medida contribuye a reducir el volumen de residuos y puede suponer un alivio para los sectores más afectados por la invasión, aportando soluciones sostenibles desde el punto de vista ambiental y económico.
A nivel territorial, el ámbito de aplicación del plan abarca tanto las zonas ya colonizadas por el alga como aquellas que, sin estar afectadas por el momento, presentan condiciones que aconsejan un seguimiento preventivo. La detección precoz es un factor clave para contener la expansión y minimizar daños.