Economía

El paraíso de las empresas zombies está en China: Pekín mantiene vivas compañías solo para conservar empleos y evitar protestas

  • El país soporta el mayor número de empresas con pérdidas desde 2001
Ciudad de Datong, en la provincia Shanxi.

China ahora mismo soporta la mayor cantidad de empresas industriales en pérdidas contables desde 2001. En muchos casos, las compañías deberían cerrar y poner a sus trabajadores en la calle, pero Pekín se ha marcado el objetivo de reactivar su economía y tejido productivo en mitad de la guerra comercial, sin despidos y evitando el conflicto social.

En los años 90, China inició una transformación sin precedentes. Bajo el liderazgo reformista de Deng Xiaoping y, más adelante, del primer ministro Zhu Rongji, el país desmanteló buena parte de su pesado y anquilosado aparato estatal. Decenas de miles de empresas públicas ineficientes fueron cerradas, y millones de trabajadores perdieron sus empleos en un proceso de reconversión que habría sido políticamente inasumible en otro lugar. Sin embargo, la apuesta era clara: sacrificar el viejo modelo socialista en nombre del capitalismo de Estado.

El resultado fue lo más parecido a un milagro económico que ha visto el mundo moderno. Con zonas económicas especiales, mano de obra abundante y salarios bajos, China atrajo una avalancha de inversión extranjera sin precedente para convertirse en la "fábrica del mundo". Distintas regiones del país se especializaron en distintos productos, desde producir camisetas hasta componentes electrónicos a una escala y velocidad que alteraron las cadenas de suministro globales. El país creció a ritmos de dos dígitos durante más de una década, sacando a cientos de millones de personas de la pobreza.

Después de dos décadas, China ha sido capaz de disputar la hegemonía a EEUU, pero su crecimiento explosivo ha pagado el precio de grandes desequilibrios. Primero con una excesiva dependencia del comercio exterior y segundo con un endeudamiento galopante, que ha terminado arrasando con el sector inmobiliario y que amenaza a las finanzas públicas.

La nueva realidad ha dejado a China con la mayor cantidad de empresas industriales con pérdidas desde 2001, el final de aquella etapa anterior de reformas. Los líderes locales, cargados de deudas, están implementando exenciones fiscales y subsidios para las empresas, en un intento por evitar la doble calamidad de pérdida de empleos e ingresos, en coordinación con Pekín y el Banco Popular de China.

El gobierno de Xi Jinping se enfrenta a dos objetivos en conflicto: evitar un desempleo masivo que podría provocar disturbios sociales, y al mismo tiempo cerrar empresas que producen bienes en exceso y que están fomentando la deflación interna.

Golpe al modelo chino

La guerra comercial de Trump solo intensifica el problema. China ha reducido drásticamente las exportaciones a Estados Unidos y puesto en peligro millones de empleos chinos, incluso después de una tregua que redujo los aranceles adicionales de Washington del 145% al 30%.

Según datos del Banco Mundial, el 31,8% del empleo total de China corresponde al sector industrial. Esa cifra es muy diferente a su adversario estadounidense, donde el sector representa solo entre el 9 y el 11% del empleo total.

El comercio exterior tiene un peso significativamente mayor en la economía china que en la estadounidense. En 2023, las exportaciones e importaciones representaron aproximadamente el 38% del PIB de China, reflejo de su modelo orientado a la producción manufacturera y a los mercados internacionales. En contraste, en Estados Unidos el comercio exterior equivale a apenas el 25% del PIB.

El golpe al modelo chino lo contaba en una crónica Reuters sobre lo mal que lo están pasando las fábricas chinas. Jacky Ren, propietario de una fábrica de electrodomésticos de cocina en China, denunciaba que todos sus competidores están vendiendo con pérdidas para mantener a sus clientes estadounidenses. Si un exportador no acepta tales órdenes, dijo Ren, "morirá inmediatamente. Por eso, la gente piensa que es mejor morir lentamente".

Pekín aplica una política con EEUU de "nunca arrodillarse", pero el Partido Comunista es sensible a que la quiebra de los exportadores y fabricantes puede deteriorar la paz social. Las protestas de la población en el covid obligó a Xi Jinping a poner fin abruptamente a la estrategia de contagios cero.

"Se considera que las personas desempleadas tienen menos que perder al protestar y por tanto suponen un mayor riesgo", explica Neil Thomas, investigador de política china en el Centro de Análisis de China del Asia Society Policy Institute, a Bloomberg. El problema es que Pekín necesita sanear el tejido productivo, sacando fuera las empresas más ineficientes.

Incentivos perversos

Los burócratas locales chinos son evaluados principalmente por el crecimiento económico de su región, y atraer inversión es una de las maneras más fáciles de mejorar las cifras. Un perverso incentivo para mantener empresas improductivas. Además, pueden recaudar el impuesto al valor añadido pagado por los productores. En un intento de combatir el problema, el Consejo de Estado de China introdujo el año pasado reglas que prohíben a las localidades otorgar exenciones fiscales o subsidios preferenciales sin ser aprobados por un nivel superior.

Los altos funcionarios también han instado a los prestamistas a cortar el suministro de crédito a las empresas zombis, aquellas mantenidas con vida mediante subsidios gubernamentales o préstamos bancarios. Aunque no existen cifras oficiales sobre cuántas empresas zombis existen hoy en China, la consultora Kearney estima que en 2023 este tipo de firmas aumentó un 27% en el país asiático, aunque representaron solo el 3,4% de todas las empresas, publica Bloomberg.

El tema de los datos es complicado con China. La tasa de empleo oficial se sitúa en el 5,1%, pero mucha información por regiones ha desaparecido del mapa. Las cifras que faltan lo han hecho en un momento en que la segunda economía más grande del mundo ha tropezado bajo el peso de una deuda excesiva y una guerra comercial, en ciernes, en el mes de abril, avanzó en su momento The Wall Street Journal.

Pocas regiones ilustran las dificultades de forma tan clara como Shanxi, alguna vez cuna de la producción de carbón en el noroeste de China, donde hoy hay miles de minas abandonadas. Casi el 40% de las empresas industriales registraron pérdidas allí el año, casi el doble del promedio nacional, señala Bloomberg. Pekín intenta la reconversión industrial de la zona, con una buena inversión en las tres nuevas industrias energéticas preferidas del régimen: energía solar, vehículos eléctricos y baterías de iones de litio, mientras mantiene en coma inducido al sector del carbón.

Reconversión industrial

La compañía Dayun Automobile es un ejemplo claro. En su época dorada, el fabricante de camiones ofrecía miles de los trabajos mejor remunerados en Yuncheng, una ciudad antigua de 5 millones de personas y capital de Shanxi. Después de alcanzar su pico de ventas en 2017, Dayun dio un giro hacia el mercado de vehículos eléctricos. En su intento de resurrección, salió a bolsa y en ese momento desveló su truco de supervivencia para no terminar en la quiebra.

Un tercio de los camiones de la marca se vendieron a una empresa totalmente propiedad del gobierno local de Yuncheng en los tres años previos a la salida al mercado. Los beneficios fiscales otorgados por calificar como empresa de alta tecnología representaron más del 10% de sus ganancias. Y además, Dayun recibió subsidios por ventas entre 2017 y 2018 equivalentes a una quinta parte de sus ingresos durante esos años.

La ubicación interior de la provincia de Shanxi hace que resulte caro traer componentes y enviar automóviles, y no cuenta con una cadena de suministro competitiva. Las fábricas recibían ventajas financieras por establecerse en Shanxi, mientras que los camiones de Dayun estaban exentos de peajes en autopistas para estimular las ventas.

Justo en el sector del automóvil de China ha estallado Los Juegos del Hambre. BYD, el mayor fabricante de coches eléctricos del país, ha desatado una guerra de precios. China cuenta con más de 140 marcas de vehículos eléctricos, de las cuales menos de 20 se espera que sean rentables hacia finales de la década, según la consultora Alixpartners. Para los ciudadanos de Shanxi, la caída de Dayun es inimaginable, pero la estadística y su situación estratégica juega en contra para terminar sobreviviendo.

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