
El príncipe heredero de Arabia Saudí y primer ministro, Mohammed Bin Salmán, ha felicitado por teléfono al nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, con un regalo para los oídos norteamericanos: un nuevo plan de inversiones por valor de 600.000 millones de dólares (577.000 millones de euros) en suelo estadounidense en los próximos cuatro años, según recogen las agencias. Ni Riad ni Washington han especificado en qué materias se centrarán la nueva financiación. Bin Salmán y Trump mantuvieron relaciones estrechas durante el primer mandato del republicano, por lo que el anuncio previsiblemente trata de agasajar al nuevo inquilino de la Casa Blanca y reforzar el papel económico de Arabia Saudí en Oriente Medio.
La llamada, que solo ha sido anunciada por la agencia saudí estatal SPA, se produce en medio de los últimos eventos en Oriente Medio: la caída del régimen asadista en Siria, el nombramiento de un nuevo presidente en Líbano tras la derrota de Hezbolá y la firma de una tregua en Gaza entre Israel y Hamás. Todos estos acontecimientos han debilitado la posición de Irán y suponen una oportunidad a Arabia para reforzar su posición económica frente a sus aliados.
Relaciones frente a Israel
Trump tuvo un papel activo durante su primer mandato en la región, con especial interés en su principal aliado: Israel. El Estado Hebreo y Arabia habían acercado relaciones en los últimos años y en los meses previos al ataque de Hamás a Israel había rumores de que Riad estaba dispuesta a adherirse a los Acuerdos de Abraham y reconocer políticamente a Tel Aviv, lo que abriría las inversiones entre ambos países, en detrimento de las aspiraciones palestinas.
Bin Salmán, quien gobierna el país desde 2017 como príncipe heredero, mantuvo una política diplomática y comercial de acercamiento a Estados Unidos durante la primera etapa de Trump aprovechando el deshielo con Israel. El primer viaje al extranjero del presidente estadounidense se produjo a Arabia tras confirmar el reino un aumento de las compras de productos norteamericanos, incluido armamento.
Trump ha dicho estos días, en declaraciones recogidas por Bloomberg, que volvería a visitar Arabia Saudí si el país asiático compraba 450.000 o 500.000 millones de dólares (432.000-480.000 millones de euros) en bienes estadounidenses. El anuncio de 600.000 millones de dólares (equivalente al PIB de Argentina o Suecia) busca camelar al presidente republicano, al que le gusta negociar con agasajos como el anunciado por Bin Salmán.
Diversificación saudí
El plan de inversiones del Reino del Desierto puede servir para apuntalar la nueva estrategia comercial que llevan siguiendo tanto Riad como la mayoría de las capitales del golfo Pérsico en los últimos años: buscar nuevos pozos de ingresos más allá del petróleo y el gas.
Esta nueva doctrina económica ha llevado a los fondos saudíes a lanzarse a inversiones de empresas a lo ancho del globo —en España, el ejemplo más importante es la compra del 10% de Telefónica por parte de Saudi Telecom— y a diversificar en otras actividades como el turismo deportivo (además de tratar de mejorar la imagen del régimen fundamentalista).
Una de las apuestas más interesantes es un giro de la petroquímica a la minería. El objetivo de Arabia Saudí es convertirse en un polo metalúrgico a nivel mundial. En el reciente Foro del Futuro de la Minería, organizado en Riad, el reino anunció oportunidades de inversión en su suelo por valor de 100.000 millones de dólares (96.000 millones de euros) y la estimación de 2,5 billones de dólares (2,4 billones de euros) de recursos por excavar.