
La ciudad de Barcelona no tendrá nuevos presupuestos en 2025. El teniente de alcalde de Economía, Jordi Valls, anunció este lunes que el consistorio socialista ha decidido prorrogar las cuentas del año pasado ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo los comuns.
"El gobierno ha decidido plantarse y da por cerrada la negociación de los presupuestos", dijo el dirigente. Valls defendió que la negociación se ha prolongado por cinco meses y se han producido más de 30 reuniones sin la posibilidad de alcanzar un pacto. El equipo que lidera Jaume Collboni sí contaba con el respaldo de ERC.
Presentadas la pasada semana, las cuentas recibieron la negativa de los comuns debido a que no incorporaba algunas de sus principales demandas, como que se garantice el 30% de vivienda protegida en las nuevas promociones, extender el modelo de superilles (manzanas enteras peatonalizadas) y la creación tanto de una óptica como de una funeraria públicas.
Se trata de la segunda vez que Collboni falla a la hora de aprobar unos presupuestos con normalidad. El año pasado sí sacó adelante unas nuevas cuentas, pero lo hizo sometiéndose a una cuestión de confianza que, a pesar de perder, le permitió tramitar la norma. El socialista no puede volver a ejecutar la misma jugada, por lo que se ha visto obligado a prorrogar las anteriores cuentas para este 2025.
Los presupuestos fallidos
Las cuentas públicas que contemplaba el PSC para Barcelona suponían un gasto de 3.854 millones de euros, un 1,2% más que el año anterior. El propio Valls dijo en rueda de prensa que se trataba del presupuesto "más ambicioso y transformador" en la historia de la ciudad.
Entre las principales actuaciones estaban la reforma de la Rambla, ya en marcha, y la cobertura de la Ronda de Dalt. Otras grandes partidas contempladas en el texto eran el enlace de las dos redes de tranvía por la Diagonal, la reforma de otras arterias como la Meridiana o la movilización de suelo para vivienda en La Sagrera.
Sociovergencia, ¿la solución?
La prórroga presupuestaria no es más que el corolario de la debilidad política de los socialistas en Barcelona, que en este tiempo no han logrado armar mayorías estables ni con los partidos de su flanco izquierdo, ERC y BComú, ni tampoco con las fuerzas a su derecha, PP y Junts per Catalunya --Vox siempre ha quedado fuera de cualquier aritmética asumible por el PSC--.
¿Y ahora qué? En principio, el plante del PSC a negociar cualquier acuerdo presupuestario con los comuns no excluye que se alcancen acuerdos puntuales en asuntos como la vivienda. Aun cuando la discordia con la formación de Ada Colau parte fundamentalmente de la reserva del 30% de vivienda social. Cuestión distinta es si estas políticas, algunas de ellas suscritas en compromisos previos, garantizarán que la capital catalana asuma retos ambiciosos como los que podría haber recogido el nuevo presupuesto municipal.
Descartado el acercamiento con el PP, que prefiere marcar perfil propio en la oposición, y con ERC, perdida aún en su laberinto post-congresual, queda expedita la vía de una entente con Junts. Esta alianza sería aplaudida por las fuerzas económicas de la ciudad y daría estabilidad al gobierno local, pues ambas fuerzas sumarían la mayoría absoluta de 21 escaños.
De hecho, esta opción se exploró a principios del año pasado, pero en aquel momento el expresidente Carles Puigdemont vetó esta posibilidad. En público, los posconvergentes renuncian a entenderse con Collboni si no da un giro de 180 grados. Pero jamás han cerrado la puerta del todo. En el contexto actual, la sociovergencia puede ser la única salida para garantizar la gobernabilidad en Barcelona.