En las últimas semanas, ha surgido una duda o cuestión que ha ido ganando peso en las redes sociales y que tiene a Argentina y su presidente como protagonista: por qué Javier Milei y el Gobierno de Argentina están negociando un préstamo considerable con el Fondo Monetario Internacional, si Milei ha repudiado públicamente en varias ocasiones el endeudamiento y, además, el Gobierno ha logrado cuadrar las cuentas, obteniendo varios superávits públicos consecutivos. La respuesta a esta pregunta no es sencilla, pero sí lógica. Lo cierto es que esta ayuda del FMI será vital para que la economía de Argentina logre salir adelante sin caer en default y abandonar con garantías el cepo cambiario que impide la llegada de más inversión al país. De una forma sencilla y simplificada: Argentina quiere el dinero del FMI no para aumentar su deuda, sino para reestructurar la que ya tiene, es decir, lograr alargar los vencimientos y pagar menos intereses por ella para evitar dañar la economía más de lo necesario. Todo ello forma parte del plan Milei para reducir la deuda y abandonar el cepo cambiario.
La economía de Argentina se encuentra en una situación más favorable que hace un año, pero su fragilidad sigue siendo la principal característica. Buena prueba de ello son las negociaciones del Gobierno de Javier Milei con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para lograr una nueva línea de crédito. Argentina afronta este año importantes vencimientos de deuda (tanto en pesos como en dólares) y aunque la capacidad de pago ha mejorado de forma sustancial, el riesgo de default no se puede ignorar.
Estas negociaciones deberían llegar a buen puerto, sobre todo después de que la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, destacase el pasado viernes que los cambios en política económica de Argentina son "el caso más impresionante de la historia reciente". El país, en unos pocos meses, ha pasado del déficit fiscal al superávit, del riesgo de hiperinflación a la moderación de precios y de un riesgo país de 2.500 puntos a uno de poco más de 570. El cambio ha sido radical, pero aún hay que consolidar todos esos logros y 2025 es un año con muchos obstáculos. Por ello, el acuerdo con el FMI es clave para seguir avanzando y sorteando problemas.
Puede parecer un tanto contradictorio que Javier Milei, que ha criticado con ferocidad en varias ocasiones el endeudamiento público, ahora esté negociando con el FMI un préstamo de varios miles de millones de dólares que supuestamente incrementará la deuda pública de Argentina. Sin embargo, detrás de estas negociaciones hay una razón más que lógica y una diferencia con veces pasadas. Hasta la fecha, siempre que Argentina había pedido ayuda al FMI era porque las finanzas del país se encontraban contra las cuerdas (sufría importantes déficits) y necesitaban financiar el déficit público del Estado. Es decir, Argentina contraía más deuda. Aunque el FMI entregaba el dinero a cambio de supuestas reformas y ajustes, dichos cambios nunca se producían de forma completa, lo que llevaba a Argentina a entrar un bucle (más deuda y vulnerabilidad) que habitualmente terminaba en default (impago de la deuda).
Hoy, la situación es casi la opuesta. En tan diferente que hasta parece incoherente. ¿Por qué un país que cosecha superávits necesita ayuda del FMI? El Gobierno de Argentina ha logrado un superávit fiscal histórico en 2024 (ha ingresado más de lo que ha gastado). Pero herencia recibida pesa y mucho. El dinero del FMI, esos dólares que está negociando el equipo de Milei con el fondo, no es para cubrir el déficit, son necesarios para sustituir deuda emitida en el pasado por Argentina con un vencimiento muy corto y unos tipos de interés muy altos. El dinero del FMI debería sustituir la deuda antigua por nueva deuda con unos tipos de interés ventajosos (mucho más bajos de lo que paga Argentina) y con unos vencimientos más largos. Es decir, el Gobierno de Javier Milei pretende sustituir los bonos que pagan intereses de doble dígito y que vencen a corto plazo por esa deuda del FMI. Sin la ayuda de este organismo internacional, el futuro de Argentina sería aún más incierto.
Aunque la situación de Argentina ha mejorado de forma notable, sus reservas brutas han aumentado y el riesgo país ha caído con fuerza, la fragilidad de la economía complica el cumplimiento con la avalancha de vencimientos a los que se enfrenta el Gobierno a corto plazo como consecuencia de los excesos pasados (de otros gobiernos argentinos). Argentina aún tendría que pagar unos intereses muy altos en el mercado para refinanciar la deuda que vence. Se estima que Argentina se enfrentará este 2025 al vencimiento de unos 18.500 millones de dólares (deuda en moneda extranjera). La primera prueba llegó la semana pasada y parece haber sido superada: Argentina realizó un pago de 4.300 millones de dólares a los tenedores de bonos soberanos, marcando su mayor reembolso desde la reestructuración de deuda en 2020. Pero aún queda lo más duro.
Poner fin al cepo en Argentina
Los economistas Ernesto Talvi y Sofía Harguindeguy explicaban en un informe publicado por el Real Instituto Elcano que "este es el momento decisivo para capitalizar los éxitos obtenidos hasta ahora por el plan de estabilización y el sacrificio que se le pidió a la ciudadanía, para poner a Argentina en el camino para erradicar el flagelo de la inflación, la inestabilidad macroeconómica y las crisis recurrentes. La vía más rápida y razonable, y por cierto más lógica, de lograrlo es un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que aporte a Argentina fondos frescos (reservas internacionales que hoy no tiene) para ahuyentar el fantasma de la reestructuración de la deuda externa, levantar el "cepo" sin sobresaltos manteniendo las expectativas ancladas y asegurar así el éxito del programa", señalan estos expertos.
Estos dólares que llegarán del fondo monetario, además, permitirá a Argentina poner fin al cepo cambiario (permitir el libre movimiento de capitales) con algo menos de riesgo que si lo hiciese sin reservas. Una vez que los argentinos tengan libertad para mover su capital sin restricciones, el peso puede sufrir importantes oscilaciones ante posibles eventos inesperados, por lo que tener un nivel de reservas aceptable (dólares) puede ayudar a suavizar estos movimientos y evitar ciertos pánicos monetarios no justificados.
"Una dinámica virtuosa"
"Con esta base, un acuerdo con el FMI es perfectamente alcanzable. De lograrlo se echaría a andar una dinámica virtuosa: la certeza del repago de las amortizaciones de deuda en moneda extranjera reduciría aún más el riesgo país a niveles compatibles con el reingreso de Argentina en los mercados de capitales; el levantamiento del cepo cambiario habilitaría la llegada de inversiones en sectores estratégicos que, al amparo del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), esperan la eliminación del cepo. Todo lo cual habrá de resultar en una recuperación, probablemente vigorosa, de la economía", añaden Talvi y Harguindeguy.
La próxima fase del programa de estabilización del Gobierno de Milei presenta dos grandes desafíos: levantar el cepo cambiario y cumplir con el calendario de pagos de las amortizaciones de capital de la deuda en moneda extranjera. El segundo ya está en marcha y el primero depende, en parte, del éxito del segundo y del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional si se quiere enfrentar el fin del cepo con ciertas garantías.
"Para uno y el otro, Argentina necesita un nivel de reservas internacionales que aún no tiene", comentan Talvi y Harguindeguy. Para afrontar el segundo desafío, el gobierno ha logrado cerrar con un consorcio de bancos internacionales (BBVA y JP Morgan) la obtención de un préstamo de corto plazo conocido como 'repo' (repurchase agreement) por 1.000 millones de dólares. Este acuerdo va a permitir que Argentina reciba los fondos inmediatos ofreciendo como garantía una elevada cantidad de bonos soberanos.
Esto solo acaba de empezar. Talvi y Harguindeguy ponen cifra a la cantidad de fondos que necesita argentina para levantar el cepo y atraer así una mayor inversión extranjera: "Considerando las amortizaciones de deuda externa en lo que resta de 2024 y en 2025 (excluyendo aquellas con el FMI y organismos multilaterales, y las bilaterales oficiales) y el stock de reservas necesario para salir del cepo sin sobresaltos que puedan "desanclar" expectativas, estimamos que Argentina precisa unos 45.000 a 48.000 millones de dólares de reservas internacionales brutas cuando actualmente cuenta con 28.000 millones de dólares", sentencian los dos economistas.
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