
Entre las muchas crisis que han azotado al mundo los últimos años hay una que se ha dejado sentir especialmente en España, la del aceite de oliva. Esta materia prima, que el país ibérico domina con puño de hierro con más del 45% de la producción mundial ha visto como sus principales campos (el sur de la península, Italia o Grecia) quedaban debilitados por grandes sequías que habían lastrado enormemente su producción. En consecuencia el mercado ha visto cómo los precios se disparaban. Esto permitió soñar a Túnez, un pequeño país atrapado en una crisis sistémica, evitar el peor escenario: declararse en quiebra o ser rescatada por el FMI, pagando un duro peaje. Ahora el sueño se apaga con la caída de los precios y el país asume que han perdido su oportunidad.
La región 'cartaginesa' lleva años en los que un gran déficit ha precedido a problemas de liquidez. A pesar de que solo tiene una deuda del 80%, ya en 2021 el país vivió un shock financiero ante la falta de efectivo debido en primer lugar a los enormes gastos que requirió el covid y, en segunda instancia, al aumento de los costes de la energía, su principal importación. Los bancos se encontraban sin divisa propia para hacer funcionar su economía.
Para entender el por qué de la vulnerabilidad de Túnez y su complicada situación hay que entender que prácticamente toda la deuda de Túnez estaba denominada en divisa extranjera y con firmas e instituciones de fuera del país. En total, el pasivo externo de la nación norteafricana supera los 40.000 millones de dólares. En total se trata del 79% del PIB del país aunque esto es después de haber podido reducirla en los últimos años, en el peor momento llegó a ser del 95%.
Mientras tiene que pagar una enorme cantidad anual en préstamos en moneda extranjera, tiene un gasto prácticamente inasumible que le ha arrastrado al déficit más absoluto. Si en 2020 el déficit fue del 9% en 2021 fue del 7,6% y ya en 2023 no ha bajado del 7,1%. Respecto al gasto que les ha llevado a este punto, el país ha construido una enorme red funcionarial. Según datos oficiales del gobierno, Túnez cuenta con unos 700.000 empleados públicos. La masa salarial total ascendió a unos 5.600 millones de dólares, lo que supone casi el 70% de los recursos anuales del Estado.
Al mismo tiempo se trata de un país que tiene que pagar un alto coste por sus desempleados pues el desempleo se encuentra en el 16,2%. Aunque según BNP Paribas la puntilla a toda esta espiral de gastos viene de los subsidios que el país da a la energía y los productos básicos. "Este se duplicó en 2022 y solo se han reducido parcialmente hasta el 5,5% desde el 8,3%". Algo que "supone una pesada carga para las cuentas tunecinas". Todo esto sazonado con una inflación del 8% y que se espera que no baje del 7%.

Por su parte, el banco francés señala que se ha dado otro fenómeno muy peligroso. Ante la crisis de liquidez de 2021, el país optó por buscar financiación interna. Algo que, lejos de solucionar el problema, ha traído nuevos desafíos. "Al margen de los elevados déficit presupuestarios, la carga de deuda se ha visto perjudicada por que, al intentar buscar financiación interna (rápidamente) han tenido que aceptar condiciones menos favorables en los intereses". En consecuencia, el país ya paga un 10% de todo su PIB solo en el pago de estos intereses a pesar de que la deuda apenas es del 80% del tamaño de su economía.
Desde el centro de Estudios Económicos de Oriente Medio hablan de una situación crítica. "El gobierno gasta demasiado. Las fuentes externas de financiación se están agotando ya claramente y los enormes déficits fiscales están ya empezando a agotar la financiación interna". Para Ishac Diwan, economista de la institución y miembro de Paris School Economcis y para Hachemi Alaya, analista y director de Tunisia Think Tank, financiar los déficits internos y externos va a ser muy difícil pues de momento solo se han obtenido 1.500 millones de dólares de los 5.000 millones necesarios para las deudas externas de 2024".
"Hay posibilidad de un shock que genere una devaluación que encarezca más la deuda y una escasez de divisa que derrumbe todo el sistema"
En ese sentido ven la posibilidad clara de un nuevo shock ante "una devaluación que encarezca más la deuda y una escasez de divisa que derrumbe todo el sistema, provocando una fuga de reservas y capitales. Ahora mismo Túnez está a merced de más mínimo golpe y la realidad es que está condenado a solo dos opciones si quiere evitarlo, reestructurar su deuda o embarcarse en una senda de austeridad pactando con el FMI".
"Si el déficit presupuestario no se reduce más de lo previsto, las necesidades de financiación del gobierno tunecino superarán el 17% del PIB este año. La amortización de la deuda representará dos tercios de esta cantidad, una cifra enorme e inconmensurable con la situación anterior a la pandemia, cuando las necesidades de financiación rondaban el 8-9% del PIB".
La esperanza perdida del aceite
En ese sentido la gran esperanza hasta ahora era que la bonanza del aceite y del turismo, los dos negocios en los que tienen una gran posición internacional, permitiesen la entrada de divisa que les diese tiempo para realizar las reformas necesarias con las que salir airosos de esta situación. El país bereber produce cerca de 200.000 toneladas de aceite de oliva solo con un tercio de los habitantes de España y con una renta mucho menor, algo que hace que sea el cuarto mayor productor del mundo, muy lejos de las 766.400 de España, pero por encima de países como Turquía, mucho más grandes y poblados.
De hecho, con la subida de los precios derivada de los problemas en los principales productores los ingresos para Túnez se han disparado. En 2023 ya se alcanzó un récord tras un alza del 65% hasta los 3.810 millones de euros. Este incremento es realmente clave para un país que necesita ingresos (y entrada de divisa) pues el aceite supone el 10% de todas sus exportaciones.
De hecho desde Fitch señalaban que los tres pilares sobre los cuales el país estaba reduciendo su déficit por cuenta corriente para aliviar la escasez de divisa eran "el turismo, la caída de los precios de la energía y el aceite". Este déficit se ha reducido desde el 7,1% de 2022 a un 2,2% en 2023 y en los primeros nueve meses de 2024, ya ha caído al 1,3. En ese sentido, a pesar de que podrán mantenerse por la energía, que sigue en retirada, el motor del aceite se apaga y con el, la esperanza de que lograsen el ansiado superávit fiscal.

"El USDA proyecta una cosecha europea de 1,83 millones de toneladas basándose en una normalización de las condiciones de cultivo. A mediados de mayo, las condiciones en España parecen favorables, con una primavera cálida y relativamente seca, pero el calor complementado con un suministro adecuado de agua durante el verano será fundamental". Por lo tanto, "esperamos una disminución paulatina por los precios más bajos y la menor demanda".
La mayor cosecha ya se nota en los precios, al menos en España. De momento ya se ha producido una caída del 40% desde enero en los precios de la materia prima y apunta a una vuelta a los 5 euros por kilo. Los últimos años la producción se había desmoronado, según Bankinter "los costes de producción subieron por la guerra de Ucrania". Sin embargo creen que el motivo fundamental fue "la cosecha disminuyó a la mitad debido principal a la escasez de lluvias y problemas relacionados con la sequía". Según el banco español la primavera de 2023 "fue la más seca desde 1985".
Esto ya parece cosa del pasado después de las previsiones para la temporada 2024/2025 en España. Según ha informado el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) salvo imprevisto se espera que le llegue a las 1.262 toneladas, es decir, un 48% más. Y no solo es que sea mejor que los dos últimos años, sino que se da por hecho que será un 4% superior a la media desde 2018. Una tendencia igual se ve desde el resto de países productores y dominadores del mercado, como Italia, Grecia y Turquía, que también habían visto reducida su cuota de producción.
Por qué pierden su oportunidad
Sin embargo, el sentimiento en Túnez no es solo de que las condiciones climáticas, que caprichosamente les brindaron una oportunidad única ahora se desvanecen, sino que creen que han aprovechado solo parcialmente este éxito. El motivo es que Túnez gana mucho menos dinero por el aceite debido a que no se ha invertido en la industria y la inversión internacional es muy baja. Según Fitch "el sector oleícola tunecino pierde una parte sustancial de los precios finales al consumidor, ya que el aceite de oliva a granel suele refinarse en España e Italia para su posterior venta bajo marcas de consumo españolas e italianas". En cifras, creen que, por no llegar preparados al momento definitivo han dejado escapar el el 50% del valor que podrían haber capturado.
"Un indicador de esta pérdida de valor son los precios unitarios de exportación, que en 2022 promediaron 3.846 dólares por tonelada en Túnez, pero 4.052 dólares por tonelada en España y 5.357 dólares por tonelada en Italia". Por su parte, la agencia indica "esto refleja una escasez interna de materiales de embotellado y embalaje de calidad suficiente para ser aceptables para las marcas internacionales y una inversión insuficiente en capacidades locales de embotellado, ambas cosas, pero esta última en particular, se han relacionado con limitaciones de financiación internas".
"El aceite de oliva que producimos ha ganado varios premios internacionales, pero tuve que vender mi producto crudo a una empresa exportadora italo-tunecina", dijo la firma galardonada local, Mustapha Mtiraoui, en una entrevista a Reuters. "Vender aceite de oliva envasado es más rentable pero más complicado porque no podemos conseguir los préstamos preferenciales que obtienen los grandes competidores de los bancos locales