España es el mayor productor del mundo de aceite de oliva y también el mayor exportador. Sus exportaciones suponen en torno al 65% de su comercialización total. Más de 350.000 agricultores se dedican al cultivo del olivar en nuestro país, en un sector que mantiene unos 15.000 empleos en la industria y genera más de 32 millones de jornales por campaña.
La producción española de aceite de oliva supone el 70% del total de la Unión Europea y el 45% de la mundial, lo que convierte a España en líder mundial en superficie cultivada, en producción y en comercio exterior, y eso se lo debe también a la calidad que propicia una tradición olivarera sólida y a una industria tecnológicamente avanzada y profesional.
Durante la temporada 2021/2022 esa producción se situó en torno al millón y medio de toneladas, pero la falta de lluvias y la consiguiente sequía, que no es solo de este año, animada por las olas de calor consecuencia del cambio climático, han reducido notablemente las cifras y han provocado una crisis en el sector aceitero español y una reducción drástica de la producción de hasta el 40% de las exportaciones que, sin embargo, no ha impedido que Andalucía alcance unas exportaciones por valor de 22.744 millones de euros entre enero y julio de este año. Esta cifra que supone su segundo mejor registro de la historia para los siete primeros meses de un año desde 1995, año desde el que existen datos oficiales.
Si bien registra una bajada del 9% interanual, significa hasta un 15,2% más (3.006 millones de euros) que las ventas al exterior que se contabilizaron en enero-julio de 2018, que hasta 2022 contaba con la mayor factura de los primeros siete meses de un año. Por tanto, el de 2023 es el segundo mejor registro histórico, sólo por debajo del récord del pasado año.

En todo caso, de las 1.412.000 toneladas producidas en España el año anterior hemos pasado en 2023 a apenas 780.000 toneladas, lo que supone una reducción del 47,7%, según el Consejo Oleícola Internacional (COI), y "la peor campaña desde 1995-96", según la Coordinadora de Agricultores y Ganaderos (COAG). La consecuencia más directa de este descenso es el incremento de los precios y la reducción de las exportaciones.
Pese a los datos que muestra Andalucía, España ha exportado mucho menos aceite de oliva este año. Según el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, fueron 281.000 toneladas hasta el pasado mes de mayo, un 39,5% menos, por valor de 1.471 millones de euros, con una reducción del 11,9%.
La mala cosecha de este año está causando estragos en el sector olivarero español y favorece a competidores como Italia, pero también a otros productores mediterráneos como Grecia, Turquía y Túnez.
La crisis en España aviva el plan de Túnez
Hace décadas que Túnez decidió apostar por la producción y exportación de aceite de oliva que apenas consume el país, y hasta ahora no suponía demasiado problema para España, pero la crisis está animando aún más al sector tunecino, y mucho más si tenemos en cuenta que Túnez ya se había marcado la producción y exportación de aceite de oliva como uno de sus objetivos a fomentar.
Ahora, el país norteafricano, que sabe de las dificultades de España, se ha propuesto ampliar su producción y convertirse en un escaparate en el que puedan fijarse los tradicionales compradores mundiales de aceite de oliva.
La estrategia del sector olivarero tunecino pasa por desafiar a España ampliando su producción de unas 228.000 toneladas anuales a más de 250.000 en la próxima década. El plan a diez años diseñado por el Ministerio de Agricultura, Recursos Hídricos y Pesca de Túnez está enfocado a producir más materia prima que poder exportar y a apostar por nuevos países a los que vender su aceite, entre ellos tradicionales clientes de España como Estados Unidos y Europa.
Compromiso público y privado
Túnez exporta la mayor parte del aceite que produce, hasta 216.000 toneladas de ese total el pasado año de 228.000. Sus nuevos objetivos pasan por modernizar el sector, comenzando por renovar hasta mil hectáreas de olivar cada año y convertir 10.000 hectáreas de zonas de secano por nuevas plantaciones, capaces de ofrecer una mayor producción, para lo cual no solo cuenta con la supervisión y el apoyo financiero del Gobierno tunecino, sino que ha logrado el respaldo del sector privado.
Túnez quiere consolidarse en los próximos diez años como un competidor real de España. Su producción sigue estando a años luz de la de nuestro país aunque en España se haya reducido este año a la mitad. Pero los adquisidores potenciales de aceite de oliva en el mundo no le van a hacer ascos al aceite tunecino, pese a que aún está lejos de alcanzar la calidad del español.
Eso lo saben en tierras tunecinas y confían en explotar su potencial, también para ganar en calidad, y convertirse en una referente en el mercado internacional. De hecho, no se conforman con los países europeos y Estados Unidos, sino que han visto la seria posibilidad de exportar a países asiáticos como China, India y Japón, e incluso a algunos africanos.