
China y la India suman más de un tercio de toda la población del mundo entero, son dos de las economías que presentan un mayor crecimiento, comparten frontera y están llamadas a ser las grandes potencias globales (incluso por delante de EEUU). Sin embargo, si un indio o un chino quieren viajar desde su país al vecino, no puede coger un vuelo directo. Esta anécdota es el fiel reflejo de las complejas relaciones entre ambos países, unas relaciones tensas que pueden terminar desequilibrando la balanza del poder global. China e India presentan una historia de relaciones tensas y conflictivas, una situación que podría agravarse de cara al futuro a medida que los dos países luchan por el 'dominio' de la economía global. Esta disputa acerca poco a poco a la India a Occidente, un aliado necesario para mantener a raya a Pekín.
Aunque el gobierno chino ha pedido en repetidas ocasiones a las autoridades de aviación civil de la India que se restablezcan los vuelos directos (detenidos durante la pandemia del covid en marzo de 2020), la India ha rechazado de forma sistemática la vuelta a la normalidad. De este modo, las dos economías más potentes de Asia (con permiso de Japón) no están conectadas de forma directa por vía aérea, el transporte más usado por los 'hombres de negocios'. La única opción es viajar a través de terceras ciudades, lo que explica por qué los vuelos desde Hong Kong a Pekín y Shanghai están llenos de indios, señala Tom Miller, economista de Gavekal Research.
La rivalidad geopolítica y económica entre China e India es un fenómeno complejo que se ha ido gestando a lo largo de varias décadas, fundamentado en una serie de factores históricos, territoriales, económicos y estratégicos. La Guerra Sino-India de 1962 sigue teniendo gran impacto en la relación de ambos países, pese a que esta guerra terminó hace más de 60 años. El conflicto bélico dejó cicatrices profundas y una línea de control no demarcada claramente en la región del Himalaya. Ambos países reclaman territorios estratégicos como Aksai Chin y Arunachal Pradesh, lo que ha sido una fuente constante de tensiones.
La India mantiene las distancias con China
Nueva Delhi se resiste a poner en marcha un acercamiento con Pekín, "en quien simplemente no confía. Las cicatrices de la guerra fronteriza de 1962, cuando la India perdió unos 3.000 soldados en una aplastante derrota, aún son profundas. El máximo líder de China, Xi Jinping, y el primer ministro indio, Narendra Modi, no han mantenido conversaciones formales desde 2020, a pesar de reunirse 18 veces entre 2014 y el estallido de la pandemia. En cambio, India ha asumido su papel como contrapeso geopolítico a China en el Indo-Pacífico, acercándose a Estados Unidos, Japón y Australia en la asociación de seguridad Quad", explica el experto de Gavekal. Ahora mismo, alrededor de 100.0000 soldados indios y chinos están guarnecidos a lo largo de los 3.500 kilómetros de frontera de facto entre India y China, conocida como la Línea de Control Real.
La India insiste en que las relaciones bilaterales no pueden volver a la normalidad hasta que se resuelva la disputa (de la forma que la India quiere). A pesar de las más de 20 rondas de conversaciones militares, no hay señales de que esto vaya a suceder, asegura el economista de Gaveakl. De hecho, la India ha desplegado un número récord de tropas en Ladakh este año. La desconfianza es histórica. La memoria de la guerra y las subsecuentes escaramuzas fronterizas han alimentado una desconfianza mutua, exacerbada por la percepción de que el otro país es un rival estratégico. Esta situación de tensión ha acercado cada vez más a la India a Occidente a la par que aleja a China. Tanto Occidente (EEUU) como la India se necesitan mutuamente.
La India y su posición internacional
No obstante, la India aún mantiene lazos con Rusia (aunque cada vez más tensos), por ejemplo, lo que genera ciertas dudas. "A pesar de su profundo alineamiento con Estados Unidos, India participa en grupos no occidentales que incluyen a Rusia y a veces hasta la propia China. Estos vínculos demuestran el deseo de los líderes indios de garantizar que su país no sea visto como un seguidor de Occidente", escribía Aparna Pande, directora de la Iniciativa sobre el futuro de la India y el sur de Asia en el Instituto Hudson.
"En los últimos años, India ha utilizado su presencia en grupos multilaterales para construir sus credenciales como potencia global, que tiene relaciones con Rusia y países del Sur Global y, sin embargo, mantiene una estrecha asociación con Occidente", explica esta experta. La India quiere la ayuda de Occidente a la vez que necesita a los países emergentes, algo que se ve claramente en sus relaciones comerciales con China, cada vez más intensas pese al alejamiento político.
Relaciones frías, comercio 'caliente'
Pese a que las relaciones son cada vez más frías, el comercio entre ambos países es cada vez más 'caliente': el comercio bilateral continúa aumentando a niveles récord, la India es cada vez más dependiente de las importaciones chinas. China (con Hong Kong) representó el 41% del déficit comercial de 238.000 millones de dólares de la India en el año fiscal 2023-24. Esta situación es frustrante para las empresas chinas, que quisieran expandirse en la India. Pero es peor para India, que necesita inversiones chinas para ayudar a desarrollar su atrofiado sector exportador, comentan desde Gavekal.
Incluso antes del enfrentamiento en el valle de Galwan de Ladakh en junio de 2020, la India había tomado medidas para restringir la inversión china. En abril de ese año, mientras la economía india se tambaleaba por la rápida propagación del coronavirus, el gobierno reaccionó ante una serie de "adquisiciones oportunistas" de empresas indias por parte de inversores chinos. Las alarmas sonaron cuando el Banco Popular de China aumentó silenciosamente su participación en HDFC, el mayor prestamista hipotecario de la India, por encima del 1%, aprovechando una caída del -35% en el precio de las acciones de HDFC. India revisó sus reglas de inversión extranjera directa (IED), exigiendo la aprobación de seguridad central para toda la IED de los países vecinos, una política claramente dirigida a China.
Las restricciones a la inversión se endurecieron aún más después del enfrentamiento fronterizo, en el que varios soldados indios fueron asesinados a garrotazos. India prohibió más de 100 redes sociales, préstamos y otras aplicaciones chinas, incluido TikTok, que perdió de un plumazo su principal mercado internacional. El gobierno aseguró que se trataba de una cuestión de seguridad nacional y afirmó que las aplicaciones estaban robando información de los usuarios y transmitiéndola a servidores extranjeros. Además, los fabricantes de teléfonos inteligentes Oppo, Vivo, Xiaomi, ZTE, OnePlus y Haier fueron investigados por diversas supuestas irregularidades, incluida la evasión fiscal. Huawei y ZTE quedaron completamente excluidos de la red de telecomunicaciones de la India.
Las empresas chinas nunca han sido grandes inversoras en la India en comparación con las de Estados Unidos, Japón y Europa, pero habían comenzado a desempeñar un papel importante en la industria. Las empresas tecnológicas, encabezadas por Alibaba y Tencent, fueron las primeras en invertir en las nuevas empresas y las plataformas de comercio electrónico de la India. La inversión china se ha paralizado desde que se adoptaron las nuevas y estrictas normas.
Sin embargo, "permitir una mayor inversión china es, paradójicamente, probablemente la mejor manera de reducir esta relación comercial desequilibrada. Con el tiempo, esto permitiría a las empresas indias aprender de sus socios y competidores chinos. Dado el liderazgo mundial de China en grandes sectores del sector manufacturero, India necesita la inversión china para desarrollar sus propios centros de exportación", apunta Tom Miller.
En resumen, la rivalidad entre China e India es un fenómeno con profundas raíces históricas y significativas implicaciones económicas y estratégicas. El enfrentamiento y distanciamiento entre estas dos economías emergentes no solo afectan la estabilidad regional, sino que también tienen el potencial de repercutir en la economía global, creando incertidumbre y desafíos para el comercio y las inversiones a nivel mundial. El choque y las restricciones a la inversión directa de China en la India pueden perjudicar a Nueva Delhi y su desarrollo. Sin embargo, este vacío también puede ser usado por Occidente para terminar de 'atrapar' a la India en su órbita y lograr contrarrestar la expansión de China en la región y en el mundo.