El plan de Japón para las empresas pequeñas y medianas de bajo rendimiento es dejarlas fracasar. El plan tiene un matiz: la idea no es que quiebren sino que se reestructuren mediante fusiones y adquisiciones para fortalecer la economía. ¿Es posible en un país con tradiciones tan arraigadas también en los negocios?
Según han indicado a Reuters altos funcionarios del Gobierno, se ha tornado en necesidad urgente reemplazar a las empresas débiles por otras capaces de generar crecimiento. Sin embargo, el cambio no es simple porque, primero, requiere un replanteamiento del enfoque tradicional japonés hacia los negocios.
En Japón las pequeñas empresas familiares representan alrededor de siete de cada diez empleos pero el crecimiento económico vacilante y la presión demográfica comprometen el futuro.
Un ejemplo citado por la agencia es el de Hitoshi Fujita, una pequeña empresa familiar dedicada a la fabricación de piezas de metal que en la última década ha hecho algo inusual entre los negocios de poca envergadura: se expandió y compró dos empresas vecinas en la última década.
Es el camino que el Gobierno espera que tome la mayoría. De ahí, que las ayudas estatales y la financiación casi gratuita que han permitido sobrevivir a muchas de estas empresas están empezando a mermar. Además, los apoyos activados durante la pandemia están también de retirada mientras los tipos de interés recuperan la senda de subidas.
Es la primera vez que portavoces del Gobierno reconocen esta vía, aunque los funcionarios que hablaron con Reuters matizaron que no esperaban que el cambio fuera rápido precisamente por el cambio de pensamiento que implica en un país que históricamente ha evitado las quiebras y ha luchado por proteger los empleos existentes a costa de la productividad. Tampoco quiere que la evolución derive de una oleada de quiebras y despidos a gran escala sino que se dé mediante fusiones y adquisiciones.
La esperanza es que la medida ayude a Japón a canalizar trabajadores e inversiones hacia sus empresas más productivas impulsando los salarios. Ocurre en un momento de dificultades en el mercado laboral, entre otras cosas, por el envejecimiento de la población, que sume al país en un laberinto de salida de falta de mano de obra. ¿Pueden las empresas familiares dar este paso?
La mayoría de los propietarios de pequeños negocios carecen de las habilidades necesarias para comprar otra empresa pero las mismas fuentes recuerdan que el Gobierno cuenta con centros de ayuda para asesorar a las pequeñas empresas sobre fusiones y adquisiciones.