
El año 2024 podría suponer un nuevo jarro de agua fría para China. Los datos de matrimonios del primer trimestre indican un descenso de las uniones oficiales de parejas que pondría fin a la bocanada de aire que supuso 2023, cuando la estadística anotó un repunte que ofrecía esperanzas al gigante de poder vencer al monstruo demográfico.
De enero a marzo, la tasa de matrimonios descendió un 8,2% interanual hasta los 1,969 millones, según datos del Ministerio de Asuntos Civiles. Si la tendencia se mantiene a lo largo del año, los desafíos encadenados crecerán para la segunda economía más grande del mundo.
Más matrimonios se traduce en más hijos, es decir, más fuerza laboral en el futuro que permita sostener un sistema de pensiones desbocado. Los cálculos de organismos avalados por el Gobierno ya apuntaban en 2019 que el mayor fondo para pagar las pensiones se habrá quedado vacío para 2035. Más allá de esta primera fecha tope, el problema crecerá a la par que el envejecimiento demográfico (más jubilaciones) si las medidas que el país está aplicando para combatir la disminución de la natalidad y la histórica caída de la población no dan sus frutos.
El país de los 1.410 millones de habitantes registró 7,68 millones de matrimonios en todo 2023, un 12,4% más que en 2022 en el que fue el primer repunte desde 2014 tras años de caída en picado. Sin embargo, la tendencia con la que arranca 2024 echa por tierra cualquier dosis de optimismo.
Los jóvenes chinos están retrasando cada vez más la paternidad principalmente por el aumento de los costes de vida y el desembolso económico que supone la crianza de los hijos. La principal medida que ha activado China en los últimos años para alentar la natalidad es la eliminación de la política de hijo único que imperó en el país durante más de tres décadas para controlar un crecimiento poblacional desbocado.
Los límites al número de hijos por pareja casada se eliminaron en 2021 pero no están reportando los resultados esperados en la tasa de natalidad. Sumado a esto, la falta de mano de obra extranjera en comparación con otras economías asiáticas pone en riesgo la productividad económica de China, que no puede asegurarse la población en edad de trabajar que necesita.
En la batalla contra el reloj demográfico China también anunció otras medidas, como la extensión de las ayudas por hijo a las madres solteras -otro paso más para dejar atrás la familia tradicional en aras de lograr el ansiado aumento de la natalidad-, el fin del 'precio de las novias' una tradición matrimonial por el que el novio debía entregar una elevada cantidad de dinero a la familia de la novia antes del enlace, o el aumento de los días de vacaciones para quienes se casen hasta los 30 días. Pero de momento las estadísticas no dan motivos para la alegría.