
La inversión empresarial trata a duras penas de recuperar su nivel prepandemia. El Banco de España revela que tan solo un sector, el energético, fue capaz en 2022 de reconquistar las cifras alcanzadas en 2019. El resto, siguen perdiendo el pulso, sobre todo las ramas dedicadas a la agricultura, la construcción y las actividades inmobiliarias. No obstante, según estima el regulador, el pulmón empresarial podría haber comenzado a remontar a partir del cuarto trimestre de 2023, para consumar su consolidación a lo largo de este 2024, al calor de un mayor ritmo de ejecución de los fondos europeos.
Lo cierto, es que el terremoto económico derivado del estallido de la crisis de la Covid-19 tumbó la buena marcha mostrada por la inversión empresarial previo a 2020. A ello, se sumó la aparición puntual de algunos cuellos de botella en las cadenas globales de suministros, la crisis energética y el repunte de los costes de producción, la elevada incertidumbre sobre las condiciones económicas y el aumento de los tipos de interés acometidos por el Banco Central Europeo. Un cóctel de shocks económicos que solo las empresas energéticas consiguieron sortear gracias a la apuesta iniciada a nivel global. Su nivel de inversión -lejos de caer- repuntó tanto en 2020, como en los años posteriores, como consecuencia del desafío que supuso el inicio de la guerra en Ucrania y la estrategia de autonomía energética iniciada por la Unión Europea.
Para el resto de sectores, la crisis sanitaria fue una auténtica losa de la que siguen sin conseguir desprenderse. En 2020, la tasa media de inversión de las empresas españolas descendió de forma especialmente intensa en aquellas ramas de actividad cuyas ventas se vieron más afectadas por la pandemia, como la hostelería, el transporte o los servicios de ocio. La irrupción de la Covid se cebó con aquellas sociedades que mantenían una posición financiera menos saneada, es decir, aquellas con mayor endeudamiento o carga financiera. Esto les alejó del acceso a financiación nueva. No obstante, el Banco de España reconoce que situación es muy diferente a la mostrada en la anterior crisis, la de 2008.
Papel clave del BCE y el ICO
El regulador afirma que las diversas medidas de política económica desplegadas por las instituciones europeas durante la pandemia habrían desempeñado un papel importante a la hora de explicar la menor incidencia sobre las decisiones de inversión de las empresas que tuvieron sus condicionantes financieros, en comparación con la crisis financiera global. En concreto, destaca la acción iniciada por el Banco Central Europeo (BCE) con la intención de preservar unas condiciones de financiación favorables para todos los agentes económicos. Cabe recordar que los de Christine Lagarde aprobaron el Programa de Compras de Emergencia frente a la Pandemia en marzo de 2020 para combatir el impacto de la crisis. En concreto, la institución monetaria inició un plan de compras de activos públicos y privados de carácter temporal dotado con 1,8 billones de euros.
Los de Hernández de Cos también destacan los programas de avales del Instituto de Crédito Oficial (ICO), iniciados por el Gobierno español, para facilitar el acceso a financiación externa. En este sentido, se estima que, la proporción de empresas que recibieron avales orientados a cubrir sus necesidades de liquidez en los meses posteriores a la pandemia, fue 1,5 puntos superior a la del resto, "lo que sugiere que estos avales podrían haber contribuido a preservar las decisiones de inversión de las empresas", apunta el organismo.
Por último, el informe del Banco de España detecta que la crisis sanitaria habría afectado más a los patrones de inversión de las empresas jóvenes. "La brecha positiva entre el esfuerzo inversor de estas sociedades y el del resto se ha reducido desde el inicio de la pandemia", apuntan el documento.