Economía

La competencia china y de EEUU obligará a crecer en 'telecos' y energía

El presidente francés, Emmanuel Macron, el presidente chino, Xi Jinping y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
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La UE mira a su entorno en un contexto geopolítico incierto. La guerra de Ucrania y el conflicto en Oriente Medio eleva la temperatura a unas relaciones comerciales cada vez más tensas. Si el bloque aprendió algo de la pandemia y la guerra a sus puertas es que la dependencia excesiva es un riesgo. Por ello, mejorar la autonomía estratégica se ha convertido en prioridad. La perspectiva de una posible guerra comercial, de pronto, tiñe el horizonte de incertidumbre. Si la competitividad será uno de los eje de la próxima legislatura, la UE debe reforzar sus sectores energético, financiero y de telecomunicaciones para poder seguir en la carrera con Estados Unidos y China

La competitividad y la resiliencia de la economía son los dos elementos que, esta misma semana, los ministros de Finanzas de Alemania y Francia, Robert Habeck y Bruno Le Maire, destacaban como prioritarios para los próximos cinco años. La estrategia se anclaría en "políticas adecuadas para estimular la inversión privada y la innovación en toda la UE", en eliminar las cargas "burocráticas innecesarias", desarrollar un "marco normativo que impulse el dinamismo económico" y poner en marcha "herramientas de financiación inteligentes".

En un debate previo al inicio de la campaña electoral en el arranque de la semana, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen dejaba la idea de una guerra comercial en una quimera. El candidato socialista, Nicolas Schmit habló sin tapujos: lo que ha hecho Estados Unidos, principal socio comercial de la UE, es "enseñar los dientes" con los subsidios de la Ley de Reducción de la Inflación.

El escenario se plantea, hace ya más de un año, inestable. La UE ha ido subiendo el tono frente a Pekín. La sobreproducción del gigante asiático amenaza con inundar el mercado europeo de productos chinos y Bruselas incrementa el escrutinio para evitar que las empresas dotadas de subsidios compitan de forma desleal y con condiciones ventajosas frente a las firmas europeas.

La tensión con China, en efecto, se ha ido elevando en los últimos años: desde la denuncia ante la Organización Mundial del Comercio por la falta de protección de patentes europeas en el mercado asiático, o las tensiones con Lituania. La llamada de Von der Leyen a reducir riesgos frente a Pekín, aunque no desacoplarse totalmente, como sí se hizo con Moscú, ha ido seguida de investigaciones contra los vehículos eléctricos procedentes de China, el sector de la energía eólica o los productos médicos. La idea es evitar lo que sucedió con los paneles solares. Lo retrató la vicepresidenta de la Comisión Europea, Margrethe Vestager: "hoy, menos del 3% de los paneles solares instalados en la UE se producen en Europa".

Pero China también responde. Después de que Washington decidiera aplicar un arancel del 100% sobre los vehículos eléctricos chinos, Pekín amenaza con aplicar, de vuelta, aranceles del 25% a vehículos de gran cilindrada procedentes de EEUU y UE. En un año de convocatoria electoral también en Estados Unidos, una posible vuelta del republicano Donald Trump a la Casa Blanca aviva los miedos de una política proteccionista y de un terremoto político que distancie comercialmente a la UE de su principal aliado.

La maquinaria comunitaria ya está en marcha y dos exprimeros ministros italianos, Enrico Letta y Mario Draghi delinean el devenir de la estrategia de competitividad europea. El primero de ellos presentó su informe en abril y el segundo lo hará en junio, aunque ya habló de la necesidad de un cambio radical de la economía europea. Y es que "el riesgo de desindustrialización en el continente no es irreversible, pero es una amenaza real", advertía Letta. De la radiografía ya conocida se sabe que el mercado único es el pilar fundamental, que los sectores de telecomunicaciones, energía y financieros están llamados a una convergencia a nivel comunitario, según delineaba Letta en su informe. Pero sobre todo, lo que se anima es a terminar la adormilada unión de mercado de capitales.

La idea de la integración de mercados busca, precisamente, atraer inversión, que las empresas europeas se queden en Europa y no busquen capital en otros mercados. Que si EEUU domina actualmente el mercado de tecnológicas, esta situación llegue a un punto y final con las equivalencias comunitarias propias en inteligencia artificial. Por ello, aquello de la quinta libertad que promulgaba Letta, la de circulación de investigación e innovación.

Tiranteces políticas

"El mercado único no está roto pero está sin terminar. Debemos darle un impulso y adaptarlo a los nuevos retos, que son grandes", decía Schmit con un apunte social. Mientras el candidato de Renew se inclinó por adaptarlo para que sea útil también para las pymes, en paralelo, lo tildó como el mayor fracaso de los populares europeos, por su retraso. Por su parte, Von der Leyen abogó por completar el proyecto para dar un mejor acceso a capital a las empresas e instó a superar el principal escollos: la creación de una figura de supervisión única.

Lastrado por una larga cadena de suministro y la externalización de la producción, el bloque comunitario busca dar un revulsivo a su producción local. La idea de una reindustrialización se hace palpable. Y como la energía evidenció, la diversificación de los suministro en materias primas clave para la transición verde, véase litio, se vuelve tan importante como recuperar la extracción de minerales en suelo propio.

Faltó una respuesta contundente al plan de subsidios para la industria de tecnologías limpias de Joe Biden. Una estrategia que puso en guardia a las voces prominentes del bloque. Que hicieron sonar la idea de un fondo soberano que nunca llegó a tomar forma y que quedó reducido a una partida extremadamente reducida en el seno de la revisión del presupuesto plurianual.

Fue precisamente éste uno de los reproches del candidato de Renew a la Comisión de Von der Leyen. Así, defendió la idea de crear una estrategia pública de inversión a nivel europeo que favorezca el flujo de capital transfronterizo. Por romper tópicos sobre la fragmentación en el mercado único que la respuesta a través de subsidios nacionales provocaría, la alemana explicó que el país que más gasta en ayudas per cápita es Hungría. Aún así se mostró favorable a más financiación para las tecnologías limpias. Al tiempo, Schmit evidenció que hay sectores estratégicos que no se desarrollarán sin apoyo público y, en una defensa de lo que calificó de pragmatismo se inclinó abiertamente por financiación común.

Por ello, en parte, la propuesta de un nuevo plan de Recuperación empieza a elucubrarse. La dificultad de convencer a países frugales reacios a una nueva emisión de deuda conjunta es innegable. Pero según las estimaciones de uno de los principales impulsores de un nuevo instrumento común, el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, la UE necesitará 650.000 millones de euros anuales hasta 2030 para hacer frente a la transición verde y digital.

La dualidad entre crear empresas que sean campeones nacionales o europeos está ahí. De las 21 grandes empresas del mundo, ninguna es europea, evidenció Schmit en aras de crear compañías en la UE que sean fuertes y globales.

La idea no es caer en el proteccionismo pero la UE no se puede permitir tampoco ser naive. Por eso es tan importante la seguridad económica. El bloque debe fijar sectores estratégicos, no puede sentarse a ver como un país se hace con todo el mercado en segmentos relevantes, apuntó Schmit, refiriéndose a Estados Unidos y China. Para Von der Leyen, la seguridad económica va de la mano de la competitividad pero también es necesario recurrir a las herramientas defensivas: "creemos en la competencia porque nos hace mejores, pero debe ser justa".

El presidente de Francia, Emmannuel Macron, ha sido uno de los principales impulsores de la seguridad económica. La idea de una cadena de suministro globalizada se reformula y un mundo de bloques más marcados determinará la tónica comercial dominante. La UE tiene que ponerse las pilas para no quedarse atrás en la carrera global.

A la espera del informe de Mario Draghi

"Nuestra respuesta es limitada porque nuestra organización, la toma de decisiones y la financiación están diseñadas para el mundo de ayer", advertía el expresidente del BCE, Mario Draghi, a quien se le ha encargado otro informe de competitividad de la UE. "Otras regiones ya no siguen las reglas del juego", evidenció. "En el mejor de los casos, estas políticas están diseñadas para redirigir la inversión hacia sus propias economías a expensas de la nuestra; en el peor, para hacernos permanentemente dependientes de ellas".

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