Economía

Sánchez solo logra una prórroga más

  • ¿Querrá asustar también a los jueces y los medios de comunicación?
Palacio de La Moncloa
Madridicon-related

Las generaciones actuales ya no se acuerdan de un humorista de los años 70 y80. Actuaba en TVE. Se llamaba Joe Rígoli y tenía un personaje: Felipito Tacatum. Al final de cada programa se acercaba a la pantalla y con un gesto hilarante decía: "Yo sigo". Parecía que la dirección del programa le iba a despedir, pero no. Capítulo tras capítulo se mantenía. En realidad, eran prórrogas simuladas.

La parodia ha sido copiada por Sánchez. Sánchez en política vive de prórroga tras prórroga. Pero, como en su última aparición en el escenario de La Moncloa, sus prórrogas son simuladas y se las da para resistir a los problemas que él mismo se ha ido creando.

Uno de ellos la delicada situación parlamentaria que necesita reforzar. Sus coaligados estaban dando síntomas de independencia y, en algún caso como Podemos o Junts, de rebeldía. Por eso los ha "asustado" anunciando su posible salida de la Presidencia del Gobierno. Hasta Puigdemont, Aragonès e Ione Belarra han dicho que le votarían en caso de que lo necesitase en una hipotética cuestión de confianza. Aunque, por si acaso, Sánchez no ha utilizado ese mecanismo parlamentario; no vaya a ser que resbale algún voto de los "progresistas (en donde están el PNV y Junts como tales... ¡manda narices!).

Otro de sus errores es querer embridar al poder judicial, como lo ha hecho con el Tribunal Constitucional. De momento el PP se resiste a darle a Sánchez el control de la judicatura.

También se resiste a ese asalto al poder judicial la Unión Europea. Cuando Sánchez intentó modificar la ley de elección del Consejo General del Poder Judicial fue la UE la que se opuso. Una UE que es una de las garantías que tenemos los españoles de no acabar en "república bananera" con un "salvador del pueblo" que domine todos los poderes del Estado y acaba con la independencia de los medios de comunicación.

¿Querrá asustar también a los jueces y los medios de comunicación? Bien analizadas sus palabras en la comparecencia monclovita destilan una amenaza para quienes no sigan su particular interpretación de la democracia.

Otro problema que ha generado su Gobierno es el resurgimiento de un personaje como Puigdemont, con el que el PSC se tiene que enfrentar en esta campaña catalana. Un resurgimiento derivado de la Ley de Amnistía. Gracias a ella el prófugo puede crearle graves problemas a España. También a Sánchez porque su imagen en los españoles es de que es capaz de hacer cualquier cosa para entonar el "Yo sigo". Incluso, permitir que Puigdemont se ría de la Justicia española. Cosa que no han hecho otros líderes catalanes independentistas.

El resurgimiento de Puigdemont pone en duda la eficacia de la "política de apaciguamiento y convivencia" que Sánchez dice tener en Cataluña. El resultado de las elecciones catalanas puede dejar ingobernable la Generalitat y el Gobierno español. Pero, en todo caso, Puigdemont ya ha anunciado que o se retira o sigue apoyando a Sánchez. Sánchez ha salvado ese obstáculo ahora. Veremos en el futuro.

La política internacional sanchista es un arcano que también le está creando problemas. Su giro a Marruecos, con todas las incógnitas que conlleva, es complejo y complica nuestras relaciones con Argelia, sin sacar ventaja ante EEUU. Además, el asunto Pegasus sigue sin aclararse. Por si fuera poco, su alineamiento con el Estado palestino posiblemente lógico pero inoportuno, le ha traído la enemistad de Israel. Israel que, no olvidemos, es el principal aliado de EEUU en Oriente Medio.

Sus relaciones con una parte importante de la ciudadanía, reflejadas en las elecciones nacionales y autonómicas (incluidas las gallegas y las vascas) son otro de sus problemas. Haber roto todo tipo de puentes con la oposición es quebrar el "espíritu de la Transición". Su inquina con la presidenta Ayuso es un problema. Madrid es uno de los motores económicos del país. No colaborar con sus gobiernos (autonomía y municipios) es un error fundamental.

Con su consejero áulico Zapatero, Sánchez ha ahondado en el "frentismo". Que no se olvide: es un gran problema tener en contra más del 50% de la voluntad de la población, queriéndola sustituir por manifestaciones callejeras o reuniones "patrióticas"; es todo menos democrático por mucho que quiera mostrarlo al revés.

Afortunadamente para Sánchez la economía, que depende cada vez menos del Gobierno, no va mal. Pero en su intento de acaparar la sociedad, sus empeños en que la Sepi entre en empresas "estratégicas" es un aviso de navegantes para sectores como la banca y las energéticas. De momento el empresariado está tranquilo, ¿pero hasta cuándo?

El riesgo para Sánchez es que empiecen a darse cuenta del peligro antes de que sea irreversible la entrada de los "amigos" del Gobierno en sus órganos de poder. Por eso a partir de ahora veremos cómo se aceleran las operaciones: Telefónica, Naturgy, Talgo, …

Y también tiene un problema de credibilidad personal y familiar. Hasta ahora todo son rumores que no han saltado a otros niveles. El mismo Sánchez ha indicado en su discurso que es una de las razones por las que se ha tomado los días de reflexión.

Estos son unos de los problemas que él mismo se ha creado. Hay muchos otros, como la imagen que su comportamiento ha generado en círculos solventes de la política europea y atlántica.

En todo caso, ha dicho como Felipito Tacatun: "Yo sigo". El futuro dirá si ha sido, o no, una mueca para conseguir una prórroga más.

Pero le puede pasar como a Joe Rígoli que, base de abusar del teatro, deje de ser gracioso y devenga en tragicómico. De momento, él sigue ¿Seguirá España como la quisimos hacer en la Transición?

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