
Teresa Ribera será la candidata del PSOE a las elecciones europeas. La Ejecutiva socialista despeja la incógnita y elige a la ministra de Transición Ecológica, que el próximo 9 de junio liderará la papeleta con la que Pedro Sánchez buscará -de nuevo- el aval de los españoles a su labor al frente del Gobierno. El órgano Federal socialista ha confirmado este miércoles su propuesta, que se elevará el viernes al Comité de Listas para sea -finalmente- votada el próximo sábado, junto con el resto de candidatos propuestos por las diferentes federaciones que acompañarán en la papeleta a Ribera. "Un honor ser propuesta para encabezar la lista del PSOE al Parlamento Europeo, siguiendo los pasos de Josep Borrell, gran ejemplo para todos. Queremos más Europa, más justa y solidaria, más social, verde y feminista. Sabemos que esta es la agenda que garantiza progreso y bienestar", ha dicho la ministra.
La vicepresidenta tercera llevaba semanas liderando las quinielas para encabezar la lista socialista, después de que otros lideres con mayor peso político descartaran la oferta de Sánchez. El primero en hacerlo fue el jefe de la diplomacia europea. Josep Borrell se borró desde el principio. "Creo que todo el mundo entenderá que tengo un trabajo que no puedo abandonar", dijo hace semanas en respuesta a los rumores que le situaban al frente de la candidatura. Sánchez apostaba por la continuidad de Borrell, que en 2019 consiguió ganar los comicios con el 32,86% de los votos.
La idea inicial del jefe del Ejecutivo era apuntalar un candidato más reconocible, para ubicar -una vez celebradas las elecciones- a Ribera como comisaria de Energía comunitaria. Lo cierto, es que el puesto al que aspira la ministra le situaría como una pieza clave para afianzar los intereses energéticos españoles en Europa en plena batalla por liderar la producción y distribución de hidrógeno verde. Tras los movimientos iniciales en torno a otros candidatos, la dirección socialista se decidió a pedir el voto por Ribera a sus militantes, que el pasado domingo otorgaron -desde la federación de Madrid- de forma masiva su aval a la ministra de Transición Ecológica. "Ha sido clave, junto a la justicia social, para ofrecer a las empresas de nuestro país la ventaja competitividad necesaria, una de las causas de que España lidere el crecimiento económico en Europa", afirma el PSOE en un comunicado.
La designación -no obstante- deja un nuevo hueco vacío en el ala socialista del Consejo de Ministros. Tras la marcha de Illa, Ribera se verá forzada a abandonar su ministerio en un momento clave para la política energética española. El Ejecutivo ha iniciado una estrategia de protección de los sectores estratégico ante el asedio del capital extranjero a las principales compañías españolas. Una de ellas, Naturgy, es el objetivo del grupo emiratí Taqa, que la pasada semana presentó una opa por el 100% de la empresa. Moncloa estudia como contraprogramar la operación, para apuntalar las infraestructuras e inversiones en España. A ello, se añade el diseño del futuro impuesto permanente sobre las energéticas. Ribera incluyó en el borrador incentivos para las compañías, con la intención de aplacar el enfado del sector tras la aprobación del gravamen temporal. Ribera cuenta con la secretaria de Estado de Energía, Sara Aagesen, para pilotar la transición antes de que se nombre al sucesor al frente del ministerio.
Ribera sustituye así a Josep Borrell, que consiguió sumar -en 2019- siete escaños más e integrar a 21 eurodiputados socialistas españoles en el Parlamento Europeo. Cinco años después, el escenario es bien distinto. El traqueteo político ha llevado al PSOE a un vaivén de resultados electorales durante dos años frenéticos, en los que la derrota en las autonómicas de 2023 precipitó el anticipo electoral del 23-J del que Sánchez salió con vida consiguiendo revalidar la presidencia del Gobierno con el apoyo de Sumar y el aval de ERC, Junts, Bildu, el PNV, el BNG y el parlamentario de Coalición Canaria.
Tras ello, Ferraz inició el 2024 con cuatro citas con las urnas por delante. La primera -las gallegas- fueron un revés para las pretensiones socialistas. Su candidato, José Ramón Gómez Besteiro, perdió cinco escaños en una noche electoral trágica para los socialistas en la que solo consiguieron nueve diputados. Las vascas -celebradas el pasado domingo- bien podrían haber marcado un punto de inflexión. El PSE de Eneko Andueza consiguió sus principales objetivos. Reunió el 14,22% de los votos, sumó dos parlamentarios más (hasta los 12), y se convirtió -de nuevo- en la formación clave para la gobernabilidad del País Vasco, anticipando un nuevo pacto con el PNV y apuntalando el apoyo de los nacionalistas a Sánchez en el Congreso de los Diputados.
Con este contexto, Ribera encara su prueba electoral. El resultado de las vascas ha allanado el camino de la responsable de Energía hacia la eurocámara; sin embargo, en tres semanas espera una nueva cita electoral. El PSC de Salvador Illa cuenta con la misión de ganar las elecciones catalanas que se celebrarán el 12 de mayo. Todo lo que no sea una victoria, será interpretado como un signo de debilidad en la carrera que lidera Ribera.