
Los vinilos vuelven a estar de moda en Reino Unido, hasta tal punto que la estadística del país ha decidido incluirlos en la lista de productos para medir la inflación. El disco analógico ha vuelto a la cesta de la Oficina Nacional Estadística británica (ONS, por sus siglas en inglés) muchos años después de desaparecer de la misma. En 1992 fue la última vez que los vinilos fueron relevantes para recabar datos económicos, pero, tres décadas después, han vuelto a las vidas de las familias y a la contabilidad nacional.
Cada año, la ONS actualiza la lista de productos que se tienen en cuenta para medir la inflación, de forma que sea lo más fidedigna posible con los hábitos de consumo. Este 2024, una de las novedades es curiosa, ya que, en pleno auge tecnológico, ha resucitado todo un clásico analógico. La vuelta de los vinilos es una de las incorporaciones que más ha llamado la atención.
"Los sistemnas de grabación son una de las categorías menos representadas de la cesta. Este nuevo ítem se ha incluido para representar el renacer de la popularidad del vinilo. La última vez que estos estuvieron en la lista fue en 1992", explica la estadística el por qué de su decisión.
En Reino Unido se han vendido más vinilos que CDs, en parte gracias a artistas como Taylor Swift o The Rolling Stones, que han impulsado las ventas, según Bloomberg. El consumo de música en formato analógico refleja la supervivencia de las tecnologías clásicas frente a la música en streaming.
Más allá del vinilo, dentro de las novedades que decidirán la cifra final de inflación británica hay otro producto que llama la atención: las freidoras de aire. Es un electrodoméstico que ha salido al mercado hace relativamente poco, pero su popularidad ha sido casi inmediata. En este caso, los británico han optado por este método de cocinado porque reduce el consumo energético, por ejemplo, en comparación con el horno, y porque es más saludable, explica la ONS.
El indicador de precios se elabora este año con 744 elementos tras añadirse 16 nuevos ítems y eliminarse otros 15. La lista se ajusta anualmente para reflejar las tendencias de consumo a largo plazo y para evitar que el indicador incluya convencionalismos que no se ajustan a la realidad.
Los calcetines de mujer, el aceite en espray, las tortitas de arroz, los coches diésel de segunda mano, las bebidas calientes para llevar o el pan sin gluten son otros de los productos que se han incorporado. En sentido contrario, las palomitas, la ensalada preparada para llevar, los sofás cama o el pollo asado, entre otros, han salido de la cesta para calcular la inflación.
Además, la ONS ha dejado de contabilizar el gel hidroalcohólico cuatro años después del inicio de la pandemia. "Su uso ha descendido considerablemente desde el momento más álgido del coronavirus, lo que también ha hecho que los establecimientos cada vez le dediquen menos espacio y que se haya retirado de la cesta del IPC", explican.
La actualización de la cesta se decide cada enero y se empieza a tener en cuenta en febrero. Es decir, el próximo y renovado IPC británico ya reflejará la irrupción del vinilo o la salida del gel hidroalcohólico. El indicador del mes pasado se publicará el 20 de marzo.
El índice de precios al consumo (IPC) se situó en el 4% en enero en Reino Unido. A finales de 2022, la inflación británica marcó una de las mayores cotas de su historia por encima del 11%. La invasión rusa de Ucrania propició el aumento de los precios y el ciclo inflacionista. Aunque el objetivo de estabilidad todavía no se ha logrado, la presión para las familias se está reduciendo.
El Banco de Inglaterra (BoE) ha subido los tipos de interés en respuesta a la inflación hasta el 5,25%, nivel en el que se mantienen desde las últimas cuatro reuniones de política monetaria de la entidad. Todo apunta a que los costes de financiación han tocado techo y que habrá recortes en los próximos meses, como se espera en el caso del Banco Central Europeo (BCE) o de la Reserva Federal (Fed), ya que parece que la batalla contra la inflación está cerca de la victoria.