Economía

Madres mayores de 40 años: España duplica la media europea con Galicia a la cabeza

  • La falta de apoyo social a la crianza como factor determinante
  • La tardía llegada a la maternidad se repite en todas las autonomías
  • La tasa de nacimientos es seis veces mayor que hace 30 años en España
Una madre con un bebé.
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Las madres españolas son las que tienen hijos con una mayor edad. De hecho, más del 10% tienen más de 40 años cuando naca su primer hijo, frente al 5% de la media europea, según Funcas. Y es que desde 1975 hasta 2022, la edad promedio de maternidad en España ha aumentado casi cuatro años, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta tendencia al alza se atribuye a diversas razones, incluidas las dificultades económicas, las demandas profesionales y la búsqueda de un equilibrio entre el trabajo y la vida familiar, según la última Encuesta de Fecundidad del INE.

Además, según Eurostat, España se posicionó como el segundo país de la Unión Europea donde las mujeres tienen su primer hijo a una edad más avanzada. Y también somos el país con el mayor porcentaje de nacimientos de madres mayores de 40 años en comparación con el total de nacimientos en la UE.

En el último ejercicio, el número de mujeres españolas que dieron a luz después de los 30 años alcanzó la cifra de 34.554, revelando un aumento significativo de aproximadamente 5.600 partos en esta franja de edad en comparación con el año 2013. Este incremento del 20% en la maternidad después de los 30 años en solo una década es un indicador claro del retraso en la edad de maternidad en España. Este fenómeno se ve aún más evidenciado al observar que el aumento en el número de parturientas mayores de 40 años coincide exactamente con el descenso en el número de madres que se encuentran entre los 25 y los 39 años. Estos datos sugieren un cambio significativo en las tendencias de maternidad en la población española, con un retraso notable en la decisión de tener hijos.

Un reciente informe de Funcas, el 'Focus on Spanish Society', revela que la tendencia hacia los embarazos tardíos se está consolidando en España, colocándola como el país europeo con el mayor porcentaje de nacimientos de madres de 40 años o más. Un asombroso 10,7% de los partos primerizos en España se producen entre madres pasadas de esa edad, marcando una cifra que duplica la de países como Francia, Alemania o Suecia, donde este fenómeno es menos común. La brecha con respecto a Rumanía, el país con el menor porcentaje en este tipo de nacimientos en la UE es considerable, llegando a siete puntos porcentuales.

Si atendemos a los datos por CCAA vemos que Galicia es la región con el mayor porcentaje de madres de esta edad o más, representando un impresionante 14,4% de los partos en esa franja de edad. Le siguen Asturias (12,4%), Madrid (12,3%) y Cantabria (12,2%). Mientras que las regiones meridionales, junto con Ceuta y Melilla, muestran porcentajes ligeramente inferiores, pero aún notables, siempre por encima del 8%.

Tras España, otros tres países destacan en esta lista: Grecia, Italia y Portugal.

Desde la década de los 90

Este cambio cultural viene desde la década de los 90 que ha venido asociado a una disminución en la tasa de natalidad. Este fenómeno contrasta con la situación de los años 70, donde si bien existía un porcentaje relativamente alto de bebés nacidos de madres de 40 años o más (4,5%), la tasa de fecundidad era más elevada, con 2,77 hijos por mujer en edad fértil. Además, en ese momento, los bebés nacidos de madres con esas edades pertenecían a familias numerosas.

Carolina Vidal, secretaria confederal de Mujeres, Igualdad y Condiciones de Trabajo de CCOO indica que "la precariedad laboral es uno de los elementos clave por el que las mujeres en este país tenemos cada vez menos hijos, porque la decisión de las parejas jóvenes es tener menos hijos y, por otro lado, retrasar la maternidad". Además, afirma que "evidentemente la maternidad lastra profundamente la vida laboral de las mujeres". ¿Por qué? "En primer lugar, porque no hay políticas públicas suficientes que aporten herramientas e instrumentos a los cuidados para que la maternidad y el cuidado de los hijos no recaigan exclusivamente sobre los hombros de las mujeres porque no hay una política de cuidados determinada a través de un plan estatal". Además, añade que "los cuidados lastran la capacidad de las mujeres para obtener salarios dignos y el precio de la vivienda añade dificultades importantes para tener independencia y, por tanto, para tener autonomía".

¿Por qué postergar?

Si bien algunas mujeres pueden elegir retrasar la maternidad por decisión propia, es más común que este retraso esté influenciado por circunstancias que obligan a postergar la maternidad.

Por ejemplo, la prolongación de los estudios, las dificultades para ingresar al mercado laboral (y la discriminación laboral), los ingresos insuficientes y los obstáculos para lograr independizarse pueden obstaculizar los planes de formar una familia a una edad más temprana.

La ilustradora María Hesse que ha vuelto al estudio tras la llegada de su bebé ha sido madre con 41 años. Ella destaca que ha sido tan tarde porque tuvo muchas dudas de si quería ser madre, "no era algo que necesitara en mi vida". Además, añade que su motivación no fue cubrir un hueco con ese hijo y era algo que cuando era más joven si había deseado. "Lo había pensado mucho hasta por fin dar el paso".

Igualmente, la dificultad para encontrar a la pareja adecuada también puede contribuir al retraso en la maternidad, incluso llegando a plantearse la monomarentalidad con más de 40 años. Muchas mujeres optan incluso por congelar sus óvulos como una medida para posponer la maternidad. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la mayoría de las clínicas y expertos recomiendan la congelación de óvulos antes de los 35 años para preservar la calidad y viabilidad de los mismos.

En esta línea, María José López Álvarez, profesora de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social de Comillas ICADE, sostiene que "la mayoría siguen teniendo en su horizonte vital formar una familia, y muchas mujeres confiesan, pasados los 40, haber tenido menos hijos de los que hubieran deseado".

Silvia G., de 39 años cuando E. llegó a su vida, cuenta que, en su caso, la maternidad llegó en el momento en el que conoció a la persona perfecta. "Nos sacamos ocho años y yo ya tenía 35. Esperamos tres años para asentarnos. Tras mi primer positivo llego también un aborto. Una realidad que las mujeres sentimos que tenemos que silenciar". Además, tras su recuperación se encontró con un despido. Ahora con una bebé de 6 meses ve que "la conciliación no es regalar nada a nadie y mientras los gobiernos no se pongan con ello, la lucha de muchas será larga y exhausta".

También María A. de 45 años tiene un bebé de 6 meses A. y en su caso siempre tuve claro que quería ser madre, pero no me atrevió a dar el paso como madre monomarental. No tanto solo por motivos económicos como por intendencia, la gestión del día a día "me parece muy complicada para una sola persona". Tal vez si hubiera estado más cerca de su familia, podría haberlo considerado. "Conocí a mi pareja cuando ya había cumplido los 40, los dos teníamos claro que queríamos ser padres, pero no fue hasta el año de relación que tuvimos claro que queríamos formar una familia juntos. Iniciamos el proceso de FIV y después de varios intentos y un aborto, lo conseguimos, ya con 45".

Teresa Casas, 43, es madre de un bebé de casi 7 meses, B., en su caso se juntaron muchas causas: por un lado, no tenía claro si quería tener hijos. Nunca sintió la llama biológica de la que hablan muchas mujeres. Y a eso, se le suma una situación de precariedad constante por trabajo inestable. Además, hasta la pandemia vivía en el extranjero sin familia cerca. "Esas circunstancias sin duda eran disuasorias o por lo menos no ayudaban", explica. "Cuando empecé a planteármelo, el tema de la conciliación me asustaba mucho. Tanto mi pareja como yo tenemos trabajos que dependen de nosotros. Reducir el horario o estar de baja, tiene un efecto directo en nuestro trabajo. Y lógicamente lo ha tenido. La conciliación es inexistente: al final haces lo que puedes en un entorno hostil, disfrazado de amigable. Ni te cuento la de mails que he recibido durante mi baja con un 'espero que estés bien, disculpa que te moleste durante tu baja...' hay poca consciencia todavía". Ella también destaca que la edad determinó muchos de sus miedos durante el embarazo. "Pero dar con buenos profesionales lo cambió todo", añade.

El nivel educativo sí importa

El nivel educativo y la edad de maternidad están intrínsecamente ligados según se extrae de diferentes estudios. El estudio del Instituto de Economía, Geografía y Demografía (IEGD) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) arroja luz indicando que las mujeres con estudios universitarios que se encuentran en el rango de edad de 45 a 49 años tienen un promedio de 1,50 hijos, mientras que aquellas con la Secundaria completa tienen 1,58 hijos, y las que solo alcanzaron la Primera etapa de Secundaria o menos tienen, en promedio, 1,63 hijos.

Asimismo, las mujeres empleadas tienden a tener menos hijos en promedio en todas las edades, siendo las ocupadas de 40 años o más las que presentan una media de 1,5 hijos. Por otro lado, las mujeres inactivas son las que registran una mayor fecundidad, llegando a tener un promedio de 1,8 hijos en el grupo de edad de 40 a 44 años.

Apoyando esta idea otro estudio del Centro de Investigación Familiar y Demográfica de Estados Unidos, divulgado por 'The Atlantic', destaca también que estas mujeres, en su mayoría, pertenecen a un estrato socioeconómico privilegiado, poseen buena salud y están altamente educadas. Más del 50% de las madres que tienen su primer hijo después de los 40 poseen una licenciatura, en comparación con aproximadamente un tercio de las que han sido madres anteriormente.

Además, el estudio sugiere que las que tienen su primer hijo después de los 35 años, independientemente de sus ingresos, tienden a cerrar la brecha salarial con los hombres; y suelen tener trayectorias profesionales distintas, adaptadas a las demandas de una economía moderna que exige horarios extenuantes y flexibilidad laboral.

No obstante, cuando hablamos de conciliación seguimos encontrando problemas. ¿Dónde está ese vellocino de oro? Los niños demandan una gran dedicación, especialmente en los primeros años, y las madres, en comparación con los padres, continúan asumiendo una carga desproporcionada de responsabilidades. Esto puede ser especialmente problemático para aquellas que están en la etapa de construcción de sus carreras, justo cuando deben demostrar su valía y dedicar más horas al trabajo.

López Álvarez denuncia que, en España, además, "siguen existiendo muchos desajustes de horarios y jornadas laborales que complican todavía más el día a día de la conciliación (las jornadas laborales siguen prolongándose más de lo debido, no se adaptan en absoluto a los horarios escolares...)". Por tanto, "los mayores retos son potenciar el disfrute corresponsable de los derechos de conciliación, implicando a los trabajadores varones; y flexibilidad para poder responder a las necesidades de conciliación de las familias: horarios flexibles, adaptación de jornada, compactación de jornada que permita tiempo libre para los períodos de vacaciones escolares o para atender a los hijos en enfermedades no graves..." Pero hay que tener en cuenta que la inmensa mayoría del tejido empresarial son pymes y en estas organizaciones de menor tamaño hay a veces menor margen para la adaptación.

Y es que la conciliación sigue siendo de ellas. De las casi 55.000 excedencias solicitadas por cuidado de hijos o personas dependientes en 2023, el 84% correspondió a mujeres. Así, mientras los hombres trabajan de media cerca de 34 horas a la semana, las mujeres no llegan a las 30, lo que provoca que ellas tengan una menor remuneración y contribuye a incrementar la brecha salarial de género. En 2022, el salario anual de las mujeres fue un 20% inferior al de los hombres, una diferencia económica equivalente a que ellas trabajasen 73 días al año gratis. Pese a los esfuerzos de las instituciones en materia de igualdad, CSIF ha advertido de que el reparto de tareas domésticas y cuidados sigue siendo muy desequilibrado. Según una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), las mujeres dedican casi tres horas al día a las tareas del hogar, mientras que los hombres dicen ocupar poco más de dos horas en estos cometidos. En lo relativo al cuidado de los hijos, la diferencia entre los dos géneros se dispara: ellos les dedican menos de cuatro horas al día y, ellas, casi siete.

Riesgos y complicaciones

Además, el retraso en la maternidad conlleva riesgos. El embarazo después de los 40 años puede ser complicado, con un mayor porcentaje de mujeres enfrentándose a dificultades para concebir y un aumento en las posibles complicaciones durante la gestación, como presión arterial alta y diabetes gestacional.

El equipo médico de Clínicas Eva de reproducción asistida destaca que la fertilidad empieza a disminuir a los 35 años, no solo por l reserva ovárica, sino también la calidad de los mismos.

"Los riesgos a una edad avanzada si no se detectan patologías en la morfología del útero, son siempre asociados a un deterioro de la calidad genética, por eso una de las medidas que más se utiliza es la ovodonación (donación de óvulos)", afirman.

Y por eso, alertan que es fundamental hacer campañas de preservación de óvulos (vitrificación) para que si se retrasa la maternidad se pueda acceder a ella con el propio material genético en un momento óptimo.

Por tanto, a medida que más mujeres optan por retrasar la maternidad, surgen nuevas tecnologías y tratamientos que ofrecen esperanza y soluciones para aquellos que desean concebir a una edad más avanzada. Uno de los métodos más efectivos es la Fecundación In Vitro con Diagnóstico Preimplantacional (DPI), que no solo ofrece la oportunidad de concebir con la propia reserva ovárica, sino que también analiza los embriones para descartar aquellos que no están sanos, aumentando así las posibilidades de gestación.

Además, existen alternativas complementarias que están demostrando ofrecer resultados prometedores. Entre ellas se encuentra el Plasma Rico en Plaquetas (PRP), tanto el PRP de útero como el PRP ovárico. Estos tratamientos autólogos, utilizando el plasma sanguíneo enriquecido con plaquetas de la propia paciente, pueden mejorar la calidad y el recuento folicular, así como el grosor y la calidad del endometrio, esenciales para una implantación exitosa.

Otro avance destacado es la aplicación de la cámara hiperbárica, una tecnología que, aunque aún no ampliamente disponible, está ganando reconocimiento en centros especializados como Clínicas Eva en España. Este tratamiento no invasivo no solo se ha asociado con mejoras en la salud general, sino que también se está observando que aumenta el recuento folicular y mejora la calidad del endometrio, factores cruciales para la concepción.

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