
El huracán Donald Trump puso patas arriba los fundamentos de la Alianza Atlántica la semana pasada. No es que los socios europeos de la OTAN estén muy tranquilos ante una posible vuelta del republicano a la Casa Blanca, la clasifican como una de las "incertidumbres" que afronta el bloque este año. Aun así, no escatimaron en esfuerzos para mandar un mensaje de unidad y para poner en valor que, en conjunto, la Alianza ha llegado al objetivo del 2% del Producto Interior Bruto destinado a inversiones en defensa.
Con las elecciones estadounidenses en el horizonte de este 2024, la UE analiza con recelo una posible vuelta del expresidente al Ejecutivo americano. Poco importa que no haya sido nombrado todavía candidato del partido Republicano a la Casa Blanca, las repercusiones de sus palabras empiezan a reverberar en el bloque comunitario. La última ha llegado en un momento especialmente delicado, con la guerra de Ucranias a las puertas de la UE, Trump ponía en entredicho la defensa de los aliados.
Según contaba, uno de los líderes de un país de la OTAN, le preguntaba qué haría "si no pagamos y Rusia nos ataca, ¿nos protegerás?". La respuesta de Trump fue una negativa contundente. Con insulto incluido "si no pagas, eres un delincuente". Seguido de amenaza: "de hecho, animaría a Rusia a hacer lo que le dé la gana".
Todo esto, lo dijo durante un mitin en Carolina del Sur. Los esfuerzos del expresidente de Estados Unidos por hacerse con uno de los territorios más relevantes para erigirse como candidato a la Casa Blanca por el partido republicano llegan a transformarse en una advertencia de que Estados Unidos podría abandonar la OTAN. Todo por ganar puntos en la carrera de las elecciones presidenciales frente a una revalidación de Joe Biden por los Demócratas.
Pero más allá de las fronteras estadounidenses la vuelta de Trump causa preocupación. Las declaraciones del político no tardaron en tener respuesta desde Bruselas. La pasada semana el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, contrarrestaba el miedo sembrado por Trump al asegurar que la Alianza Atlántica defenderá "a todos sus aliados" y que un "ataque sobre la Alianza Atlántica tendrá una respuesta unida y firme". El noruego no se anduvo con medias tintas: "cualquier sugerencia de que los aliados no se defenderán mutuamente socava la seguridad de todos y pone a los soldados estadounidenses y europeos en peligro", dijo para instar luego al compromiso de la jefatura estadounidense.
Poco después vino un mensaje positivo en el plano económico. Hasta la fecha, 18 de los 31 países que componen la OTAN han alcanzado el objetivo de destinar el 2% del PIB a inversión militar, informó Stoltenberg la pasada semana. Ese compromiso, el del 2% del PIB, fraguado a raíz de la invasión de Crimea va sumando aliados que alcanzan los umbrales fijados, aunque no todos.
Pese a la gran proporción por países pendientes aún de cumplir hay una nota más positiva en todas estas cifras para los aliados. El 2023 sirvió de revulsivo para que los socios de la OTAN incrementaran sus partidas destinadas a defensa y, en su conjunto han alcanzado el 2% del PIB colectivo. El 2024 registrará cifras récord de inversión que ascienden a 380.000 millones de dólares, frente a los 300.000 millones con los que cerró 2021, antes del inicio de la guerra de Ucrania.
"Estamos haciendo verdaderos progresos: Los Aliados europeos están gastando más. Sin embargo, a algunos Aliados aún les queda camino por recorrer. Porque en la Cumbre de Vilna acordamos que todos los Aliados debían invertir el 2%, y ese 2% es un mínimo", indicó Stoltenberg. Con todas estas cifras y mensajes Stoltenberg trataba de ahuyentar esas ideas de que hay socios que no contribuyen y ponía freno a la ofensiva delineada por Trump. Cabe recordar que, en el caso de España, la inversión para 2023 supone un 1,26% del PIB, y se sitúa como el tercer país de la Alianza Atlántica por la cola en inversión.
Poco tardaron en escucharse los ecos de tales cifras. Es el caso del secretario de Defensa de Reino Unido, Grant Shapps, que reiteró el pasado jueves la necesidad de que los socios de la Alianza Atlántica alcancen ese objetivo del 2% del PIB. No es que el británico se alinee con Trump. Al contrario, rechazó con firmeza las amenazas del expresidente estadounidense: "todo el mundo está de acuerdo con el secretario general de la OTAN. El Artículo 5 (la cláusula de defensa colectiva) es sacrosanto".
Una de las respuestas más contundentes al presidenciable estadounidense vino del Alto Representante de la UE, Josep Borrell: que calificó las declaraciones del estadounidense de "ideas tontas". Añadió: "durante esta campaña vamos a escuchar y ver muchas cosas. Seamos serios. La OTAN no puede ser una alianza militar a la carta, que funciona dependiendo del humor del presidente de Estados Unidos".
No es casual que para la UE las elecciones a la Casa Blanca supongan añadir incertidumbre a un contexto geopolítico lejos de ser estable. Estados Unidos ha sido tradicionalmente principal socio del bloque, ha evidenciado esta semana el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, pero las tensiones del anterior mandato del republicano pillan a los Veintisiete con la lección aprendida.