
La oleada de dimisiones en España es uno de los fenómenos laborales más sorprendentes de los dos últimos años y, seguramente, el peor analizado. Una avalancha protagonizada por más de dos millones de asalariados con un contrato indefinido y que no pocos han comparado con la 'Gran Renuncia' que ha afectado a países como Estados Unidos. Lo cierto es que aquella situación no tiene nada que ver ni en las cifras ni en las causas con lo ocurrido en nuestro país, donde se revela un cambio en las reglas de juego del empleo, pero aún nos mantiene alejados de los mercados de trabajo más vigorosos del mundo.
La Seguridad Social registró 2,7 millones de bajas de afiliación por dimisión en 2023, un 5,62% más que hace un año y un 49,2% más que en 2021, año en el que la prensa estadounidense da el pistoletazo de salida de la Gran Renuncia. Mientras tanto, en nuestro país se ultimaba la negociación de la reforma laboral. Y de hecho, la evolución de las bajas voluntarias de afiliación viene determinada por el 'boom' de la contratación indefinida que introdujo el cambio legal.
Las renuncias de trabajadores con contrato fijo crecen un 32% en el último año, hasta superar por primera vez la cota de los dos millones, y acumulan una subida del 124% desde 2021, hasta superar por primera vez la cota de los 2 millones. Explican ocho de cada diez renuncias, y compensan con creces la marcha de trabajadores temporales antes de cumplir su contrato.
Este auge de las dimisiones en un país con una tasa del paro del 11,6% resulta sorprendente. Sobre todo, si se ha producido mediante un trasvase de los trabajadores con empleos más precarios a los más estables. Las dimisiones de indefinidos han pasado de suponer el 37% del total al 76%. La clave está en un cambio legal que potencia la firma de nuevos contratos indefinidos y que hace que sea más fácil reemplazar un empleo 'estable' por otro.
A diferencia de lo que ocurre con los despidos o los ceses por no superar el periodo de prueba, que son involuntarios, las renuncias implican en su gran mayoría el paso a otro empleo mejor remunerado y en mejores condiciones. Pero no es lo mismo hacerlo desde un temporal a otro temporal o desde un temporal a un indefinido. Por eso, al margen de su mayor número, implican un mayor impacto en la disponibilidad de mano de obra o los salarios, ya que obligan a las empresas a ser más competitivas no solo para contratar, sino también para evitar que sus empleados les abandonen por otras.
¿Pero se explica este aumento de las dimisiones en España solo porque la reforma laboral hace que haya más asalariados con puestos más estables o ha existido un 'contagio' de la 'Gran Renuncia' venido del otro lado del charco? Para analizar esto hay que acudir a las cifras que recoge la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS por sus siglas en inglés) estadounidense. Y a primera vista, parecen contundentes: mientras en España han aumentado un 5,4%, en Estados Unidos las dimisiones han caído un 18% en 2023. Los datos de la BLS no discriminan entre temporales e indefinidos.
De hecho, la unanimidad de los analistas da por concluida la Gran Dimisión, aunque el mercado laboral siga soportando tensiones entre oferta y demanda de mano de obra que preocupan a organismos como la Fed por su impacto en los sueldos y los precios. Aunque las renucnias caen sus secuelas se mantienen y alimentan el 'sobrecalentamiento' del mercado de trabajo americano, en el que convive con oleadas de despidos en sectores como el tecnológico con unas estadísticas laborales que apuntan niveles cercanos al pleno empleo.
Descifrando la Gran Renuncia
Pero para para entender la Gran Renuncia, no hay que fijarse únicamente el número de dimisiones, sino también el peso que suponen sobre el total del empleo.
En diciembre de 2023, esta tasa de dimisiones alcanzaba el 2,2% en Estados Unidos, un porcentaje que queda incluso por debajo del 2,3% con el que cerró 2019. En el momento álgido de la Gran Renuncia, en agosto de 2022, 'solo' llegó al 3,4%. Que tres de cada cien trabajadores abandonen voluntariamente su trabajo cada mes no parece casar con la idea de una "fuga masiva" de talento, aunque hablamos de cuatro millones y medio de personas en un solo mes, en un mercado laboral que supera con creces los 155 millones de asalariados. España no llega a 22 millones. No son cifras equiparables, obviamente.
Aunque una metodología similar se puede aplicar para contrastar el comportamiento de ambos países. la ventaja de usar las tasas de dimisiones es que permite evaluar los datos sin la distorsión aparente que supone guiarnos por unas cifras absolutas muy diferentes. Además, las fluctuaciones en la tasa son independiente de las que se producen en el número de trabajadores
En el caso de España, bastaría con cruzar los datos de bajas de afiliación al Régimen General clasificadas como dimisiones con el número de afiliados por cuenta ajena. Nos arroja una tasa del 1,18% en diciembre, frente al 1% del mismo mes de 2019. La tasa máxima se sitúa en septiembre de 2023, cuando se alcanzó un 1,7%, con 277.776 renuncias. En diciembre fueron 192.219 renuncias, una tasa del 1,2%.
Hay que tener en cuenta que las dimisiones en Estados Unidos son la primera causa por la que concluye una relación laboral. En España sigue siendo la caducidad de un empleo eventual. En 2023 sumaron 13,6 millones de bajas de afiliación, 9 millones por la finalización de un contrato temporal y otros cuatro millones por el pase a la inactividad de fijos discontinuos.
Así, la comparación de la evolución de ambas tasas nos revela la enorme distancia entre el mercado laboral estadounidense y el español, sin atisbos este último de nada comparable a una Gran Dimisión. Al menos con la intensidad de Estados Unidos. Sin embargo, profundizar en esta comparación puede revelar algunas claves de lo que ocurre en nuestro país.
Lo que también salta a la vista es que la tasa de renuncias de Estados Unidos es más volátil que la de España, aunque ambas registran una marcada estacionalidad (la gente dimite más en verano que a cierre de año) que hace que su evolución tras la crisis financiero evolucione en paralelo. Al menos hasta el estallido de la pandemia. En Estados Unidos, la tasa de dimisiones se frena en ese momento, pero pronto se recupera con intensidad hasta niveles máximos, algo coherente con el 'rebote' del empleo tras la pandemia. Cuando la actividad se recupera, las dimisiones también se desinflan, o al menos hasta los niveles previos a la crisis sanitaria.
España es diferente
En España, no ocurre así. Las renuncias caen con mayor intensidad que en Estados Unidos en el epicentro de la crisis sanitaria y tardan más tiempo en recuperarse. Sin embargo, su crecimiento es más sostenido y se ha mantenido hasta hoy. ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué la 'Gran Renuncia' española, si se puede llamar así, empieza más tarde? Lo cierto es que el principal factor diferencial entre nuestro mercado laboral y lo ucedido al otro lado del Atlántico en este tiempo es la reforma laboral.
De hecho, si analizamos los datos por tipo de contrato de los asalariados, se aprecia que la tasa de renuncias de los temporales es la que más se parece a la de la Gran Renuncia americana. En primer lugar, es mucho más alta y volátil que la de los indefinidos (muchos temporales abandonan su trabajo coincidiendo con los meses de vacaciones). Pero también aumenta en 2022 (posiblemente porque la entrada en vigor de la reforma amplía las posibilidades de lograr un contrato indefinido) para volver a situarse en 2023 en niveles similares a los de antes de la pandemia. La regulación del despido en Estados Unidos es mucho más laxa en Estados Unidos (cabe hablar incluso de 'despido libre') lo que puede explicar esta coincidencia de comportamiento.
Pero con los indefinidos españoles ocurre justo lo contrario. Sigue siendo más baja, pero no solo se ha duplicado, sino que se ha vuelto más volátil en los meses de verano, como ocurre con la de los temporales.
Recordemos que la tasa no fluctúa según el número de asalariados, por lo que su relación con los que dimiten no tiene por qué variar. Es decir, que esta evolución no es achacable a un mero efecto estadístico porque la reforma laboral ha reducido el número de trabajadores temporales o incrementado los indefinidos. Que la de los primeros apenas haya cambiado, mientras la de los segundos sí, avala otras lecturas.
El incremento de esta tasa entre los indefinidos parece señalar que el apego por los 'empleos para toda la vida' se ha reducido notablemente. Aunque es pronto para sacar conclusiones de qué significa esto, puede obedecer a diversas causas, desde una peor calidad de esos empleos a un mayor peso de los fijos discontinuos que, al volver a ser llamados en verano lo rechazan.
Los datos de Seguridad Social no permiten desglosar las dimisiones por tipo de contrato indefinido, así que por ahora esto es solo una hipótesis. Tampoco aclaran si, al igual que ocurre con los despidos, las dimisiones se concentran en los nuevos empleos, como ha ocurrido con los despidos, o se ha incrementado también en los que llevan más años trabajando.
Estas incógnitas, hoy por hoy, son las que no permiten cerrar si el auge de las dimisiones responde a una flexibilidad voluntaria del mercado laboral similar a la de Estados Unidos, donde la mayoría de los empleos finalizan por una dimisión voluntaria, o una precarización del empleo indefinido qu hacen que los trabajadores arriesguen menos al abandonarlo. Esa es la cuestión que determinará el impacto de las dimisiones en España y hasta qué punto ha revolucionado las reglas del juego del empleo en España.