
El régimen de Xi-Jinping inició esta semana una investigación anti-dumping sobre las importaciones de brandy de origen francés. Según el ministerio de comercio chino, estas pesquisas se producen después de que algunos productores domésticos de licor hayan expresado su queja por prácticas no competitivas. Este movimiento llega después de que Bruselas comenzara una investigación sobre los coches eléctricos fabricados en China, debido a las subvenciones que sus fabricantes reciben en dicho país.
Como consecuencia, las acciones de Remy Cointreau y Pernod Ricard, dos de los principales productores galos, descendieron un 12% y un 3,6% respectivamente. Asimismo, las acciones de Diageo y de LVMH -firma que controla la marca de coñac Hennessy- retroceden un 1,55% y un 1,28% respectivamente. Ante esta situación, BNIC (Oficina Nacional Interprofesional del Coñac, en francés) señalaron que esta situación se enmarca en un "desacuerdo comercial entre la UE y China sobre otros sectores industriales, sin relación con nuestra actividad", según informa Euractiv. Además, el grupo mostró su cooperación total con las autoridades chinas, mostrando su confianza en que la UE y China resolverán sus disputas de forma constructiva.
Por su parte, el ministerio de economía de Francia afirmó que, junto a la Comisión Europea, hará lo necesario para asegurar la defensa de las compañías francesas, señalando que no existe ningún indicio de que algún productor galo haya aplicado prácticas de 'dumping'. En este sentido, según indicó en declaraciones a Reuters, Shaun Rein, fundador de Market Research Group, "los movimientos de China son un aviso para hacer saber a Europa que Pekín puede jugar duro contra el proteccionismo en Europa".
En este sentido, es preciso señalar que las investigaciones iniciadas por China comienzan semanas después de que Francia endureciera las condiciones para subvencionar la compra de coches eléctricos fabricados en el país asiático. Según el nuevo criterio, las ayudas no serán proporcionadas para la adquisición de coches cuya fabricación haya emitido una gran cantidad de CO2, lo cual afecta a los vehículos fabricados en China, ya que la Federación Europea para el Transporte y el Medioambiente indica que la huella de carbono de estos coches es el doble que la de un motor de combustión interna.
Sin embargo, estos eran los coches más baratos y, por lo tanto, los coches que podían permitirse las personas con menos recursos, las cuales concentran, a su vez, la mayor parte de la demanda de subvenciones. Es decir, que el movimiento de París constituía una forma para proteger la producción de vehículos eléctricos en Francia y en Europa.
Por otro lado, todo esto se enmarca en el contexto de las investigaciones que la UE inició sobre las subvenciones públicas de China a los fabricantes de coches eléctricos, los cuales habían "inundado" el mercado, según Ursula Von der Leyen. La Presidenta de la Comisión Europea indicó que el precio de estos vehículos se mantiene bajo de forma artificial, lo cual supone una práctica competitiva que afecta a los productores del Viejo Continente.