
Han sido meses de tira y afloja. De acercar posturas entre una Alemania que abogaba por la disciplina fiscal y los países del sur de Europa, más proclives a la flexibilidad en las inversiones. Finalmente, los ministros de Economía y Finanzas de la UE han llegado este miércoles a un acuerdo político sobre la reforma de la gobernanza económica que da respuesta a las inquietudes de Berlín, que pedía cifras concretas de reducción de la deuda y el déficit.
El texto cerrado en el Ecofin virtual de este miércoles responde, en gran medida a las demandas de Alemania: los países que superen ese umbral de deuda del 60% sobre el PIB que fijan la reforma de la gobernanza económica deberán fijar colchones fiscales con los que hacer frente a imprevistos y golpes económicos. De esta forma se fija un objetivo de déficit del 1,5%, por debajo del límite máximo del 3% sobre el PIB.
Pero también contenta a Francia pues fija un ritmo de ajuste estructural primario para estos países con alta deuda del 0,4% del PIB anual, por debajo del 0,5% que fijaban las reglas fiscales anteriores, en aras de dar espacio a las inversiones. Además, podrá reducirse al 0,25% en el caso de que el plan de ajuste se extienda de cuatro a siete años.
Se trata de un ajuste que tendrían que realizar el grueso de Estados miembro, según las previsiones económicas de otoño de la Comisión Europea. España, Francia, Grecia o Italia estarían entre los Estados miembro a los que se le requeriría este recorte en 2025. No obstante, el vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis ha evitado realizar valoraciones país por país.
Hay otras salvaguardas del texto que también contentan a Berlín, como la relativa a la deuda para garantizar una reducción anual efectiva a medio plazo. De esta manera establece un ritmo de ajuste del 1% anual para países con deuda superior al 90% y del 0,5% para aquellos por debajo del 90% sobre el PIB pero por encima del límite del 60%.
Se trata de un acuerdo "equilibrado", según ha indicado en rueda de prensa la ministra de Economía, Nadia Calviño, sobre uno de los expedientes más complejos e importantes de la presidencia rotatoria de España del Consejo de la UE. El texto pasará a ser negociado con la Eurocámara lo antes posible para zanjar la reforma en el primer trimestre de 2024.
Contempla un periodo transitorio, hasta 2027, en el que se excluirán los intereses de la deuda de a la hora de calcular la senda de ajuste, como pedían Francia e Italia. "Suaviza el impacto de la rápida subida de los tipos de interés y el impacto sobre la carga de intereses de la deuda pública", ha aclarado la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, sobre el que constituyó uno de los principales escollos en el último encuentro del Ecofin.
La reforma de las reglas fiscales surge como respuesta a los años de la crisis financiera en la que la anterior gobernanza económica probó no contar con reglas realistas y aplicables. Es así que esta revisión del Pacto de Estabilidad y Crecimiento buscaba dar también espacio a las inversiones. La propuesta de partida de la Comisión Europea establece planes de ajuste individualizados por país de cuatro años que serían ampliables a siete años en caso de que haya reformas inversiones que lo justifiquen.
En 2024 volverán a aplicarse las reglas fiscales que fueron suspendidas por la pandemia con un límite de déficit del 3% sobre el PIB y del 60% en el caso de la deuda. La propuesta del Ejecutivo comunitario incluye sanciones para aquellos países que incumplan. Unas penalizaciones que se presentan como más realistas que las anteriores, inabordables para los Estados miembro en situaciones de dificultades económicas por sus elevadas cuantías.
Pese a que las reglas fiscales volverán a estar vigentes en 2024, la perspectiva, según ha explicado el vicepresidente económico de la Comisión Europea, es cerrar un acuerdo con la Eurocámara antes de las elecciones europeas. De esta forma Bruselas podrá dar sus orientaciones a los países para el año 2025 basándose en esta nueva gobernanza económica y 2024 se articulará como un periodo de transición.
Acuerdo al 100%
Todos los ojos estaban puestos en Italia, el país que llegaba a la reunión virtual de esta tarde con más reticencias. Las divergencias entre Francia y Alemania, el motor de decisiones de la UE, se han ido puliendo mes a mes desde el pasado octubre hasta culminar la pasada noche. París, fue el escenario escogido para que los ministros de Economía galo y alemán, Bruno Le Maire y Christian Lindner, respectivamente, limaran asperezas. Para que convinieran una postura común con la que llegar a un acuerdo en el encuentro de hoy.
Las principales divergencias radicaban en el ritmo de reducción de déficit que tendrían que emprender los países para tener colchones fiscales, es decir, para alcanzar el objetivo del 1,5% sobre el PIB, por debajo del umbral del 3% máximo de déficit que fijan las reglas fiscales. Francia, en un intento por abrir la mano a las inversiones, rechazaba el tal ajuste debiera ser de un 0,5% como establecían las reglas anteriores.
El otro punto de división radicaba en la senda de gasto. Concretamente qué margen tendrán los países para desviarse del límite el gasto. Esta es la referencia que utilizará, bajo la nueva gobernanza económica, la Comisión Europea para abrir procedimientos de déficit excesivo y sus límites estaban fijados en un máximo del 0,5% anual o un 0,75% en el periodo de ajuste de cuatro años.
El encuentro que de forma bilateral se zanjó, en palabras del ministro galo, en un acuerdo al 100% con Berlín. Y la esperanza estaba depositada en que los Veintisiete ratificaran tales líneas.