
No sobran los quebraderos de cabeza en el Banco Central Europeo (BCE) tras dos años de una inflación galopante, pero ahora le está sobreviniendo otro bastante considerable. La decisión de proceder en los últimos años a grandes compras de bonos de grupos inmobiliarios ahora en apuros en el marco de su política ultra expansiva después de la Gran Crisis Financiera le puede traer serios problemas. La crisis de deuda del gigante inmobiliario sueco SBB ha dejado al banco central en riesgo de pérdidas y ha puesto de relieve una exposición de 26.000 millones de euros a este sector.
Un análisis de Reuters de los registros del BCE muestra que posee dos bonos denominados en euros emitidos por el grupo SBB, que acumuló deudas por unos 9.000 millones de euros comprando propiedades, incluidas viviendas sociales, oficinas gubernamentales, escuelas y hospitales. Dos fuentes familiarizadas con el asunto han asegurado a la citada agencia que las tenencias de bonos de SBB por parte del BCE ascendían a unos cientos de millones de euros. Uno de los bonos del SBB se negocia ahora a la mitad de su valor nominal, lo que demuestra que los inversores estaban valorando el riesgo de un eventual impago de la deuda.
Desde el BCE, siempre según Reuters, se remiten a su sitio web, donde el banco central caracteriza sus pérdidas en general como "efectos secundarios" y afirma que puede recurrir a los grandes beneficios de los últimos años para compensarlas. Aunque SBB representa una pequeña exposición para el BCE, ha servido para abrir en canal el debate sobre cómo el banco central de la zona euro ha derrochado casi 400.000 millones de euros en deuda de empresas desde 2016 como parte de las enormes compras de activos para evitar la amenaza de deflación. En total, el organismo ha gastado unos cinco billones de euros en deuda pública, bonos de empresas y otros activos, que suele mantener hasta su vencimiento.
Lo que choca a muchos es que, en 2016, el BCE advirtiese de una burbuja inmobiliaria en algunas partes de Europa al mismo tiempo que compraba bonos de empresas inmobiliarias del bloque. "Es difícil entender cómo el BCE terminó comprando los bonos de las empresas inmobiliarias, mientras que al mismo tiempo advertía de los riesgos de la inflación de los precios inmobiliarios", constata a Reuters el ex economista jefe del BCE Otmar Issing. "Contribuye a inflar la burbuja, al tiempo que arriesga su reputación, así como pérdidas financieras", añade.
Además de los bonos de SBB, el BCE tiene deuda en otras empresas inmobiliarias de toda Europa, incluidas las de Alemania y Suecia, los países más afectados después de que las subidas de tipos de interés más pronunciadas de la historia del euro hayan pinchado las burbujas inmobiliarias que se habían inflado gracias a una década de dinero casi gratis.
Los problemas de SBB se conocen desde principios de 2022, cuando fue objeto de un informe crítico del vendedor en corto Viceroy Research. "Ellos (el BCE) deberían haber aplicado... una gestión activa del riesgo", plantea Daniel Gros, director del Instituto para la Elaboración de Políticas Europeas de la Universidad Bocconi de Milán.
Aunque el BCE describe los parámetros de su compra de bonos, no dice cuánto compró, a qué precio ni detalla las pérdidas. Pero los datos de esta semana muestran que el banco central seguía siendo propietario de los dos bonos emitidos por el SBB a 24 de noviembre. En caso de impago del SBB, los 20 bancos centrales nacionales de la eurozona, que comparten el riesgo de los bonos de empresas comprados en nombre del BCE en el marco de su Programa de Compras del Sector Corporativo (CSPP), tendrían que asumir una pequeña pérdida si aún fuera propietario de la deuda, que compró a mediados de 2021 y principios de 2022. "SBB necesita disminuir aún más su deuda, pero ha dado pasos significativos habiendo reembolsado 2.000 millones de euros en deuda en los últimos 15 meses", asegura un portavoz de la compañía.
Sin las debidas precauciones
Los prestatarios de Europa y de fuera de ella se acogieron al plan del BCE, según el cual cualquier empresa, salvo los bancos, podía acogerse a él siempre que su deuda fuera en euros y emitida por una entidad de la zona del euro con calificación de "grado de inversión" por una agencia importante.
"El objetivo era reducir los costes de endeudamiento en la zona euro, y eso no se consigue comprando bonos de una empresa sueca", explica Gros, añadiendo que el BCE había seguido "ciegamente" sus normas, sin tomar las debidas precauciones.
Aunque Suecia no está en la zona euro, el SBB emitió la deuda comprada por el BCE en la vecina Finlandia, que sí lo está. Junto a los bonos del SBB, el BCE también se hizo con la deuda de otras empresas inmobiliarias que desde entonces han tenido problemas, entre ellas la sueca Heimstaden. El BCE posee ocho bonos de Heimstaden, emitidos por una unidad del grupo con calificación de grado de inversión, incluido uno que cotiza con un descuento de aproximadamente el 40% respecto a su precio de emisión.
El BCE también absorbió muchos bonos inmobiliarios alemanes, incluidos 39 emitidos por Vonovia, que ha estado vendiendo propiedades para reducir su deuda. Los bonos cotizan mucho más cerca de la par, uno de ellos con un descuento de alrededor del 20%. Las empresas inmobiliarias representan el 8% del CSPP del BCE, que actualmente asciende a 326.000 millones de euros. El BCE no revela la composición de su otro programa de compra de bonos, de la era de la pandemia.
El banco central ha sufrido contratiempos en el pasado, como cuando incurrió en pérdidas por los bonos de la minorista sudafricana Steinhoff, salpicada por el escándalo, y registró pérdidas el año pasado, lo que avivó la preocupación de que su colchón de capital pudiera reducirse. El BCE tiene varias líneas de defensa contra las pérdidas, como escalonarlas a lo largo de varios años o pedir a los bancos centrales nacionales que contribuyan.
Pero el banco central holandés ha advertido de que podría llegar a necesitar una ampliación de capital por parte de su Ministerio de Finanzas, lo que probablemente enfurecería a los contribuyentes y plantearía dudas sobre su independencia de la política. Un debate que también se ha dado vivamente en Alemania. "Cuando los bancos centrales sufren pérdidas, en última instancia son pérdidas para el gobierno, lo que significa que los contribuyentes tienen que pagar", remacha Gros.